– ?Va a matarme? -Browne estaba palido-. Es todo lo que queria saber. Escuche, no hay motivo ya para pelear. Podemos volver a casa, ?no lo comprende? Esta prolongada locura esta a punto de concluir. No tiene por que morir nadie.
Lesbee dudo. El capitan decia la verdad, al menos en parte. Desde luego, intentaba reducir doce anos a dias o, como mucho, doce semanas. Pero habia que confesar que se trataba de un plazo
«?Acabare por matarle?», se pregunto.
No creia que lo hiciera, dadas las circunstancias. Muy bien. Y si no le mataba, ?que? Permanecio indeciso, mientras transcurrian segundos vitales, sin que vislumbrase solucion alguna. Desesperado, penso finalmente: «Tendre que ceder por el momento. Dedicar un solo minuto a pensar en esto significa una absoluta locura.»
– Le prometo lo que pide -dijo, luchando contra su intensa frustracion-. Si es capaz de imaginar un medio de que me sienta seguro en una nave mandada por usted, tendra toda mi consideracion. Y ahora, senor, empiece a hablar.
– Acepto esa promesa. Lo sucedido aqui corresponde a la teoria de la contraccion de Lorenz-Fitzgerald. Solo que ha dejado de ser una teoria. Estamos viviendo ahora su realidad.
– Pero ?como es posible? Solo hemos tardado unas horas en alcanzar la velocidad de la luz.
– Al acercarnos a la velocidad de la luz, el espacio se condensa y el tiempo se comprime. Lo que nos parecieron unas horas serian dias en un tiempo y un espacio normales.
Lo que Browne explico despues resulto mas insolito que incomprensible. Lesbee tuvo que blindar su mente para confinar sus viejas ideas y habitos de pensamiento, de forma que los rasgos mas sutiles de los fenomenos superluminicos se abrieron paso en su conciencia.
La comprension del tiempo, dijo Browne, se llevaba a cabo manera gradual. La rapida serie inicial de aceleraciones se proponia sin duda inmovilizar al personal de la nave. Los incrementos subsiguientes coincidian con las maniobras precisas para alcanzar la velocidad de la luz, al fin lograda.
Y puesto que el impulso proseguia, era evidente que la nave encontraba cierta resistencia, quiza procedente de la misma composicion del espacio.
No era el momento de discutir detalles tecnicos. Lesbee acepto la notable realidad y se apresuro a preguntar:
– Muy bien, ?y donde esta Dzing?
– Supongo que el no nos acompano -contesto Browne.
– ?Que pretende decir?
– La condensacion espacio-temporal no le afecto.
– Pero… -empezo a objetar Lesbee.
– Escuche, no me pregunte como lo hizo -le interrumpio Browne-. Me imagino que permanecio en la jaula hasta que ceso la aceleracion. Entonces, con toda tranquilidad, se libero de sus ligaduras electricas, salio y se marcho a otra parte de la nave. No tendria prisa alguna puesto que, en aquel momento, operaba a una velocidad unas quinientas veces superior a nuestro ritmo vital.
– Pero eso significa que ha estado ahi fuera durante horas de su tiempo. ?Para que?
Browne admitio que ignoraba la respuesta.
– Ahora comprendera a que me referia cuando hable de regresar a la Tierra -indico con ansiedad-. No tenemos nada que hacer en esta parte del espacio. Estos seres nos aventajan muchisimo en el aspecto cientifico. Con toda evidencia, pretendia persuadir a Lesbee. El tecnico penso: «Ha vuelto a
Paso por su mente un vago resumen de todo cuanto habia leido en torno a la lucha por el poder a lo largo de la historia de la Tierra. Como los hombres conspiraban por la supremacia incluso en los momentos en que inmensas hordas invasoras echaban abajo sus puertas. Browne era un autentico descendiente espiritual de aquellos insensatos.
Lesbee se volvio lentamente y se encaro al enorme tablero. Lo que mas le aturdia era no saber que hacer contra un ser que se movia quinientas veces mas rapido que el hombre.
7
Experimento una repentina sensacion de terror ante la idea. En un momento dado, Dzing se habia convertido en una mancha. Un punto de luz. Con un movimiento tan rapido que, antes de que la mirada humana lo vislumbrara, el extrano ser se habria ido al otro extremo de la nave… y efectuado el recorrido inverso.
Con todo, Lesbee sabia que se necesitaba un cierto tiempo para atravesar la nave de punta a punta. Veinte o veinticinco minutos, para un ser humano que siguiera el corredor denominado Centro A.
El karniano emplearia seis segundos en el trayecto de ida y vuelta. Expresado asi, el lapso de tiempo adquiria toda su significacion. Tras pensar en ello por un momento, tuvo que confesarse todo su desanimo. ?Que podian hacer contra una criatura que tenia en su favor una diferencia de tiempo tan grande?
– ?Por que no emplea contra el ese sistema de aterrizaje por control remoto que monto con mi permiso? - pregunto Browne a sus espaldas.
– Ya lo hice, en cuanto ceso la aceleracion -confeso Lesbee-. Pero Dzing debia encontrarse ya en ritmo acelerado.
– Eso no tendria importancia alguna.
– ?Como dice?
Lesbee no pudo ocultar su sorpresa. Browne abrio la boca, evidentemente dispuesto a dar explicaciones, pero volvio a cerrarla enseguida.
– Asegurese de que el intercomunicador esta desconectado -pidio a continuacion.
Lesbee lo hizo, aun comprendiendo que Browne tramaba algo de nuevo.
– Yo no lo entiendo y usted si -comento. Habia rabia en su voz-. ?Me equivoco?
– No.
Browne hablo en tono pausado, aunque resultaba obvio que estaba conteniendo su excitacion.
– Se como derrotar a esa criatura -continuo-. Eso me coloca en posicion de negociar.
Los ojos de Lesbee se redujeron a dos rendijas.
– ?Maldita sea! No hay pacto. ?O me lo explica o se queda todo en nada!
– En realidad, no trato de complicar las cosas. Tendra que matarme o llegar a un determinado acuerdo. Deseo saber en que consiste ese acuerdo. Porque me propongo cumplirlo, claro esta.
– Pienso que deberiamos celebrar elecciones.
– Conforme -contesto Browne en el acto-. Empiece a prepararlas. Y ahora libereme de estos rayos y le ofrecere el truco espacio-temporal mas pulcro que haya visto en toda su vida. Y eso significara el fin de Dzing.
Lesbee observo el rostro del otro hombre y vio el mismo semblante franco, identica sinceridad a la que habia precedido a la orden de ejecucion. «?Que puede hacer?», penso.
Considero numerosas posibilidades. Por ultimo, sumido ya en la desesperacion, medito: «Me aventaja en conocimientos, el arma mas indestructible que existe en el mundo. En ultimo termino, lo unico con que cuento para oponerle es
No obstante, ?que pensaba hacer Browne contra el?
– Antes de liberarle -anuncio con tristeza-, voy a ponerle junto a Mindel. Que le de su pistola y entreguemela.
– Por supuesto -replico Browne, con indiferencia.
Poco despues, le entregaba el arma de Mindel.
«Miller esta en el puente -penso Lesbee-. Tal vez le haya hecho una rapida senal a Browne mientras yo me encontraba de espaldas al tablero de mandos.»
Cabia en lo posible que Miller, al igual que Browne, hubiera permanecido incapacitado durante el periodo de