aceleracion. Resultaba vital para el averiguar su condicion actual.
Conecto el intercomunicador que unia ambos cuadros de mando. El rostro severo y arrugado del primer oficial aparecio en la pantalla, ocupandola casi por completo. Lesbee diviso los contornos del puente detras del individuo y, mas lejos, la negrura estrellada del espacio.
– Senor Miller -dijo cortesmente-, ?como le ha ido con la aceleracion?
– Me pillo por sorpresa, capitan. Una autentica paliza. Creo que estuve inconsciente durante algun tiempo. Pero ya me he recuperado.
– Perfecto. Probablemente ya lo habra oido. El capitan Browne y yo hemos llegado a un acuerdo y nos disponemos a destruir a la criatura que anda suelta por la nave. ?Mantengase alerta!
Y con todo cinismo, interrumpio la conexion.
Asi que Miller continuaba alli, en perfectas condiciones, aguardando. Ahora bien, la cuestion seguia siendo la misma. ?Que podia hacer Miller? Habia una respuesta obvia: Miller tenia prioridad para hacerse cargo de la nave. ?Y de que le serviria eso?, se pregunto Lesbee.
Bruscamente, se le aparecio la respuesta. Al menos, asi lo creia.
Habia estado forzando su mente en busca de la contestacion propia de un tecnico. Ahora veia claro el plan de Browne. Esperarian a que bajara su guardia por un momento. Entonces Miller haria uso de su prioridad, desconectaria el rayo tractor que atenazaba a Browne y se apoderaria de Lesbee con la misma arma.
Los dos oficiales debian evitar a toda costa que Lesbee disparara la pistola contra Browne. «El unico detalle capaz de inquietarles -penso Lesbee-. Ninguna otra cosa les detendra.»
Con regocijo desenfrenado, resolvio que la solucion consistia en permitir que se cumpliese su designio. Pero antes de que tal cosa sucediera…
– Senor Browne -dijo con calma-, creo que deberia facilitarme su informacion. Si me muestro conforme en que se trata en efecto de la solucion correcta, le liberare y celebraremos elecciones. Usted y yo nos quedaremos aqui hasta que concluyan los comicios.
– Acepto su promesa -replico Browne-. La velocidad de la luz es una constante y no varia en relacion a los objetos moviles. Este principio se aplica tambien a los campos electromagneticos.
– En ese caso, Dzing resulto afectado por el mecanismo de control remoto que yo conecte.
– En el acto. Jamas tuvo la posibilidad de hacer un solo movimiento. ?Que potencia utilizo, Lesbee?
– Tan solo la primera fase. Pero los impulsos mentales accionados por el aparato interfirieron practicamente con todos los campos magneticos de su cuerpo. A partir de entonces, Dzing quedo incapacitado para toda accion coherente.
– Debio de ser asi -contesto Browne en voz baja-. Le descubriremos descontrolado en cualquiera de los corredores, a nuestra merced. -Esbozo una mueca-. Ya le dije que sabia como derrotado. Porque en realidad ya estaba derrotado.
Lesbee, con los ojos entornados, estudio la cuestion durante unos segundos interminables. Aceptaria la explicacion, pero tendria que realizar determinados preparativos. Y muy de prisa, antes de que Browne recelara algo a causa de su retraso.
Se volvio hacia el tablero y conecto el intercomunicador.
– Atencion, tripulantes -dijo-. Vuelvan a ponerse los cinturones. Ayuden a los heridos a que lo hagan. Cabe en lo posible que se produzca otra emergencia. Disponen de varios minutos, creo, pero no pierdan tiempo.
Desconecto el intercomunicador y activo el circuito cerrado que comunicaba con las secciones tecnicas.
– Orden especial para el personal tecnico -expuso rapidamente-. Informen de cualquier detalle anormal, en particular si formas de pensamiento extranas circulan por su mente.
La respuesta llego poco despues.
– No me puedo quitar de la cabeza que me llamo Dzing -afirmo la penetrante voz de un hombre-. Y estoy tratando de informar a mis amos. ?Chico, ni siquiera se lo que me digo!
– ?En que parte de la nave te encuentras?
– En la seccion D4-19.
Lesbee apreto los botones que le ofrecerian una imagen televisiva de aquella zona en particular. Casi al instante, localizo un debil resplandor proximo al suelo.
Investigo brevemente y ordeno que un pesado desintegrador movil fuera llevado al corredor. Cuando ceso la colosal energia del aparato, Dzing se habia reducido a una mancha oscura sobre la lisa superficie.
Mientras se desarrollaban todos estos acontecimientos, Lesbee no ceso de vigilar a Browne, sosteniendo con firmeza en su mano izquierda la pistola de Mindel.
– Bien, senor -dijo-. No hay duda de que ha cumplido lo que prometio. Permitame un momento. Voy a desembarazarme de esta arma y cumplire mi parte del trato.
Y se dispuso a hacerlo. De pronto se detuvo, y no por compasion. Habia estado pensando en lo mas profundo de su mente en la afirmacion de Browne de que el viaje a la Tierra podria efectuarse en meses. El capitan se retracto despues de ella, pero el tema habia preocupado a Lesbee desde entonces. De ser eso cierto, no habia necesidad de que muriese nadie.
– ?Que razon le movio a decir que el viaje de vuelta solo precisaria de…, de menos de un ano? - pregunto.
– La tremenda compresion del tiempo -se apresuro a explicar Browne-. La distancia, tal como usted indico, es de doce anos-luz. Pero con una relacion de tiempo de trescientos, cuatrocientos o quinientos a uno, la cubriremos en menos de un mes. Al hablarle de ello por primera vez, me di cuenta de que las cifras le resultarian incomprensibles, dado el estado de tension en que se hallaba. De hecho, apenas me atrevia a creerlo yo mismo.
– Dios mio! Regresar a la Tierra en un par de semanas… Escuche, le acepto como capitan. No necesitamos elecciones. El
– Por supuesto. Ahi pretendia llegar yo.
El rostro de Browne hacia gala de una extrema candidez.
Lesbee observo aquella mascara de inocencia y penso desesperado: «?Que sucede? ?Por que da la impresion de no estar realmente de acuerdo? ?Sera porque no desea perder el mando con tanta rapidez?»
Sentado alli, sintiendose desdichado, luchaba por salvar la vida de su contrincante. Trato de situarse mentalmente en la posicion del capitan de una nave, intento contemplar la perspectiva de un cambio de opinion. Era dificil imaginar esa realidad. Sin embargo, en aquel preciso instante le parecio comprenderlo todo.
– Seria una verguenza, en cierto modo -aventuro con cautela-, regresar sin haber efectuado un aterrizaje util en alguna parte. Con esta nueva velocidad, nos hallamos en condiciones de visitar una docena de sistemas solares y, no obstante, volver al hogar en un ano.
La expresion que se pinto en el semblante de Browne por un fugaz instante revelo a Lesbee que habia calado bien hondo en el pensamiento del capitan.
Una decima de segundo despues, Browne sacudia vigorosamente la cabeza.
– No es momento para expediciones secundarias -dijo-. Futuras expediciones se encargaran de la exploracion de nuevos sistemas solares. La gente de esta nave ya ha completado su servicio. Regresaremos directamente a la Tierra.
Su rostro se habia relajado por completo. Sus ojos azules reflejaban un brillo de sinceridad.
A Lesbee no le quedaba nada mas que decir. El abismo que les separaba se habia hecho infranqueable. El capitan debia eliminar a su rival si queria regresar por fin a la Tierra e informar de que la mision encomendada a la
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Lesbee se metio la pistola en el bolsillo interior de la chaqueta, procurando que su accion fuera bien visible. Luego, aparentando tomar precauciones, manejo el rayo tractor para atraer a Browne a metro y medio de distancia. Le dejo en el suelo, le libero del rayo y, con gestos asimismo elocuentes, aparto su mano de los mandos. De ese modo, en apariencia quedaba por entero indefenso.