para cuidarle y atenderle. Pero va mejorando. Le he convencido para que se aparte de las malas companias…, de esos chicos que le influyen para que haga cosas incorrectas. Es un tonto tan confiado…

Delia me agarro de la manga.

– Bueno, no quiero decir eso exactamente -prosiguio-. Podria convertirse en alguien muy especial, de encontrar el tipo de mujer adecuado, que le diera el tipo adecuado de amor. Esta cambiando, adquiriendo sentido comun. Y si hay una cosa en este mundo que necesite un hombre, es sentido comun. No se que tipo de trabajo quiere ofrecerle a Maro. De todos modos, puede confiar en el para todo. -Rio con desgana-. Senor Denis, ese chico no sabe lo bastante de la vida para ser deshonesto. Nadie le ha contado nunca la verdad sobre Papa Noel.

Escuchando a Delia, mientras observaba nuestro reflejo en el empanado espejo del tocador, comprendi de pronto el secreto de Maro. Todo encajaba. Maro, con su extrana facultad de percepcion, captaba al instante los sentimientos de la otra persona y lo que pensaba de el. Y el muchacho se limitaba a adoptar el tipo de caracter que esa persona le prestaba. Un cambio de coloracion protector.

Maro no era mas que un espejo.

El doctor Landmeer le consideraba un neurotico en el que no se debia confiar, porque eso afirmaba la medicina sobre su caso. Y como el doctor pensaba que lo estaba curando, Maro mejoraba. El reverendo Tyler le juzgaba un alma perdida. Y como el reverendo creia avanzar en el camino de su salvacion, Maro se volvia religioso. Para Delia, que veia en el un joven sencillo necesitado de su cuidado y proteccion, Maro era como un nino. Y puesto que Delia se veia dandole fuerzas para enfrentarse al mundo, Maro crecia.

Maro era todas esas cosas y ninguna de ellas. Ofrecia a cada persona la parte de su ser que correspondia. Para mi, habia sido una criatura salvaje, extrana y violenta, y por lo tanto se mostraba conmigo salvaje, extrano y violento. No confiaba en el, y Maro reflejaba esa desconfianza. En un momento dado, temi que me asesinara. Y en consecuencia…

Durante todo el camino de regreso a mi casa, evalue lo que habia aprendido. Tanto si los insolitos dones de Maro habian nacido a causa de una mutacion genetica como si no, existian pocas dudas en mi mente respecto a que los inusuales acontecimientos de su infancia contribuyeron al desarrollo de sus sentidos de mutante. Precisamente por tal razon le necesitaban ellos. Maro provenia de un incidente en las leyes de la herencia, agravado por un ambiente especialmente hostil, una combinacion que jamas volveria a producirse. Le necesitaban y debia irse con ellos. Dependia de mi el lograrlo.

Habia descubierto un ciclo extrano. Se podia confiar en Maro… Yo podia poner en el una fe total…, siempre que lo creyese honestamente. Imposible fingir. Maro advertiria la simulacion, y eso resultaria fatal. Debia poner mi vida en sus manos…, o bien olvidarme de todo el asunto.

Marco era un espejo. Y yo, el hombre que debia cambiar.

Tal como suponia, me esperaba en mi apartamento, fumando mis cigarrillos y bebiendose mi whisky. Tenia los pies sobre la mesita, un claro reflejo del joven engreido que yo habia juzgado.

Le observe tranquilo, sin pensar en nada, tratando de relajarme y mostrarme abierto en su presencia. Conociendo su autentico caracter, ya no le temia. El lo percibio enseguida.

Solto una carcajada. Luego, viendo mi rostro, dejo el cigarrillo y se puso en pie con el ceno fruncido.

– ?Eh! -dijo-. ?Que ocurre?

Husmeo el ambiente y restrego el aire entre sus dedos. Sus ojos se desorbitaron primero y se cerraron despues, y su cuerpo oscilo de un lado a otro, igual que la primera vez que nos vimos.

– Ha cambiado -musito. Habia temor en su voz-. Su respiracion… Es como el agua helada, y huele usted liso y claro, como el vidrio. -Parecia confuso-. Nunca he visto a nadie cambiar hasta ese punto.

Su expresion fue variando: amargura, desprecio, miedo, ira, diversion, suplica, inocencia infantil… Por ultimo, perdio toda la peculiaridad. Como si probara todos los disfraces de su repertorio, cambiandolos sin cesar para averiguar que esperaba yo de el, como creia que era, cual de los Maro deseaba. Pero tal como habia afirmado, yo me habia vuelto liso, agua helada y vidrio claro.

Se dejo caer en el sillon y aguardo. Intuia mi conocimiento y esperaba mi reaccion. El agua helada, el vidrio claro que veia en mi debia transformarse en un espejo. Por primera vez en su vida, una persona iba a ser como Maro queria. Alguien reflejaria sus necesidades. Y Maro habia necesitado mas que ninguna otra cosa en sus anos de adolescencia que se confiara plenamente en el.

Capte el movimiento de sus ojos hacia el cajon de la mesita de noche. Sabia que guardaba alli mi pistola. Fue como si advirtiera mi disposicion a confiar en el y me indicara como demostrarlo. Debia tratar de matarme, confiando en que el intervendria para salvarme.

Mi naturaleza interna se rebelo. ?Y si me equivocaba? ?Y si Maro no era en absoluto como yo creia? ?Y si no me detenia? Resultaba estupido, tremendamente ridiculo, confiar tanto en un hombre. Un hombre ni siquiera podia confiar en si mismo…

Una imagen aparecio de subito en mi mente, un recuerdo de mi infancia. Mi padre al pie de la escalera. Yo, cinco o seis escalones mas arriba. Extiende los brazos y me dice que salte. El me recogera. Tengo miedo. Me persuade… Me asegura que papa no me dejara caer. Salto. Se aparta y chillo mientras caigo al suelo. Dolor y enfado. «?Por que me has mentido? ?Por que…? ?Por que…?» Y la risa, y las palabras, y la voz de mi padre. Jamas las olvidare. «Eso, para que aprendas a no confiar nunca en nadie, ni siquiera en tu propio padre.»

Acaso por ello no me habia casado jamas, ni amado, ni creido en nadie. Acaso aquel temor me habia mantenido preso todos aquellos anos tras el seguro y fuerte caparazon de la sospecha… En aquel momento vi muy claro que mi decision revestia tanta importancia para mi como para el propio Maro. Si me echaba atras, jamas lograria confiar en nadie el resto de mi vida.

Maro me miraba. Esperando a que creyera por fin en el.

Sin decir una sola palabra, me acerque al cajon, lo abri y saque la pistola. La examine para asegurarme de que estaba cargada y luego me volvi hacia Maro. El muchacho no mostro emocion alguna, ni tan siquiera hizo un gesto.

– Confio en ti, Maro -dije-. Necesitas una prueba de mi fe. Bien, en ese caso, te la dare. Veamos si soy capaz…, si puedo apretar el gatillo… -Apoye el canon del arma en mi sien derecha-. Voy a contar hasta tres. Quiero creer que me detendras antes de que me mate.

– ?Lo hara de verdad? -sonrio-. Quiza yo no le detenga. Quiza sea demasiado lento. Quiza…

– Uno.

– No sea bobo, senor Denis. Medio millon de dolares no justifica tanto riesgo. ?O no se trata del dinero, despues de todo? ?Que espera probar?

– Dos.

?Reaccionaria mi dedo al impulso? ?Me atreveria? Entonces, casi como si nuestras mentes se pusieran en contacto por un instante, supe que en efecto lo haria…, con tanta certeza como supe que Maro iba a salvarme. No valia la pena saber nada mas. Todo estaba bien.

La sonrisa desaparecio de su cara. Su respiracion se torno agitada y apreto los punos. Tenia los ojos desmesuradamente abiertos.

– Tres.

Aprete el gatillo sin cerrar los mios.

Y en ese instante que me separaba de la eternidad, Maro actuo con la velocidad del rayo. Aparto la pistola de un manotazo. La bala rozo mi frente y se estrello en la pared, a nuestras espaldas. La blanca explosion chamusco mi rostro y me desmaye. Cuando recupere el sentido, vi a Maro dando vueltas a mi alrededor. Habia colocado una toalla mojada sobre mi cara.

– Se pondra bien -me anuncio-. La polvora quema. Ya he avisado a un medico.

– He estado a punto de no contarlo.

– ?Es usted un bobo! -Se movia sin cesar de un lado a otro, agitando los punos-. ?Un maldito bobo! ?A quien se le ocurre?

– Tu lo deseabas. Me alegro de haberlo hecho. Tanto por mi como por ti.

Maro se hallaba tremendamente excitado. Oia sus incesantes paseos. Aparto de una patada un cojin que se interponia en su camino.

– No debi de esperar tanto -dijo-. No creia que se atreviera… Es decir, no lo sabia. Nadie habia creido en mi asi hasta ahora. Me he pasado toda la vida esperando que alguien confiara de verdad en mi. No me imagine que seria usted.

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