– Madre -dije-, ese amor me acompanara alla donde vaya, pero Abigail no ira conmigo. No ira conmigo ninguna esposa; ni esposa, ni hijo. Madre, tu y yo no tenemos necesidad de hablar de esto. Pero si hemos de hacerlo ahora, pues bien, has de saber que no voy a cambiar de idea.
Inclino la cabeza, como yo sabia que haria. Me beso en la mejilla. Yo acerque de nuevo las manos al fuego, y ella me tomo la derecha y la acaricio con su propia mano pequena y calida.
Crei que mi corazon se iba a detener.
Ella me solto.
«Abigail. Esto es peor que los suenos. No son imagenes que sea posible ahuyentar. Es sencillamente todo lo que se de ella y siempre he sabido, de Abigail. Es casi mas de lo que un hombre puede soportar.»
De nuevo, compuse mi voz normal. Hable en voz baja y sin enfasis.
– Madre, ?le resultaba Jason realmente insoportable? -?Jason?
– Cuando pidio la mano de Abigail, madre, ?a ella le resulto insoportable?
Jason. Lo sabes, ?no? Arrugo el ceno y penso.
– Hijo mio, no creo que Abigail haya llegado siquiera a enterarse de que Jason la pretendia -dijo-. Todo el mundo lo sabia. Pero creo que ese dia Abigail estaba aqui jugando con los ninos. No estoy segura de que ella dijera una sola palabra al respecto. Shemayah se presento aqui esa noche, y se sento aqui y dijo las cosas mas terribles y despectivas sobre Jason, pero Abigail ya no estaba. Estaba en su casa, durmiendo. No se si Abigail encuentra insoportable a Jason. No, no creo que ella lo sepa siquiera.
El dolor habia ido creciendo mientras ella hablaba. Era agudo y profundo.
Mis ideas se hacian borrosas. Que gran cosa habria sido poder llorar; estar solo y llorar, sin nadie que me viera ni oyera.
«Carne de mi carne y huesos de mis huesos.» Mantuve una expresion serena y las manos quietas. «El los creo varon y mujer.» Tenia que ocultarle esto a mi madre, y ocultarmelo a mi mismo.
– Madre -dije-, podrias mencionarselo a ella… que Jason fue a pedir su mano. Tal vez puedas hacerselo saber, de alguna forma.
El dolor se hizo tan intenso que no quise seguir hablando. No podria confiar en mi mismo si decia una palabra mas.
Senti sus labios en mi mejilla. Su mano se poso en mi hombro.
Despues de un largo silencio pregunto: -?Estas seguro de que es eso lo que quieres que haga?
Hice un gesto de asentimiento.
– Yeshua ?estas seguro de que es la voluntad de Dios?
Espere a que el dolor retrocediera y mi voz volviera a pertenecerme.
Entonces la mire. De pronto, su expresion serena me trajo una nueva tranquilidad.
– Madre -dije-, hay cosas que se y cosas que no se. A veces ese conocimiento me viene de forma inesperada, como respuestas repentinas a quienes me preguntan. Otras veces, el conocimiento llega a traves del dolor.
Pero siempre tengo la certeza de que se trata de un conocimiento superior al que yo podria alcanzar por mi mismo. Sencillamente, esta mas alla de mi alcance, mas lejos de cuanto puedo averiguar. Se que vendra a mi cuando tenga necesidad de el. Se que puede venir, como he dicho, de forma imprevista. Pero hay cosas que se con total seguridad, y que siempre he sabido. No hay sorpresas. No hay dudas.
Otra vez guardo un largo silencio, y luego dijo:
– Eso te hace infeliz. Lo he visto antes, pero nunca me ha parecido tan malo como ahora. -?Tan malo es? - murmure. Aparte la vista, como hacen los hombres cuando solo quieren ver sus propios pensamientos-. No se si ha sido malo para mi, madre. ?Que es malo para mi? Amar a Abigail como la amo… ha sido un resplandor, un resplandor grande y hermoso.
Ella espero.
– Hay estos momentos -dije-. Momentos que te parten el corazon, momentos en que se mezclan la alegria y la tristeza. Cuando descubres que el dolor se convierte en una dulzura secreta. Recuerdo haberlo sentido por primera vez cuando llegamos a este lugar, todos juntos, y subi hasta lo alto de la colina de Nazaret y vi la hierba verde y viva, y las flores y los arboles moviendose como en un gran baile. Duele. Ella no dijo nada.
La mire. Me golpee levemente el pecho con el puno. -Duele -dije-. Pero tenia que ser asi… desde siempre. Asintio a reganadientes, inclinando la cabeza. Guardamos silencio.
– Cuentaselo a Abigail -dije al cabo-. Arreglatelas para que sepa quejasen ha pedido su mano. Jason la quiere, y yo he de reconocer que la vida junto a Jason nunca sera aburrida.
Ella sonrio. Me beso otra vez, se apoyo en mi hombro para incorporarse, y se fue.
Santiago volvio a entrar. Se preparo una almohada con su manto doblado y se tendio a dormir junto a la pared.
Yo me quede mirando los rescoldos rojizos.
«?Cuanto tardara, Senor? -le susurre-. ?Cuanto?»
8
El hecho es que, a su manera modesta, todas las doncellas de Nazaret suspiraban por Jason. Y nunca resulto tan evidente como en la tarde siguiente, cuando el pueblo se volvio loco y abarroto la sinagoga; hombres y mujeres y ninos llenaron todos los bancos y se apinaron en el umbral y se sentaron ocupando cada centimetro de suelo, hasta los mismos pies del rabino y los ancianos.
Con las primeras sombras del dia, las hogueras de senales transmitieron a Galilea las noticias que ya se habian difundido por toda Judea. Los hombres de Poncio Pilatos habian izado sus estandartes en el interior de la Ciudad Santa, y se negaban a retirarlos a pesar de las protestas del populacho furioso.
El cuerno de carnero soplo una llamada tras otra.
Apinados y estrujados, ocupamos como pudimos nuestros sitios cerca de Jose, y Santiago se esforzo por controlar a sus hijos Menahim, Isaac y Shabi.
Estaban presentes todos mis sobrinos y primos, asi como todos los que podian valerse por si mismos en Nazaret, e incluso los imposibilitados de caminar, llevados a hombros por sus hijos o nietos. El anciano Sherebiah, que era sordo como una tapia, tambien habia sido llevado alli.
Abigail, Ana la Muda y mis tias estaban ya sentadas entre las mujeres, inquietas pero en general silenciosas.
Cuando Jason se adelanto para informar con detalle de las noticias, vi los ojos de Abigail fijos en el con la misma atencion que los demas.
Jason subio de un salto al banco colocado junto al de los ancianos.
Que deslumbrante estaba con su habitual tunica de lino blanco con flecos azules, y un manto claro sobre los hombros. Ningun maestro bajo el Porche de Salomon tenia un aspecto mas imperioso ni mas elegante. -?Cuantos anos hace que Tiberio Cesar expulso de Roma a la comunidad judia? -pregunto a viva voz.
Un rugido se alzo de la asamblea, incluso las mujeres gritaron, pero todos guardaron silencio cuando Jason continuo:
– Y ahora, como todos sabemos, un hombre de la clase ecuestre, Sejano, gobierna el mundo en representacion de ese emperador despiadado. Tiberio, a cuyo propio hijo Druso asesino Sejano.
El rabino se levanto y le pidio que no hablara asi. Todos meneamos la cabeza. Era peligroso decir aquello, incluso en el ultimo rincon del Imperio, aunque todo el mundo ya lo supiera. Tambien los ancianos gritaron a Jason que se callara. Jose fue hacia el y lo sujeto con firmeza para que no prosiguiera.
– Ya han sido enviados mensajeros para informar a Tiberio Cesar de esos estandartes en la Ciudad Santa - anuncio el rabino-. Sin duda, se ha hecho ya. ?Creeis que el Sumo Sacerdote Jose Caifas esta con los brazos cruzados y guarda silencio ante esta blasfemia? ?Creeis que Herodes Antipas no va a hacer nada? Y sabeis muy bien, todos y cada uno de vosotros, que el emperador no quiere disturbios en estos lugares, ni en ninguna parte del Imperio. El emperador enviara una orden, como ha hecho otras veces. Los estandartes seran retirados. ?Poncio Pilatos no tendra otra opcion!
Jose y los ancianos hicieron vigorosos gestos de asentimiento. Los ojos de los hombres y mujeres mas jovenes estaban fijos en Jason, que se limitaba a observar, insatisfecho. Luego nego vigorosamente con la