– ?Fuiste a la posada, Cian?

No respondio.

– ?Te encontraste con Canair? -insistio Fidelma.

Al fin Cian asintio sin decir nada, como si fuera reacio a reconocerlo.

– ?Y que sucedio luego?

– Llegue a la posada cuando aun habia gente despierta. No sabia si Canair habia llegado, y mientras aguardaba fuera, vi llegar a Muirgel y a Guss. Por su forma de comportarse, parecia que pretendian hacer lo mismo que Canair y yo -relato Cian, y aspiro aire por la nariz-. Eso no era cosa mia. Como ya he dicho, mi relacion con Muirgel habia terminado hacia tiempo.

– Prosigue -le acucio Fidelma cuando Cian se detuvo.

– Espere. Se hizo tarde y, como Canair no aparecio, decidi regresar a la abadia. Eso es todo.

Fidelma aguardaba con expectacion.

– ?Y dices que eso es todo? -pregunto Fidelma con cierta incredulidad.

– Regrese a la abadia -repitio Cian-. ?Que iba a hacer si no?

– ?No te preocupaste al ver que Canair no acudio?

– Era lo bastante mayor para decidir si presentarse o no.

– ?No te parecio extrano que Canair tampoco apareciera al dia siguiente en el muelle para tomar el barco? ?Por que no diste la voz de alarma?

– ?Que voz de alarma? -pregunto a la defensiva-. Canair no acudio a la cita ni al muelle. ?Que le iba a hacer yo? Era su decision. Yo no tenia idea de que la hubieran matado.

– Pero… -Por una vez Fidelma quedo sin palabras ante el egocentrismo de Cian.

– Ademas, ?que alarma iba a dar y a quien? -anadio.

Fidelma se giro hacia Gorman.

– ?Puedes contarnos que sucedio en la posada?

Gorman la miro con ojos apagados y perdidos.

– Yo estaba alli como la mano derecha de la venganza de Dios. La venganza es…

– ?Fuiste alli para matar a Canair? -la interrumpio Fidelma con firmeza.

– Canair fue a la posada. Yo me escondi entre las sombras. Se quedo en la puerta un rato, mirando, esperando a Cian, pero el ya habia regresado a la abadia. Lo se porque lo vi marcharse. Entonces Canair se decidio a entrar. Le oi preguntar si alguien habia inquirido por ella, o si algun monje habia cogido una habitacion. Se le dijo que una mujer y un hombre, ambos religiosos, habian cogido una habitacion, pero cuando se los describieron, perdio interes. Yo permaneci escondida para escuchar. Al final, Canair cogio una habitacion y subio. Yo espere en el patio de la posada, pensando en que hacer. Entonces vi una luz en una ventana de la planta superior, y luego a Canair asomada, con la esperanza de que Cian se presentara. Yo volvi a esconderme en la penumbra. Ella no me vio.

De repente, Gorman revivio, siguio narrando la historia con animo renovado y un malevolo gesto de jubilo.

– Espere un rato y luego, cuando la posada quedo en silencio, entre. Fue bastante facil.

– Maldita sea la ley que prohibe a los posaderos cerrar el local para no impedir la entrada a los viajeros que quieran reposar -susurro sor Ainder-. Esa misma ley nos deja desprotegidos.

La muchacha seguia hablando sin prestarle atencion.

– Subi a la habitacion de Canair. La ramera dormia y la mate. Luego me fui del mismo modo que entre, en silencio.

– ?Por que os llevasteis el crucifijo? -pregunto Fidelma mostrando la cruz que habia caido de la mano de Muirgel cuando murio.

Gorman volvio a soltar la misma risilla.

– Es que era… tan bonito. Tan bonito.

– ?Y luego regresasteis a la abadia?

– A la manana siguiente, Muirgel y Guss estaban en la abadia, desayunando como si no hubieran pasado la noche fuera. Pense que ya tendria ocasion de castigar a Muirgel. Y asi lo hice.

– Y asi lo hicisteis -repitio Fidelma-. ?De modo que el cuerpo de Canair se quedo en la posada, supuestamente sin que nadie lo descubriera hasta despues de que el barco zarpara?

Su comentario no iba expresamente dirigido a Gorman, y Murchad respondio.

– Eso pareceria -dijo rascandose la nuca-. Yo conozco a Colla, el dueno de la posada. Si el hubiera descubierto el cadaver habria dado la voz de alarma enseguida.

– Muirgel y Guss estaban en la habitacion de al lado y oyeron los gemidos agonizantes de Canair. Eso me conto Guss -explico Fidelma-. Vieron su cuerpo y tomaron la necia decision de regresar a la abadia sin decir nada. Pero al subir a bordo, Muirgel vio a Gorman con el crucifijo de sor Canair. Muirgel supo por que Gorman habia matado a Canair y descubrio que ella iba a ser la proxima en caer. Por esta razon fingio, primero, que estaba mareada y, luego, que habia caido al agua. Pero Gorman se la encontro cuando salia del camarote de Guss y la mato. Muirgel cogio el crucifijo que Gorman le habia quitado a sor Canair. Muirgel seguia con vida cuando la halle, e intento avisarme… pero solo consiguio darme el crucifijo de Canair.

– De modo que Canair, Muirgel y Toca Nia fueron victimas de esa locura - murmuro sor Ainder-. Las mujeres porque tuvieron la desgracia de ser seducidas por este… -senalo a Cian con la cabeza-, este infeliz degenerado, y el guerrero de Laigin porque acusaba a Cian de una conducta y unos crimenes graves y esta pobre trastornada lo consideraba otra amenaza. ?Que locura y que maldad es esta, hermanos?

Cian se levanto, enfadado.

– ?Tengo la impresion de que me culpais a mi en vez de culpar a esta idiota arpia!

Gorman volvio a echar el cuerpo atras como si la hubieran atacado fisicamente.

Pues lejos de mi, te subiste y subiste a tu lecho,

Lo ensanchaste y te prostituiste con aquellos

Cuyo comercio deseaste, compartiendo su lecho.

Y cometiste innumerables actos de fornicacion

Encendido de concupiscencia…

Entonces se llevo la mano al interior del habito, saco algo y lo lanzo. Murchad, de pie junto a Cian, reacciono con rapidez y lo empujo a un lado. Un cuchillo se clavo en un bao de madera justo detras de Cian.

Con un grito de furia por haber fallado, Gorman aprovecho la confusion y la vacilacion del momento para salir del camarote y huir por la escalera de camara a la cubierta superior.

Fidelma fue la primera en reaccionar, y echo a correr tras ella con Murchad a la zaga.

– No os preocupeis, senora -le dijo-. No tiene adonde huir. Estamos en medio del oceano.

– Lo que me preocupa no es que huya -respondio Fidelma-, sino el dano que pueda hacerse a si misma. La locura no conoce logica.

Cuando aparecieron a toda prisa en la cubierta, Drogan, de pie en la espadilla,

Вы читаете Un acto de misericordia
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×