la vez para apartarse de ella.

Murchad lanzo una mirada interrogante a Fidelma, como para preguntarle que debia hacer.

Cian se habia tranquilizado y estaba sentado con las manos sobre la mesa, mirando a la chica con absoluta indiferencia.

– Gracia a Dios que este asunto esta resuelto -dijo a nadie en particular-. Esa demencia no tiene nada que ver conmigo. Yo no soy el responsable de su locura. Dominus illuminatio… En fin, yo solo me acoste con ella una vez.

Sor Gorman giro sobre sus talones hacia Cian con los ojos encendidos.

– Pero lo hice por ti, por ti… ?no lo comprendes? ?Lo hice para salvarte! ?Para que pudieramos estar juntos!

Cian sonrio con suficiencia.

– ?Por mi? -se mofo-. Estas loca. ?Que te hizo pensar que querria algo mas contigo despues de esa noche? Las mujeres os empenais en hacer de todas las cosas una propiedad permanente.

Sor Gorman se echo hacia atras, como si la hubieran abofeteado. Una expresion de perplejidad invadio su semblante por completo.

– No es posible que estes hablando seriamente. Esa noche me dijiste que me amabas.

Su voz se habia vuelto un suave lamento.

Fidelma sintio que la invadia la compasion al tiempo que los recuerdos de juventud regresaban a su mente.

– Cian solo ama a Cian, Gorman -dijo con severidad-. Es incapaz de amar a nadie mas. Y en cuanto a ti, Cian, puede que afirmes que no eres el responsable de esas atrocidades, y tendras razon en lo que respecta a la ley. Sin embargo, la ley no siempre es justa. No puedes desentenderte de la responsabilidad moral con la que cargas. Tu egoismo, tu habilidad para manipular las emociones ajenas, sobre todo las de las mujeres, son una responsabilidad que te incumbe. Tarde o temprano tendras que responder por ella.

Cian se ruborizo, molesto por sus palabras.

– ?Que tiene de malo aprovechar los placeres que te brinda la vida? ?Acaso nos hemos convertido todos en ascetas catolicos, retirados en el desierto como ermitanos? ?Por que no podemos seguir gozando de la vida?

El semblante de Tola reflejaba su furia.

– No mataras es un mandamiento del Senor. La mujer esta condenada, pero vos, Cian, vos habeis sido el causante de esta locura y habreis de ser condenado con ella.

– ?Y bajo la ley de quien? -se mofo Cian-. No me aleccioneis con vuestra moral intolerante. No viene al caso.

Gorman estaba de pie encorvada como un perro al que han azotado; se abrazaba a su propio cuerpo, como si ello la reconfortara. Se balanceaba adelante y atras sobre sus talones, sin dejar de sollozar.

– Lo hice por ti, Cian -se lamentaba entre susurros-. Muirgel… Canair… Hasta he matado a Toca Nia para protegerte de esa infame acusacion. La habria matado tambien a ella… a Fidelma… y luego a Crella. Ambas querian hacerte dano. Habia que protegerte. Sin ellas podriamos haber estado juntos. Estorbaban nuestra felicidad.

Fidelma le hablo con suavidad, casi con amabilidad.

– ?Podriais decirnos como matasteis a sor Canair? Yo conozco parte de la historia por Guss, pero me gustaria saber el resto. ?Nos lo podeis contar?

Gorman solto una risilla. Era un sonido espeluznante, pues era la risa de una nina inocente.

– El me amaba. Cian me amaba…, lo se. «?Sere tu esposo para siempre, y te desposare conmigo en justicia, en juicio, en misericordias y piedades, y yo sere tu esposo, en fidelidad…!»

Fidelma recordaba las palabras vagamente. Debian de ser del libro de Oseas. En aquel viaje se habian citado muchos pasajes de Oseas.

– Aunque el ahora lo niegue, me amo del mismo modo que yo le ame. Nos habriamos casado si…, si las otras no lo hubieran atrapado con su lujuria y…, y…

Cian se encogio de hombros timidamente.

– Es obvio que esta trastocada -murmuro-. Yo me lavo las manos en este asunto.

– ?Gorman! -grito Fidelma, volviendose con brusquedad a la muchacha-. Cuentanos que paso con Canair. ?Cuando la mataste?

Por alguna razon, el tono intimidatorio de Fidelma hizo volver a Gorman de las tinieblas en las que se estaba adentrando y tuvo un momento de lucidez.

– La noche antes de zarpar, la mate en la posada de Ardmore.

Hizo la confesion con frialdad, sin emocion en la voz, sin moverse, sin sentimiento en los ojos que miraban a Cian.

– ?Solo porque Canair mantenia relaciones con Cian? -intervino el hermano Tola.

Con una sonrisa perturbadora, la muchacha recito:

Y se fue tras ella entontecido,

Como buey que se lleva al matadero,

Como ciervo cogido en el lazo,

Hasta que una flecha le atraviesa el higado.

O como pajaro que se precipita en la red,

Sin saber que le va en ello la vida…

– ?Deja ya esas tonterias! -exclamo Cian-. Estoy harto ya de esas divagaciones absurdas.

Sor Ainder se inclino hacia delante y lo reprendio con una mirada glacial.

– El libro de los Proverbios no es ninguna tonteria, hermano Cian. No sois digno de escuchar esas palabras ni de vestir el habito religioso.

– ?Creeis que me gusta tener que llevar estos ridiculos harapos? -le espeto Cian.

– Cuanto hoy he oido me repugna -replico sor Ainder-. Pienso relatar hasta el ultimo detalle al abad de Bangor. Cuando regreseis a la abadia, hare que os excomulguen con el ritual mas solemne, si ello me es posible.

– Si es que regreso a Bangor -reto Cian con desden.

Entretanto, sor Gorman habia seguido hablando como ajena a cuanto la rodeaba.

Fidelma se inclino hacia delante para preguntarle con lentitud y claridad:

– ?Por que matasteis a sor Canair?

– Canair lo sedujo y lo aparto de mi -respondio con timidez-. Tenia que morir.

Cian abrio la boca para quejarse, pero Fidelma le hizo una sena para hacerlo callar y volvio a preguntar a la muchacha:

– ?Como sucedio? Por lo que se, Canair se separo del grupo antes de llegar a Ardmore, y el grupo se dirigio a la abadia de St. Declan para pasar la noche. Vos fuisteis con ellos, ?no?

– Oi a Canair hablar con Cian para citarse con el en la posada mas tarde.

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