con la anterior.
Fue informando de los hechos conforme se iban produciendo. La respuesta fue:
«Seguid destruyendo. Observad como responden y estad preparados para sucumbir ante cualquier cosa que se parezca a un ataque letal.»
Lesbee se apresuro a escribir en su cuaderno: «Nuestro metodo de capturarlos no tiene por que ser sutil. Nos daran facilidades. No podemos perder».
Aguardo en tension mientras el cuaderno pasaba de mano en mano. Seguia resultandole dificil creer que nadie mas que el habia reparado en cierto detalle respecto al grupo de abordaje.
Tellier anadio otra nota: «Esta claro que tambien estos seres recibieron ordenes de considerarse sacrificables».
Esa observacion acabo de resolver la cuestion para Lesbee. Los otros no habian reparado en lo mismo que el. Suspiro de alivio ante aquel falso analisis, puesto que le concedia la mejor de todas las ventajas; la que se derivaba de su educacion especial.
En apariencia, solo el sabia lo bastante para analizar que eran aquellas criaturas.
La prueba residia en la inmensa claridad de sus pensamientos. Hacia mucho tiempo, en la Tierra, se habia establecido que el hombre poseia una vacilante facultad telepatica, que solo podia aprovecharse de manera fiable mediante una amplificacion electronica aplicada
Y dado que los karnianos la empleaban de modo directo, no se trataba de seres vivos. En consecuencia, Dzing y sus companeros eran un tipo de robot muy avanzado. Los verdaderos habitantes de Alta III no arriesgaban sus pellejos en lo mas minimo.
Y cosa mucho mas importante, Lesbee sabia ya como servirse de aquellos maravillosos mecanismos para derrotar a Browne, apoderarse de la
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Sumido en estos pensamientos, miraba a los karnianos, entregados a su trabajo destructor.
– Hainker, Graves -dijo en voz alta.
– ?Si? -respondieron a la vez los dos hombres.
– Dentro de poco, pedire al capitan Browne que vuelva a hacer virar la nave. Cuando lo haga, usad las pistolas gaseosas.
– Dalo por hecho -repuso Hainker.
Tanto el como Graves expresaron su alivio con una sonrisa. Lesbee ordeno a los otros cuatro tripulantes que se preparasen para maniobrar los dispositivos portadores del gas a elevada velocidad.
– Toma el mando si algo me ocurriese -ordeno a Tellier.
Luego escribio un nuevo mensaje en el cuaderno: «Sin duda estos seres proseguiran su intercomunicacion mental despues de quedar inconscientes en apariencia. No hagais caso, ni lo comenteis en modo alguno».
Se sintio mucho mejor cuando sus hombres leyeron la ultima nota y el cuaderno volvio a sus manos.
– ?Capitan Browne! -dijo, mirando a la pantalla-. Haga otro viraje, a fin de inmovilizarlos.
Y asi capturaron a Dzing y sus companeros.
Tal como Lesbee habia supuesto, los karnianos prosiguieron su conversacion telepatica.
«Creo que lo hemos hecho bastante bien -informo Dzing a su contacto en tierra. Debio de recibir alguna respuesta, porque prosiguio-: Si, comandante. Ahora somos sus prisioneros, de acuerdo con sus instrucciones, y esperaremos acontecimientos… ?El metodo de aprisionamiento? Cada uno de nosotros ha quedado inmovilizado por una maquina que nos ha sido colocada encima, con la seccion principal ajustada al contorno de nuestros cuerpos. Una serie de rigidos apendices metalicos nos fijan los brazos y las piernas. Todos estos dispositivos estan controlados electronicamente. Podemos escapar, por supuesto. Claro que una accion asi queda pospuesta de momento…»
El analisis hizo estremecer a Lesbee. Pero no existia para los sacrificables posibilidad alguna de volverse atras.
– A vestirse -ordeno a sus hombres-. Luego, empezad a reparar la nave. Colocad otra vez las placas del suelo, excepto la seccion G-8. Han tocado algunas de las computadoras analogicas y sera mejor que me asegure de que todo marcha bien.
Una vez vestido, restablecio el rumbo de la nave y llamo a Browne. La pantalla se ilumino al cabo de un momento y aparecio en ella el poco satisfecho rostro del capitan de la nave, hombre de unos cuarenta anos.
– Deseo felicitarles a usted y a sus hombres por su hazana -dijo Browne, sombrio-. Al parecer, poseemos una pequena superioridad cientifica sobre esta raza. Podremos intentar un aterrizaje restringido.
Puesto que jamas se produciria un aterrizaje en Alta III, Lesbee se limito a esperar sin comentarios, en tanto que Browne se sumia en sus propios pensamientos.
El capitan reacciono por fin, aunque todavia con cierta vacilacion.
– Senor Lesbee -expuso-, sin duda ya sabe usted que esta situacion resulta extremadamente peligrosa para mi… Y para toda la expedicion se apresuro a anadir.
Al oir estas palabras, Lesbee se sintio anonadado. Browne no pensaba permitirle regresar a la nave. Y para alcanzar su objetivo personal, debia subir a bordo. «Tendre que poner de manifiesto su conspiracion y proceder a una aparente oferta de compromiso», penso.
Respiro hondo y miro a los ojos de la imagen de Browne.
– Me parece, senor -dijo, con todo el valor de un hombre imposibilitado de dar marcha atras-, que nos hallamos ante una alternativa. Podemos resolver nuestros problemas personales, o bien mediante una eleccion democratica, o bien compartiendo el mando, siendo usted uno de los capitanes y yo el otro.
Para cualquier otra persona que les escuchara, la observacion habria conducido a una conclusion totalmente erronea. Mas Browne comprendio en seguida su importancia.
– ?Asi que ha decidido poner las cartas sobre la mesa, senor Lesbee? -replico en tono despectivo-. Bien, permitame decirle que jamas se hablo de elecciones mientras los Lesbee ostentaron el mando. Y por una razon excelente. Una astronave requiere una aristocracia tecnica que la dirija. En cuanto a una capitania compartida, no funcionaria.
– Si vamos a quedarnos aqui -se apresuro a contestar Lesbee-, precisaremos al menos dos personas con la misma aut~ ridad, una en tierra y otra en la nave.
– No podria fiarme de usted si le dejo en la nave -fue la rotunda respuesta.
– En ese caso, quedese usted en ella. Todos esos detalles practicos tienen arreglo.
– ?Su familia no ha ocupado un puesto ejecutivo desde hace mas de cincuenta anos! -estallo Browne. Debia de estar casi fuera de si a causa de la intensidad de sus sentimientos personales-. ?Como es posible que todavia se crea con derechos?
– ?Y como sabe a que me refiero?
– El concepto del mando hereditario procede del primer Lesbee -dijo Browne. Habia una furia demoledora en su tono-. No figuraba en las ordenes.
– Y sin embargo, usted se beneficio de eso, heredando su cargo.
– Es absolutamente ridiculo -replico Browne con los dientes apretados- que el gobierno que regia la Tierra cuando partio la nave, una nave cuyos tripulantes originales murieron hace infinidad de tiempo, nombrara a alguien para un puesto de mando… – y que ahora su descendiente piense que el cargo le corresponde, a el v a su familia, para siempre.
Lesbee guardo silencio, sorprendido por las ocultas emociones que ponia al descubierto aquel hombre. Penso que su actuacion estaba todavia mas justificada, si tal cosa era posible. Presento su siguiente sugerencia sin remordimiento alguno.
– Capitan, nos hallamos en plena crisis. Deberiamos posponer nuestra lucha privada. ?Por que no llevamos a bordo a uno de estos prisioneros, a fin de interrogarle empleando peliculas o actores? Mas tarde, discutiriamos