Por fin, dos hombres llegaron con una cuerda que pasaron por las axilas del cadaver y se lo llevaron a rastras.

– Era uno de ellos -dijo Santiago-. No lo mires.

– Pero ?quien lo ha matado? -pregunte-. ?Y que van a hacer con el? -A la luz del dia no daba tanto miedo como en la penumbra, pero yo era consciente de que la noche siempre volvia. Y entonces daria mucho miedo. El miedo era algo nuevo. El miedo era algo terrible. No lo senti pero si lo recorde, y supe que iba a volver. Que nunca se iria.

– Lo enterraran -dijo Santiago-. No se puede dejar el cadaver sin sepultar. Seria una ofensa al Senor. Lo meteran en una cueva o lo enterraran.

Da lo mismo.

Nos ordenaron entrar otra vez.

Habian despejado la habitacion, barrido el suelo y colocado bonitas alfombras cubiertas de flores hechas de lana. Nos dijeron que nos sentaramos y estuviesemos callados pues Isabel queria hablarnos antes de nuestra partida.

Recorde entonces que ya nos habian congregado antes para este fin, pero las alfombras todavia no habian sido desplegadas cuando llegaron los primeros jinetes.

Como si nada hubiera ocurrido, como si nadie hubiera muerto en la calle, continuamos.

Formamos un gran circulo, todos apretujados. Los bebes estaban lo bastante callados como para que pudiesemos oir a Isabel. Yo me sente al lado de Jose con las piernas cruzadas, igual que el, y la pequena Salome a mi derecha, recostada contra su madre, que estaba detras. Cleofas seguia en la otra habitacion.

– Sere breve -dijo Isabel.

Por la manana, yo la habia oido hablar de abuelos y abuelas, de quien se habia casado con quien y donde habia ido a vivir, pero me costaba retener tantos nombres. Los mayores habian repetido lo que ella decia, a fin de no olvidar nada.

Isabel meneo la cabeza antes de empezar y luego levanto las manos. Sus cabellos grises asomaron por el borde del velo, enredados con su pelo mas oscuro.

– He aqui lo que debo deciros, lo que nunca he puesto por escrito en ninguna carta. Cuando yo muera, que sera pronto… No, no digais nada. Se que asi sera. Se ver las senales. Cuando yo muera, pues, Juan ira a vivir con nuestros parientes entre los Esenos.

De inmediato se produjo un gran alboroto. Incluso Cleofas se asomo a la puerta, sujetandose el pecho con una mano.

– ?No, por que has tomado semejante decision! -dijo-. ?Enviar a ese nino con unas personas que ni siquiera van al Templo! ?Y Juan es hijo de sacerdote!

Tu, que has estado toda la vida casada con un sacerdote, y Zacarias, hijo de sacerdote, y antes que el…

Cleofas se acerco cojeando al circulo de oyentes y se dejo caer de rodillas.

Mi madre acudio para ayudarlo a ponerse bien la tunica. Cleofas continuo:

– ?Y enviarias a Juan, cuya madre es del linaje de David y cuyo padre es del linaje de Aaron, a vivir con los Esenos? ?Nada menos que con los Esenos? ?Esa gente que cree saber mejor que nadie lo que esta bien y lo que esta mal, quien es justo y quien no y lo que el Senor exige?

– ?Y quienes te crees tu que son los Esenos! -repuso Isabel en voz baja. Era paciente pero queria que la comprendieran-. ?Acaso no son hijos de Abraham? ?No son del linaje de David y del linaje de Aaron, y de todas las tribus de Israel? ?Acaso no son devotos? ?No son celosos de la Ley de Moises?

Llevaran a Juan al desierto y alli lo educaran y se haran cargo de el. El propio Juan lo quiere, y tiene razon.

Mi primo Juan estaba mirandome. ?Por que? ?Por que no miraba a su madre como todos los demas? Su expresion no daba a entender nada, solo reflejaba serenidad. Juan no parecia un nino, sino un hombre en pequeno. Estaba sentado delante de su madre y llevaba una sencilla tunica blanca de una tela mas buena que la de cualquiera de nosotros, y encima una prenda de la misma tela. Yo me habia fijado antes en estas cosas pero sin pararme a pensar, y ahora senti ganas de saber mas de el, pero Cleofas estaba hablando y tuve que escuchar.

– Los Esenos -dijo-. ?Es que ninguno de vosotros hablara por el chico antes de que se convierta en hijo de unos hombres que no se postran ante el Senor cuando es debido? ?Soy el unico aqui que tiene algo que decir? Isabel, te lo pido por nuestros abuelos, esto no debe…

– Hermano, tranquilizate -dijo Isabel-. ?Guarda tu vehemencia para tus hijos! Juan es hijo mio, ?el Senor me lo confio cuando por mi edad ya parecia imposible! No hablas a una mujer cuando hablas conmigo; hablas a la Sara de antano, a la Ana de antano. Hablas con alguien que fue elegido por una razon. ?No debo hacer por este hijo lo que creo que el Senor demanda?

– Jose, no lo permitas -dijo Cleofas.

– Tu estas mas cerca del chico -repuso Jose-. Si debes hablar contra su madre, entonces hazlo.

– Yo no hablo contra ti, Isabel -dijo Cleofas. Entonces tuvo un acceso de tos y vimos que le dolia el pecho. Tia Maria y mi madre parecian preocupadas.

Cleofas levanto una mano, pidiendo paciencia. Pero no podia dejar de toser.

Finalmente logro anadir-: Hablas de Sara, la mujer de Abraham, y hablas de Ana, la madre de Samuel, pero ?acaso alguno de ellos dejo de obedecer a Dios?

En cambio, tu hablas de enviar a tu hijo a vivir con quienes dan la espalda al Templo del Senor.

– Tienes mala memoria, hermano -dijo Isabel-. ?A quien acudio tu hermana Maria cuando supo que habia sido elegida para dar a luz al nino Yeshua? Acudio a mi. ?Y te imaginas por que? Bien, antes de que caigan nuevas calamidades sobre esta aldea, te ruego que escuches mi decision. Por favor, escuchala y no discutas conmigo. No la expongo para que juzgues si la crees oportuna. El chico, insisto, ira a vivir con los Esenos.

Jamas habia oido hablar a ninguna mujer con tanta autoridad. Cierto, en la calle de los Carpinteros, en Alejandria, habia mujeres venerables que eran capaces de hacer callar a los ninos con una simple palmada, y mujeres que hacian tales preguntas en la sinagoga que el maestro se veia obligado a consultar sus pergaminos. Pero esta mujer era mas fuerte y hablaba con mas claridad que ninguna.

Cleofas enmudecio.

Isabel bajo la voz y continuo:

– Tenemos hermanos alli, nietos de Matatias y de Noemi, que se fueron hace tiempo al desierto para vivir con los Esenos, y ya he hablado con ellos y acogeran a mi hijo, incluso ahora. Ellos saben educar de manera estricta, inculcar sus normas de pureza y ayuno, de comunidad severa, y estas son cosas innatas en Juan. El estudiara con ellos. Aprendera los profetas y aprendera la palabra del Senor. Es en el desierto donde quiere estar, y cuando yo me reuna con mis antepasados el ira al desierto hasta que sea un hombre y decida su futuro. Lo tengo todo previsto y los Esenos solo esperan mi aviso, o que Juan vaya con los que viven al otro lado del Jordan. Entonces ellos lo llevaran al lugar donde sera educado, lejos de los asuntos mundanos.

– ?Por que no vienes con nosotros a Nazaret? -tercio Jose-. Eres bienvenida. Tu hermano sin duda estara de acuerdo, puesto que es a la casa de sus padres adonde vamos todos…

– No -dijo Isabel-. Yo me quedare aqui. Sere enterrada con mi marido Zacarias. Y os dire la razon de que este nino deba marchar.

– Bien, pues dila -pidio Cleofas-. Tu sabes que quiero que vengas a Nazaret. Creo que seria justo que Juan y Yeshua se educaran juntos. -Se puso otra vez a toser, sin poder evitarlo. Si no hubiera tenido tantos accesos habria dicho mucho mas.

– Esto es lo que no pude escribirte en ninguna carta -dijo Isabel-.

Escucha, por favor, porque no voy a repetirlo.

Las madres hicieron callar a sus bebes. Cleofas carraspeo.

– Sacalo ya -dijo-, o me morire sin haberlo oido.

– Ya sabes que despues de que partierais a Egipto, tu, Maria, Jose y el pequeno, Herodes empezo con sus atrocidades…

– Si -dijo Cleofas-. Sigue. -Tosio de nuevo.

– Y sabes que Juan vino al mundo siendo yo y Zacarias ya muy viejos, como lo eran Sara y Abraham al nacer Isaac. -Se detuvo y miro a los pequenos, que estabamos en el corro interior, y nosotros asentimos con la cabeza-. Vosotros sabeis que Ana rezo para tener un hijo, ?verdad, ninos?, cuando estuvo ante el Senor en Shiloh, y ?quien

Вы читаете El Mesias
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату