– Pues bien, has hablado de parientes. Hablabas de los parientes de otros lugares. -Lo he hecho.
– Por la parte de su madre, la nuestra, tenemos primos en Seforis. Pero aun mas importante, tenemos primos en Cana, a los que tu conoces muy bien.
Hananel de Cana es un viejo amigo tuyo. Es el primero que me ha venido a la mente, pero hay mas. Sin embargo, Hananel habla bien y es un hombre muy persuasivo.
Todo el mundo estuvo de acuerdo. Todos conociamos a Hananel.
– Hace unos anos nosotros colocamos los suelos de marmol de su casa -anadi-. En varias ocasiones he visitado a Hananel, y tu conmigo, cuando peregrinabamos al festival.
– Si, si, y precisamente la ultima vez -dijo el rabino-, yendo todos juntos, Hananel dijo que mi sobrino Jason era un incordio y una maldicion, si no recuerdo mal.
– No estoy hablando de Jason -dije-. Hablo de Abigail. Seguramente el viejo esta en su casa. De haber ido de Cana a Cesarea nos habria llegado la noticia, y no ha sido asi. El conoce a toda la familia de la madre de Abigail, y su parentesco con ella es mas cercano que el nuestro.
– Es verdad -dijo Santiago-, pero es un viejo que vive solo, sin hijos vivos y con un nieto que anda recorriendo mundo, a saber donde. ?Que podemos hacer?
– Puede venir a hablar con Shemayah y razonar con el sobre este asunto -dije-. Y puede escribir a parientes de otras partes que nosotros no conocemos y encontrar algun sitio donde alojar a Abigail. Ella no puede seguir languideciendo en este pueblo. No tiene por que soportar algo asi. Puede irse con sus parientes de Seforis, de Cafarnaum o de Jerusalen. Hananel los conoce.
Hananel es un erudito, un escriba y un juez. Podra hablar en lugares donde nosotros no seriamos escuchados.
– Es posible… -murmuro el rabino.
– Ire a verle -dije-. Le explicare lo ocurrido. Le expondre toda la historia tal como yo la vi, y mi propia torpeza. Y el comprendera.
– Yeshua, tienes el valor de Daniel para poner de ese modo la cabeza en la boca del leon -dijo el rabino-. Sin embargo…
– Ire. No tardare mas de una hora en llegar a Cana. ?Que puede hacerme? ?Echarme de su casa?
– Tiene una lengua maligna, Yeshua. En comparacion con el, Shemayah es alegre y dulce como una florecilla del campo. No hace otra cosa que lamentarse por su nieto vagabundo, y culpa de todo a Jason. Lo culpa de que su nieto este bajo un portico en Atenas discutiendo con los paganos.
– Eso no me importa, rabino -dije-. Puede cubrirme de insultos. Posee una lengua ligera e infatigable, y no tiene la menor paciencia con personas como Shemayah. Pero creo que por encima de todo se acordara de su parienta Abigail.
Jose levanto la mano.
– Se que se acordara de su parienta Abigail -dijo en voz baja. Hizo una pausa como si se le hubiera escapado la idea y luego prosiguio, con la mirada perdida-: En las peregrinaciones nos fijamos en los jovenes, les observamos en el camino como si fueran bandadas de pajaros. Yo he visto muchas veces sonreir a Abigail. Cuando las muchachas rompian a cantar, Hananel escuchaba a Abigail. Y una vez, despues de beber una copa de vino en el patio del Templo, estando los dos sentados en el ultimo dia de las fiestas, me dijo que seguia oyendo su voz en suenos. No hace mucho de eso, tal vez dos anos.
Eso era exactamente lo que tambien yo habia observado.
– Ire a hablar con el, entonces -dije-. Le pedire que encuentre un hogar para Abigail, lejos de Nazaret, donde pueda ser debidamente atendida y tenga la posibilidad de descansar.
Jose me dirigio una mirada.
– Ve con cuidado, hijo -dijo-. Sera amable con Abigail, pero no contigo.
– Te renira -me advirtio el rabino-, intentara acorralarte con sus argumentos y te acosara a preguntas. No tiene nada mas que hacer en su biblioteca. Y esta amargado por la marcha de su nieto, a pesar de que fue el mismo quien lo echo fuera.
– Dame entonces algun consejo para este viaje, maestro -pedi.
– Sabes muy bien que has de decirle. Explicate como lo has hecho aqui. Y no dejes que te eche de la casa. Si fuera yo contigo nos peleariamos de inmediato, el y yo.
– Pidele que escriba a la familia que considere mas adecuada para ella -tercio Jose-. Y cuando esten hechos los arreglos y haya preparado un lugar para ella, haz que venga aqui. Que venga aqui, y el rabino y yo le acompanaremos a visitar a Shemayah.
– Si -dijo el rabino-, ese hombre no podra negar la entrada a Hananel. -?Hananel! Es el hijo de los insultos - mascullo Santiago-. Una vez, mientras yo estaba trabajando en levantar las paredes de su casa, me dijo que, de poder hacerlo, se llevaria una a una las piedras de Cana para alejarla mas de Nazaret.
El rabino rio.
– Puede que se sienta orgulloso de sacar a la nina que tanto quiere de esta aldea miserable -sugirio Bruria.
Jose sonrio, guino un ojo y senalo divertido a Bruria. Luego me miro y murmuro:
– Puede que ese sea el camino para llegar al corazon de ese hombre.
Me despedi del rabino y deje que me acompanaran de vuelta a casa. Para el viaje necesitaba un par de buenas sandalias y ropa limpia. El camino no era largo, pero soplaba un fuerte viento.
Una vez vestido y dispuesto, mi madre me llamo aparte, a pesar de que mis hermanos, que se preparaban para salir a trabajar, la estaban viendo.
– Escuchame, sobre tu actitud en el arroyo -dijo-. Fue un gesto carinoso, no te quepa la menor duda.
Asenti.
– Es solo que, bueno, ya ves, Abigail habia pedido a su padre lo mismo que a nosotros. Le pidio a Shemayah que se interesara amablemente por ti. Fue antes de que ella misma hablara con nosotros y antes de que el le dijera que eso no era posible.
– Ya veo -dije. -?Te duele?
– No; lo comprendo. El se ha sentido doblemente desairado.
– Si, y no es un hombre sabio, y tampoco paciente. ?Y que era de ella, de mi Abigail? ?Que era de ella en ese mismo momento, cuando el sol golpeaba con dureza la aldea? ?En que habitacion oscura estaba encerrada, rodeada solo de sombras?
Empune un baston por toda compania y emprendi el camino a Cana.
11
En Israel hay escribas y mas escribas. Un escriba de pueblo puede ser el hombre que redacta los contratos de matrimonio, las facturas de una venta y las peticiones de audiencia en la corte del rey o en el Sanedrin judio de Jerusalen. Un hombre asi escribe cartas para cualquiera, y todos le pagan por hacerlo, y el puede leer las cartas recibidas y hacer que entiendan su contenido quienes no tienen facilidad para el lenguaje. Entre nuestra gente es bastante corriente saber leer, pero escribir exige experiencia y habilidad. Y por eso tenemos escribas de esa clase. En Nazaret hay tres o cuatro.
Y luego esta la otra clase de escriba, el gran escriba que ha estudiado la Ley, que ha pasado anos en las bibliotecas del Templo, el escriba experto en las tradiciones de los fariseos, el escriba capaz de discutir con los Esenios cuando critican el Templo o al clero, un escriba que puede instruir a los ninos que van al Templo a aprender todo lo que dicen la Ley y los Profetas y los Salmos y los demas escritos, cientos y cientos de libros.
Hananel de Cana habia sido uno de esos grandes escribas. Habia pasado su juventud en el Templo; y habia sido juez durante muchos anos en distintos tribunales que fallaban pleitos desde Cafarnaum hasta Seforis.
Pero ahora era demasiado viejo para eso, y durante muchos anos se habia preparado para ese dia construyendo la casa mas amplia y hermosa de Cana.
Era una casa grande donde guardaba todos sus libros, que se contaban por miles. Y tambien habia tenido en tiempos habitaciones para todos sus hijos e hijas. Pero ellos habian bajado a la tumba mucho tiempo atras, dejandole solo en este mundo a excepcion de las contadas cartas de una nieta que vivia en Jerusalen y tal vez,