interrogarle. -Leyo de su carta-: «Sois una raza de viboras, ?quien os ha advertido de que huyais de la ira inminente? Dad frutos de arrepentimiento antes de acercaros a mi. Y no os digais a vosotros mismos o entre vosotros 'Tenemos por padre a Abraham'. Porque os digo que Dios puede tomar las piedras que hay aqui y convertirlas en hijos de Abraham.» -Paro de leer y me miro; luego a Jose, y por fin al rabino.

Mi hermano Josias dijo: -?Que significa todo eso? ?Esta diciendo como los Esenios que el Templo es impuro, que las ofrendas que se hacen alli para el perdon de los pecados son inutiles?

– Se dirige hacia el norte por la ribera de Perea -dijo Jason-. Yo voy alli.

Quiero ver por mi mismo esa novedad. -?Y ser bautizado? ?Te someteras a ese rito para el perdon de los pecados? -pregunto el rabino en voz baja-. ?Vas a hacer eso?

– Lo hare si me parece correcto -declaro Jason. -?Pero que puede significar que un hombre bautice a otro, o a una mujer, para lo que importa? -tercio mi tia Esther-. ?Que significa? ?No somos todos judios? ?No estamos purificados cuando salimos de los banos y entramos en los patios del Templo? Ni siquiera los proselitos se banan para el perdon de sus pecados, ?no es asi? ?Esta diciendo que todos hemos de ser proselitos?

Me puse en pie.

– Yo ire -dije.

– Vamos todos contigo -dijo Jose. Inmediatamente, mi madre dijo lo mismo. Todos mis hermanos estuvieron de acuerdo.

Mi madre me tendio la carta que habia recibido de mi hermana Salome la Menor. Mis ojos tropezaron con las palabras «desde Betsaida, desde Cafarnaum».

– Yo tambien quiero hacer ese viaje -dijo la vieja Bruria-. Llevaremos con nosotros a esta nina -anadio, y paso su brazo por los hombros de Abigail.

– Todos lo haremos -dijo Santiago-. Todos, tan pronto como se haga de dia, prepararemos el equipaje e iremos, y llevaremos provisiones para las fiestas. Iremos todos.

– Si -dijo el rabino-, sera como ir al Templo, como asistir a una fiesta. Yo ire con vosotros. Ahora ven conmigo, Jason, he de hablar a los ancianos.

– Oigo voces fuera -dijo Menahim-. Escuchad. Todos hablan de lo mismo.

Salio corriendo a la oscuridad y dejo abierta la puerta a su espalda.

Mi madre habia inclinado la cabeza con la mano en la oreja como para escuchar una voz lejana y apagada. Me acerque a ella.

Jason se habia marchado y el rabino se despedia. La vieja Bruria se puso a nuestro lado.

Mi madre se esforzaba por recordar, y recito:

– «Estara lleno del Espiritu Santo ya desde el seno de su madre. Convertira a muchos hijos de Israel al Senor su Dios, y le precedera con el espiritu y el poder de Elias para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la sabiduria de los justos, para preparar un pueblo bien dispuesto al Senor.» -?Pero quien dijo eso? -pregunto Jose el Menor. Shabi e Isaac repitieron la misma pregunta. -?De quien son esas palabras? - pregunto Silas.

– Fueron dichas a otro -respondio mi madre-, pero por alguien que tambien me visito a mi.

Me miro con ojos tristes.

A nuestro alrededor, los demas compartian comentarios y preguntas, y hablaban de los preparativos del viaje.

– No temas -dije a mi madre. La atraje hacia mi y la bese. Apenas podia contener mi felicidad.

Ella cerro los ojos y se apoyo sobre mi pecho.

De pronto, en medio de todas aquellas prisas y conversaciones, en medio del acuerdo general de que habiamos de ir todos, de que ahora no era posible hacer nada en la oscuridad, de que teniamos que esperar a que amaneciera, en medio de todo aquello y estrechamente abrazado a ella, comprendi la expresion que habia visto en los ojos de mi madre. Comprendi lo que habia tomado por temor o tristeza.

Y cuando recuerde esos dias, esos largos dias agotadores, cuando los recuerde desde algun otro lugar, muy lejos de aqui, ?pensare que fueron dias felices? ?Los recordare con carino?

Nadie la oyo excepto yo cuando me dijo:

– En el Templo habia un hombre cuando te llevamos alli, al nacer tu, antes de que llegaran los Magos con sus regalos.

Yo escuche.

– Y el me dijo: «Y una espada atravesara tambien tu corazon.»

– Ah, nunca antes me habias contado esas palabras -le respondi en secreto, como si solo le estuviera besando la mejilla.

– No, pero me pregunto si no ocurrira ahora -dijo.

– Este es un momento feliz -repuse-. Una epoca buena y dulce, y nos vamos todos de viaje como una familia unida. ?No es asi?

– Si -susurro-. Bien, ahora he de irme. Tengo muchas cosas que preparar.

– Solo un minuto mas -dije, y la abrace mas fuerte.

No la solte hasta que me vi obligado a hacerlo. Alguien entro gritando que Ruben habia venido cabalgando desde Cana, y que tambien se habia enterado de las noticias. Y que Shemayah estaba plantado en la calle, observando nuestro patio.

Supe que tenia que salir, cogerlo de la mano y traerlo a ver a Abigail.

19

Fue un largo viaje hacia el este y el sur, paso a paso y cancion a cancion.

La noche del primer dia, eramos una masa informe de peregrinos, tan grande como nunca se habia visto en el camino de Jerusalen, y en efecto muchas personas salian de sus ciudades y sus pueblos para esto, como lo habrian hecho para asistir a las fiestas.

Shemayah y todos sus braceros viajaban con nosotros. Pero Abigail iba en el carro, con mi madre y mis tias mayores y Maria la Menor, todas apretujadas en el interior. Jose y tio Cleofas viajaban con tio Alfeo en la carreta mas grande, con los numerosos bultos y cestos; el rabino montaba su burro blanco, y Ruben y Jason sus caballos fuertes e incansables, que a menudo se adelantaban haciendo cabriolas y nos esperaban en la ciudad o el mercado mas proximos, o sencillamente regresaban a paso mas lento a reunirse de nuevo con nosotros.

El anciano Hananel de Cana y sus esclavos nos alcanzaron al tercer dia, y desde ese momento fueron con nosotros, a pesar de que nos veiamos obligados a avanzar a un paso bastante fatigoso. Y por las noches era igual que en las peregrinaciones, cuando extendiamos en el suelo nuestras mantas, plantabamos las tiendas, encendiamos hogueras y recitabamos oraciones e himnos.

Alla donde nos deteniamos encontrabamos gente que habia estado en el rio, que habia sido bautizada por Juan y sus discipulos, que habia oido en persona al «profeta Juan». Los que volvian a casa lo hacian alegres, con una expectacion nueva aunque no motivada por ninguna profecia en particular, ni con ningun agravio ni motivo de queja concreto.

Por supuesto, los hombres no se detenian a averiguar que era ese bautismo y que significaba. Se unian a nosotros maestros y escolares, y jovenes a caballo nos adelantaban. Encontramos grupos de soldados del rey que habian estado en el rio y no contaban mas que cosas buenas de alli, e incluso algunos soldados romanos que se dirigian al rio desde Cesarea se detenian a compartir un trago de vino con nosotros, o a comer un poco de potaje y un pedazo de pan.

Los romanos sentian curiosidad por aquel extrano hombre que atraia multitudes a las orillas del rio. Nos hablaban con cierto hastio de aquello, pero a pesar de todo querian ver al hombre vestido con una piel de camello que se metia hasta las rodillas en el agua del Jordan para ofrecer una purificacion.

Despues de todo, dijeron, ellos tenian sus propios santuarios en uno u otro lugar de su pais, y sus propios ritos, igual que nosotros. Nosotros asentiamos.

Nos sentiamos felices por dejar que se sentaran un rato y tomaran un bocado con nosotros antes de seguir apresuradamente su camino.

Los escolares se sentaban en circulo al anochecer y recitaban los fragmentos de las Escrituras relacionados

Вы читаете Camino A Cana
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату