facilidad.
Y Landmeer continuo describiendole. Resultaba evidente que Maro habia frecuentado la consulta durante casi ocho meses sin revelar su percepcion extrasensorial. Landmeer, en su deseo de impresionarme sobre la importancia de su trabajo, no habria dejado de mencionar tan extrano don en caso de conocerlo. Estaba claro que, aunque Maro confiaba en el doctor lo suficiente para prescindir de ciertas simulaciones, no llegaba al punto do descubrirse ante el de forma esencial.
Aquello me sirvio de aviso. A partir de aquel momento, se entablaba una especie de carrera entre el doctor y yo. Si Maro desnudaba por completo su alma ante Landmeer, el muchacho estaria perdido para mi y para el futuro, que precisaba de el.
– Digame, doctor Landmeer, ?es cierto lo que me ha explicado respecto a casos como este? ?Que las personas que se creen enganadas son capaces de llegar a la violencia?
– Comprenda que se trata de un paciente inestable, emocionalmente hablando. -Landmeer dio una chupada a su pipa-. Su hostilidad esta muy enraizada. A los nueve anos, su padre adoptivo, un clerigo, le revelo que habia sido abandonado por sus autenticos padres poco despues de nacer. El pastor oyo un dia el llanto de un bebe, e intrigado, se acerco a una caja de carton que habia encima de un monton de basura. Al abrir la caja, descubrio en su interior al crio y una rata. Una transfusion aplicada con toda urgencia salvo la vida del nino, pero perduraron las cicatrices en sus brazos y su cuerpo.
– ?Dios mio! ?Por que le explico eso? ?Por que contarle a un nino de nueve anos algo semejante?
– Segun el chico, su padre adoptivo se lo dijo en un momento de colera. Queria demostrarle que la Providencia le habia guiado hasta la caja. Encuentro justificada hasta cierto punto la amargura que mi paciente siente contra el mundo.
– ?Quien no se sentiria amargado sabiendo algo asi?
– Exacto. Bien, respondiendo a su pregunta… Un paciente como este, con un temor y una hostilidad tan profundamente enraizados, sin duda no experimentara ningun escrupulo ante la violencia. No obstante, permitame senalar que, en este caso, tengo mucha confianza. El muchacho mejora poco a poco. Estoy seguro de que acabara por adaptarse a la sociedad.
– Me doy cuenta del interes de su trabajo con los jovenes -dije, levantandome para despedirme-. No deberia permitirse que la falta de fondos impidiera curar esos sufrimientos.
El calor y la gratitud que aparecieron en su rostro me abrumaron. En el mismo instante, tome la decision, si alcanzaba el exito en mi pequeno proyecto con Maro, de donar una parte de mis honorarios para las investigaciones del doctor Landmeer.
Sin embargo, sali del despacho del doctor mas confuso e inquieto que cuando habia entrado. A lo largo de toda la conversacion, tuve la sensacion de que faltaba algo. La imagen que el me habia dado de Maro no encajaba con los fragmentos que yo poseia sobre la personalidad del muchacho. Algo iba mal…
En casa del reverendo Tyler, descubri otra faceta del caracter de Maro. El senor Tyler se mostro en extremo cooperativo cuando le informe de que efectuaba una encuesta para el Departamento de Bienestar Infantil, una encuesta sobre ninos adoptados que se convertian en delincuentes habituales.
– He malgastado mucho tiempo con ese chico, senor. -El reverendo golpeo la mesa con el puno para subrayar sus observaciones-. Ha sido una lucha constante para atraerlo al rebano. Maro habia sido abandonado y, por consejo divino, le arranque de las garras del diablo. Lleva encima la marca de Cain, si. Sin embargo, confio en que salvaremos su alma.
– Lo que nos interesa a nosotros, al Departamento, reverendo, es conocer el caracter del muchacho. Tal vez eso nos de una pista para tratar a otros jovenes en su mismo caso.
– Siempre fue un chico muy emotivo. -El pastor meneo la cabeza-. Si se le pedia que hiciera una cosa, cualquier cosa, hacia todo lo contrario. Soy un hombre moderado, senor Denis, pero algunas veces… ? Sabe que cuando tenia solo nueve anos se peleo con otro nino? Maro tenia ya una mano en torno al cuello de su rival y empunaba un cuchillo en la otra. Me presente de manera insospechada. Si el Todopoderoso no me hubiera enviado para intervenir, habria matado al otro chiquillo.
– ?Como lo sabe? Quiza solo intentaba asustarle. Tal vez Maro sabia que usted andaba por alli cerca y le detendria.
– ?Vaya! -El clerigo me lanzo una furiosa mirada-. Usted no conoce a Maro. Siempre ha sido violento. Hasta hace pocos anos, me esforce en vano por educarle en el temor al Todopoderoso. Entre aquel cuchillo y el corazon del otro nino no hubo nada que detuviera su accion, a no ser mi mano, guiada por la Providencia. Despues de todo, senor Denis, ?que impide a las personas destruirse unas a otras salvo el temor a la colera divina?
– La fe en la humanidad -murmure involuntariamente, pensando en la respuesta que Maro habria dado.
– ?Como dice?
– Nada. Pensaba en voz alta.
– Bien, le aseguro que precise de mucho esfuerzo personal y de la inspiracion divina para inculcar en el chico el temor al infierno. Gracias al cielo, al fin lo estoy logrando. Maro demuestra una tardia tendencia hacia la religion que me llena de esperanzas. ?No seria glorioso que fuera llamado al sacerdocio?
Convine en que si y me despedi del reverendo Tyler. El aspecto religioso no concordaba en absoluto con Maro. Como tampoco el incidente del cuchillo. Si Maro hubiera querido de verdad apunalar al muchacho, nada se lo habria impedido. Era demasiado rapido e inteligente. El reverendo no conseguiria detenerle. Maro le habria visto, oido, o husmeado mientras se acercaba. El verdadero problema radicaba en lo siguiente: ?Por que no habia matado al chico? Ignoraba la respuesta. En lugar de ayudarme a comprenderle, mis investigaciones me enfrentaban a una naturaleza mas compleja y variable que ninguna con las que me habia enfrentado antes.
Solo me quedaba una persona por ver, la que le conocia tal vez de manera mas intima. ?Iba a proporcionarme ella la clave para entender el caracter de Maro?
Delia Brown residia en una habitacion de alquiler entre la calle 127 y la avenida Lenox. Al principio, no queria permitirme la entrada.
– No soy ningun policia, Delia -aclare-. Escucha, no te pido que me digas donde esta Maro. Ya le he visto, y he hablado con el doctor Landmeer y el reverendo Tyler. Ahora, necesito hablar contigo…
Delia abrio un poco mas la puerta. Observe que llevaba un punzon en la mano.
– ?Sobre que? -pregunto.
Decidi correr el riesgo de revelarle la verdad.
– Sobre Maro. Desea que confie en el, pero para eso he de conocerle bien primero… Oye, Delia, creo que si eres realmente su chica, no te hace falta eso en absoluto.
Mis palabras acertaron en el blanco. Me lanzo una mirada feroz y luego contemplo el punzon que tenia en la mano. Al fin, dejo el instrumento sobre la mesa, se aparto de la puerta y se dejo caer en una silla, mientras yo entraba.
– ?Asi que le conoce? -dijo-. Bueno, no nos parecemos en nada. Maro es un necio. Puede decirselo de mi parte, si quiere.
– ?De manera que Maro confia en las personas? ?No tiene miedo de ellas?
– No hay nada en el mundo que le inspire temor. -Esbozo un gesto de indiferencia-. Es demasiado sencillo y confiado para temer a alguien, y tan infantil…
– En ese caso, ?por que finge el miedo? ?Por que se muestra tan salvaje y violento?
– ?Salvaje y violento? ?Maro? -Sus ojos se abrieron desmesuradamente. Se echo a reir-. ?Dios mio! Pensaba que sabia usted como era en realidad. Por la forma en que hablaba… ?Pero si es el alma mas pacifica de la tierra! Incapaz de matar una mosca.
La descripcion no se aproximaba demasiado al Maro que yo conocia. No se ajustaba a la imagen del muchacho que habia aplastado su puno contra mi cara y me habia pateado las costillas la primera vez que nos vimos. Me sentia mas y mas como un necio. En cada ocasion en que estaba a punto de captar su imagen, se me escurria como un trozo de jabon mojado. Tampoco ella sabia nada de el.
– De hecho, ninguna de las personas proximas a el le conocia de verdad. Les escondio su percepcion multisensorial y empezaba a sospechar que tambien les habia ocultado cuidadosamente toda cualidad de su caracter que no concordara con las diferentes imagenes que se habian forjado de el.
– … Un nino desamparado -continuaba Delia-. Tengo que protegerle de si mismo. Maro dejaria que la gente le pisoteara, aprovechandose de su buen caracter, si yo no me encargara de sermonearle de continuo. La semana pasada, le dio a un desconocido su ultimo dolar. ?Se lo imagina? A un perfecto desconocido. Maro me necesita