Su voz sono baja y reverente, y su rostro era mas sereno y mas dulce.

– «Mi alma proclama la grandeza del Senor. Mi espiritu se alegra en Dios, mi Salvador Porque El ha puesto los ojos en la humildad de su sierva. Por eso a partir de ahora todas las generaciones me llamaran bienaventurada. El Todopoderoso ha obrado en mi maravillas, y santo es Su nombre. Su misericordia alcanza de generacion en generacion a los que le temen. Ha desplegado la fuerza de Su brazo, y dispersado a los soberbios de mente y corazon. Ha derribado a los poderosos de sus tronos y exaltado a los humildes. A los hambrientos les ha colmado de bienes, y ha despedido a los ricos sin darles nada. Ha acogido a Israel su siervo acordandose de Su misericordia, como habia prometido a nuestros padres…»

Se detuvo y nos miramos. -?Conoces esa oracion? -pregunto.

No respondi.

– Muy bien -dijo con tristeza-. En ese caso te recitare otra, la plegaria pronunciada por el padre de Juan, Zacarias el sacerdote, cuando bautizo a Juan.

No dije nada.

– «Bendito el Senor Dios de Israel, porque ha visitado y traido la redencion a Su pueblo. Ha suscitado una fuerza para nuestra salvacion en la casa de David, Su siervo, tal como habia prometido desde tiempos antiguos por boca de los santos profetas. -Se interrumpio y bajo la vista unos instantes. Trago saliva y continuo-: Salvacion… de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian… Y tu, nino, seras llamado profeta del Altisimo, porque iras delante del Senor para preparar Sus caminos…» -Se detuvo, incapaz de continuar-. ?De que sirve todo esto? -susurro. Se puso en pie y me volvio la espalda.

Yo continue las letanias, tal como las conocia.

– «Para dar a su pueblo conocimiento de salvacion por el perdon de sus pecados -dije-. Por la tierna misericordia de Dios.»

Se volvio para mirarme, asombrado. Yo continue:

– «El hara que nos visite una luz de lo alto, a fin de iluminar a los que se hallan sentados en las tinieblas y las sombras de la muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.»

Se echo atras y palidecio.

– Por el camino de la paz, Jason -dije-. Por el camino de la paz. -?Pero donde esta tu primo? -pregunto-. ?Donde esta Juan, que ha de ser el Profeta? Los soldados de Pondo Pilatos acampan frente a Jerusalen esta noche. Nos lo han dicho las hogueras encendidas a la puesta del sol. ?Que vais a hacer?

Me cruce de brazos y observe su actitud, llena de fervor y furia. Bebio el resto de su vino y dejo la taza sobre el banco, pero cayo y se rompio. Me quede mirando los pedazos. El ni siquiera los vio. No habia oido romperse la taza.

Se me acerco y se acuclillo de nuevo, de modo que la luz mostro con toda claridad su rostro. -?Tu crees en esas historias? -pregunto-. Dimelo, dimelo antes de que me vuelva loco.

No respondi.

– Yeshua -suplico.

– De acuerdo, si, creo en ellas -dije.

Me miro expectante durante un largo rato, pero yo no anadi nada.

Se llevo las manos a la cabeza.

– Oh, no tendria que haber dicho estas cosas. Prometi a tu primo Juan que nunca las revelaria. No se por que lo he hecho. Pense… pense…

– Son momentos amargos -dije-. Yitra y el Huerfano han muerto. El cielo tiene el color del polvo. Cada dia encorva un poco mas nuestras espaldas y trae dolor a nuestros corazones.

Me miro. ?Deseaba tanto comprender!

– Y confiamos en la tierna misericordia del Senor -prosegui-. Esperamos que llegue el tiempo del Senor. -?No tienes miedo de que todo sea mentira? Yeshua, ?nunca has tenido miedo de que todo sea mentira?

– Tu sabes las historias que yo se -repuse. -?No te asusta lo que esta ocurriendo en Judea?

Negue con la cabeza.

– Te quiero, Yeshua -dijo.

– Y yo te quiero a ti, hermano.

– No, no me quieras. Tu primo no me perdonara si sabe que te he contado estos secretos. -?Y quien es mi primo Juan, si ha de vivir toda su vida sin confiarse siquiera a un amigo? -pregunte.

– A un mal amigo, a un amigo poco fiable -replico.

– A un amigo con muchas ideas en la cabeza. Tuviste que resultar muy molesto para los Esenios. -?Molesto! -Se echo a reir-. Me echaron.

– Lo se -dije, y tambien rei. A Jason le encantaba contar la historia de como los Esenios lo invitaron a marcharse. Casi siempre era lo primero que contaba a un nuevo conocido, que los Esenios le habian pedido que se fuera.

Tome el pedazo cortante de arcilla y empece de nuevo a cortar, deprisa, manteniendo la regla perfectamente inmovil. Una linea recta.

– No vas a pedir la mano de Abigail, ?verdad? -pregunto.

– No, no lo hare. -Fui a por el siguiente tablon-. Nunca me casare. -Segui midiendo.

– Pues eso no es lo que dice tu hermano Santiago.

– Jason, dejalo -dije en tono suave-. Lo que diga Santiago es algo entre el y yo.

– El dice que vas a casarte con ella, si, con Abigail, y que el se encargara.

Dice que el padre de ella te aceptara. Dice que el dinero no significa nada para Shemayah. Dice que eres el hombre que su padre… -?Basta! -exclame. Lo mire a los ojos. Estaba casi encima de mi, como si pretendiera amenazarme-. ?Que es? ?Que tienes dentro, en realidad? ?Por que no lo sueltas ya?

Se puso de rodillas y se sento sobre los talones, de modo que de nuevo nuestros ojos se encontraron a la misma altura. Estaba pensativo y triste, y hablo con voz ronca. -?Sabes lo que dijo de mi Shemayah cuando mi tio fue a pedir la mano de Abigail para mi? ?Sabes lo que dijo ese viejo a mi tio, a pesar de que sabia que yo estaba esperando detras de la cortina y podia oirle? -Jason -dije en voz baja.

– El viejo dijo que se me notaba lo que era desde una legua de distancia. Se burlo. Utilizo la palabra griega, la misma con que calificaron a Yitra y el Huerfano…

– Jason, ?es que no puedes leer entre lineas? Es un hombre viejo, amargado. Cuando murio la madre de Abigail, el murio con ella. Solo Abigail hace que siga respirando, caminando, hablando, quejandose de su pierna enferma.

Estaba pendiente de si mismo. No me escuchaba.

– Mi tio simulo que no le habia entendido, ?que astuto! Mi tio, sabes, es un maestro en guardar las formas. Soslayo el insulto. Se limito a ponerse en pie y decir: «Bien, en todo caso tal vez mas adelante cambie de opinion…» Y nunca me dijo lo que le habia dicho Shemayah…

– Jason, Shemayah no quiere perder a su hija. Ella es todo lo que tiene.

Shemayah es el granjero mas rico de Nazaret, pero lo mismo podria ser un mendigo de los que acampan al pie de la colina. Lo unico que posee es a Abigail, y tarde o temprano tendra que darla en matrimonio a alguien, y teme ese momento. Llegas tu, con tu tunica de lino y tu cabello recortado y tus anillos y tu facilidad para expresarte en griego y latin, y le das miedo.

Perdonalo, Jason. Perdonalo por el bien de tu propio corazon.

Se puso en pie y reanudo sus paseos.

– Ni siquiera sabes de que estoy hablando, ?verdad? -dijo-. ?No entiendes lo que intento decirte! Por un momento parece que me entiendes, ?y al siguiente pienso que eres imbecil!

– Jason, este lugar es demasiado pequeno para ti. Cada dia y cada noche estas luchando con demonios en todo lo que lees, en lo que escribes, en lo que piensas, y probablemente tambien en tus suenos. Ve a Jerusalen, donde estan los hombres que desean hablar sobre el mundo. Vuelve a Alejandria o a Rodas.

Eras feliz en Rodas. Es un buen lugar para ti, esta lleno de filosofos. Puede que en Roma te encuentres aun mejor. -?Por que tengo que irme a esos sitios? -repuso con amargura-?Por que? ?Porque crees que el viejo Shemayah tiene razon?

– No, no lo creo en absoluto.

– Bueno, dejame decirte una cosa: tu no sabes nada de Rodas ni de Roma ni de Atenas, no sabes nada de ese mundo. Hay un momento en que un hombre que disfruta de una compania selecta, cuando se cansa de

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