– Si, senor. -?Por que? ?Por que vienes aqui a contarme eso, y por que tu, y que quieres que haga al respecto? ?Crees que no me preocupa la chica?
Compadezco al hombre que tiene una hija tan bella, con una risa tan armoniosa, con ese precioso don para cantar y para recitar. La he visto crecer en el camino desde mi casa al Templo. ?Bueno, que pasa, que quieres de mi!
– Siento, senor, causarte pena…
– Deja eso y continua. ?A que has venido, Yeshua Sin Pecado?
– Senor, la muchacha se esta muriendo encerrada en su casa. No come ni bebe nada. Y no es culpable de nada, salvo de que ella y su padre hayan sido insultados.
– Ese estupido -mascullo-. ?Enviar a buscar a la comadrona para su propia hija! ?Negarse a creer a su propia hija!
Espere. -?Sabes por que se marcho mi nieto a Roma, Yeshua bar Yosef? ?Te lo ha contado ese loco de Jason?
– No, senor. Nunca lo ha mencionado.
– Bueno, sabias que se marcho.
– Lo sabia, pero no por que -explique.
– Porque queria casarse -dijo el anciano. Sus ojos brillaron y aparto la mirada-. Queria casarse, y no para emparentar con la familia de Jerusalen que yo le habia indicado con mi dedo, sino con una chiquilla de pueblo, con una preciosa chiquilla de pueblo. Con Abigail.
Baje los ojos, y guarde silencio. De nuevo espere. -?No sabias eso?
– No, senor. Nadie me lo conto -dije-. Puede que nadie lo sepa.
– Oh, lo saben todos. Jacimus lo sabe. -Hummm…, ?lo sabe?
– Si, lo sabe de cierto y lo supo en su momento, y mi nieto, por iniciativa propia y sin mi bendicion, fue a pedirla a Shemayah, y la chica no tenia mas que trece anos entonces -dijo excitado. Volvia a un lado y otro una mirada huidiza-. Y yo, yo le dije no, no lo haras, no vas a casarte con una muchacha tan joven, no ahora y no de Nazaret, no me importa que su padre sea rico, que su madre lo fuera, que ella sea rica. No me importa, te casaras con la mujer que yo elija, de tus parientes de Jerusalen. ?Y ahora ocurre esto! Y tu me vienes con esta historia.
De nuevo sus ojos se fijaron en mi y parecieron verme por primera vez. Yo me limite a mirarlo.
– Todavia sigues jugando al tonto del pueblo, ya veo -dijo. Me examino como si intentara memorizar mi cara y mis facciones.
– Senor, ?escribiras una carta en favor de Abigail, una carta a nuestros parientes de Jerusalen o Seforis, u otro lugar donde esten dispuestos a acogerla, para ofrecerle un hogar del que pueda formar parte? La muchacha es inocente. Es lista. Es carinosa y amable. Y modesta.
Se sorprendio. Luego se echo a reir. -?Que te hace pensar que Shemayah la dejara escapar de sus garras?
– Senor, si le encuentras ese hogar y escribes una carta exponiendo su caso, y si tu mismo, Hananel el Juez, vienes con nosotros, con el rabino y con mi padre Jose, sin duda podremos conseguir que Abigail marche sana y salva a algun lugar lejos de Nazaret. El no podra decir que no a los ancianos de Nazaret. No es facil decir no a Hananel de Cana, a pesar de lo que haya sucedido antes… Y no estoy seguro de que Shemayah sepa nada de tu nieto ni de lo que ocurrio entre vosotros.
– El estaba de acuerdo. -La respuesta llego rapida como un relampago-.
Shemayah era favorable a ese matrimonio hasta que mi nieto admitio que no tenia mi bendicion ni mi permiso.
– Senor, alguien tiene que hacer algo para salvar a esa nina. Se esta muriendo. -Me puse en pie-. Dime a quien puedo dirigirme, a que parientes de Seforis -dije-. Dame una nota de presentacion. Dame una direccion. Ire alli.
– No te sienta bien esa irritacion virtuosa -dijo burlon-. Sientate. Y quedate tranquilo. Encontrare un sitio para ella. Ya se cual. Conozco mas de uno.
Suspire, y murmure una corta plegaria de accion de gracias.
– Dime, oh piadoso -dijo-. ?Por que no has pedido tu mismo la mano de la chica? Y no me digas que es demasiado buena para un carpintero. En estos momentos no es buena para nadie.
– Es buena -dije- Es inocente.
– Y tu, el hijo de Maria la de Joaquin y Ana, cuentame. Siempre he querido saberlo. ?Eres un hombre debajo de esas ropas? ?Un hombre? ?Me entiendes?
Me quede mirandolo y senti el calor de mi rostro. Me puse a temblar, pero no hasta el extremo de que el se diera cuenta. Consegui sostenerle la mirada. -?Un hombre como los demas hombres? -pregunto-. Entiendes lo que pregunto. Oh, no es porque no te cases. El profeta Jeremias no se caso. Pero si la memoria no me falla, y no me falla nunca, recuerdo haber hablado de eso en este mismo lugar, aunque no en esta casa, en otra, con tu abuelo Joaquin en aquella ocasion. Y caso de que la memoria no me falle desde entonces (y no me falla), el angel que anuncio tu nacimiento a tu temblorosa madrecita no era simplemente un angel caido de la corte celestial, era nada menos que el arcangel Gabriel.
Silencio. Nos miramos.
– Gabriel -repitio. Alzo ligeramente la barbilla y enarco las cejas-. El mismisimo arcangel Gabriel. Vino a hablar con tu madre y con nadie mas, exceptuando, como todos sabemos, el profeta Daniel.
Senti que el rostro me ardia, y tambien el pecho. Podia notar el calor en la palma de las manos.
– Me estas exprimiendo como a un grano de uva, senor -dije-, entre el pulgar y el indice.
«Y se que cuando me presionan de esa manera puedo decir cosas extranas, cosas en las que nunca pienso en mi trabajo diario, cosas que no pienso ni siquiera cuando estoy solo, ni cuando sueno.»
– Asi es -dijo-. Porque te desprecio.
– Eso parece, senor. -?Y por que no te levantas de un salto para irte?
– Me quedo porque estoy pidiendo un favor.
Rio con satisfaccion. Curvo sus dedos bajo su barbilla y miro alrededor, pero no a los libros amontonados, ni a las celosias con sus juegos de luz y verdor, ni a las manchas de luz en el suelo de marmol, ni al delgado hilo de humo que salia del brasero de bronce. ?Que iba a exigir como rescate por Abigail?
– Bueno, esta claro que quieres a esa nina, ?no es asi? -pregunto-. O que eres bobo, como dice la gente, aunque solo alguna gente, he de precisar. -?Que hemos de hacer para ayudarla? -?No quieres saber por que te desprecio? -me pregunto. -?Es tu deseo hacermelo saber?
– Se todo lo que se cuenta de ti.
– Asi parece.
– Sobre los extranos sucesos que rodearon tu nacimiento, y como tu familia huyo a Egipto debido a la miserable matanza de ninos en Belen que llevo a cabo aquel loco que se llamaba a si mismo nuestro rey; y las cosas que eres capaz de hacer. -?Las cosas que puedo hacer? Yo coloque este suelo de marmol -dije-.
Soy carpintero. Es la clase de cosas que puedo hacer.
– Precisamente. Y por eso te desprecio. ?Y lo mismo haria cualquiera que tuviera una memoria como la mia! -Alzo el dedo como si estuviera ensenando una leccion a un nino-. El nacimiento de Sanson fue anunciado no por el arcangel Gabriel, pero si por otro angel. Y Sanson era un hombre. Y conocemos sus grandes hazanas, y las transmitimos de generacion en generacion. ?Donde estan tus hazanas? ?Donde los enemigos derrotados por ti, abatidos en el campo de batalla? ?Donde las ruinas de los templos paganos que has derribado con la fuerza de tu brazo?
Un calor ardiente me abrasaba por dentro. Tuve que ponerme en pie, y volque mi taburete sin intencion. Quede ante el, pero no le veia ni veia la habitacion en que estabamos.
Fue como si recordara algo, algo olvidado durante toda mi vida. Pero no era un recuerdo, sino algo completamente distinto.
«Templos paganos, donde estan tus templos paganos.» Vi templos y los vi caer, aunque no en un lugar ni tiempo determinado, y los oi caer, derrumbarse entre nubes de polvo que se alzaban del suelo, como un cielo revuelto en una tempestad, un cielo que permanecia siempre igual; y aquel temblor, aquella rotura, aquella ruina que se derrumbaba con un estruendo ensordecedor, era como el movimiento incesante y siempre cambiante del mar.