fue el que la tomo por una ebria? ?Lo sabe alguno de vosotros?
– Eli, el sacerdote -respondio rapidamente Silas-. Y ella le dijo que estaba orando y por que lo hacia, y entonces el rezo por ella tambien.
– Asi es -dijo Isabel-, y yo tambien rece a menudo, pero lo que quiza no sabeis, vosotros los pequenos, es que el nacimiento de mi hijo fue anunciado.
Yo no lo sabia y los demas tampoco. Juan permanecio en silencio mirando a su madre; al parecer, nada lo inquietaba y estaba absorto en sus pensamientos.
– Bien, la explicacion de esto la dejo a vuestros padres, porque hay motivos para no hablar de ello, pero solo dire que se sabia que este hijo llego en las postrimerias de nuestras vidas por voluntad del Cielo, y cuando nacio yo lo consagre al Senor. Comprobareis que por su cabeza nunca ha pasado una cuchilla, y que jamas prueba la uva. Juan pertenece al Senor.
– ?Al Senor de los Esenos? -dijo Cleofas.
– Deja que hable -dijo mi madre-. ?Te olvidas de todo lo que sabes?
Cleofas no replico.
Isabel prosiguio. Volvio a mirarnos a todos, uno por uno. Estabamos expectantes ante el posible significado de sus palabras.
– Somos del linaje de David -dijo-. Tu sabes que Herodes odiaba a cualquiera que asegurase tener el menor rastro de sangre real, y por eso ordeno quemar todos los archivos del Templo donde estaban escritos los nombres de nuestros antepasados. Y sabes lo que sucedio antes de que vosotros os marcharais a Egipto, sabes por que mi querida prima Maria y su recien nacido tuvieron que huir a Egipto con Jose y contigo, Cleofas. Lo sabes muy bien.
No me atrevi a formular la pregunta que acudio a mis labios. ?Yo ignoraba el motivo de nuestra partida a Egipto! Pero entonces Isabel continuo.
– El rey Herodes tenia espias por todas partes -dijo, ahora con voz mas aspera y grave.
– Eso lo sabemos -repuso mi madre. Levanto apenas la mano y su prima Isabel se la tomo y ambas inclinaron la cabeza, sus velos tocandose casi, como si se contaran un secreto sin necesidad de emplear palabras.
Isabel dijo:
– Los hombres de Herodes, sus soldados, tan rudos como esos ladrones que acaban de pasar por nuestra aldea, que han entrado en esta misma casa con la idea de robarnos para sus ridiculas guerras, soldados asi entraron en el Templo y buscaron a mi Zacarias para preguntarle por el hijo que habia engendrado, el hijo de la casa de David. Querian ver a ese hijo con sus propios ojos.
– No sabiamos nada de esto -susurro Jose.
– Ya he dicho que no quise ponerlo por escrito. Tenia que esperar a que vinierais. Lo hecho, hecho estaba. Pues bien, esos soldados lo abordaron cuando salia del sagrario de cumplir con sus obligaciones, pues a la sazon era sacerdote. Pero ?creeis que Zacarias les dijo donde encontrar al bebe? No, el ya nos tenia escondidos en las cuevas, cerca de los Esenos, que nos habian llevado comida. Como se nego a revelar donde estabamos, los soldados lo derribaron alli mismo, delante del sagrario. Los otros sacerdotes no habrian podido impedirlo, pero ?pensais que lo intentaron siquiera? ?Creeis que los escribas acudieron en su ayuda? ?Que protestaron los principales sacerdotes?
Los ojos de mi prima Isabel se clavaron en mi. Luego, lentamente miro a Jose y a Maria, y de nuevo a cuantos la escuchaban.
– Pegaron a Zacarias. Le pegaron porque el se nego a hablar, y de un golpe en la cabeza lo dejaron muerto. Alli, delante del Senor.
Aguardamos en silencio a que continuara.
– Muchos vieron lo que paso, pero ignoraban cual era el motivo. Algunos sacerdotes si lo sabian. Lo supieron nuestros parientes, quienes a su vez se lo contaron a otros parientes, algunos de los cuales fueron a ver a los Esenos para informarles de lo ocurrido. Y asi me entere yo.
Nos quedamos todos aturdidos. Mi madre se inclino y apoyo la cabeza en el hombro de Isabel, y esta la abrazo. Pero un momento despues ambas volvieron a erguirse.
– Los parientes de Zacarias, muchos de ellos sacerdotes -prosiguio Isabel -, se ocuparon de que fuera enterrado con sus antepasados. Ahora bien, ?creeis que yo he vuelto al Templo desde entonces? Pues no, hasta que vinisteis vosotros. No hasta que el tirano murio y fue a parar al fuego eterno.
No hasta que las historias de Yeshua y Juan quedaron olvidadas, pero ?con que nos encontramos al llegar al Templo?
Nadie oso responder.
– Asi pues, ahora entendeis por que mi hijo Juan debe ir con los Esenos, y pronto. Alli estara oculto. Vosotros despedios de mi y seguid camino de Nazaret antes de que lleguen mas bandidos. A mi no pueden quitarme nada.
Soy vieja y Juan es pequeno, nos dejaran en paz. Pero yo no volvere a veros.
Nunca mas. Sin duda Juan escuchara la voz del Senor algun dia. Esta consagrado a El y los Esenos lo saben. Se haran cargo de el, y Juan estudiara alli hasta que llegue su momento. Ahora idos, partid.
9
Soldados de Herodes, bandidos, el hombre muerto en el Templo, mi primo asesinado en el Templo, un sacerdote asesinado por negarse a revelar el paradero de un nino, y ese nino era mi primo.
Yeshua y Juan. ?Por que su nacimiento fue anunciado? ?Que vinculacion habia entre nosotros? Y detras de todo ello, la gran pregunta: ?que habia ocurrido en Belen? ?Ese fue el motivo de que mi familia se trasladara a Egipto, donde yo habia pasado toda mi corta existencia?
Pero en aquella situacion solo era capaz de pensar a rachas de curiosidad y de temor. El miedo se convirtio en parte de mis pensamientos. En parte de la historia. Mi primo Zacarias, un sacerdote de pelo gris, apaleado hasta la muerte por los soldados de Herodes. Y ahora estabamos en aquella aldea, donde resonaban las protestas de quienes habian sido robados por los bandidos y temian que los desmanes se repitieran.
Encontramos a nuestros animales a la salida del pueblo. Una anciana desdentada se acerco a nosotros riendo con malicia.
– ?Intentaron llevarselas! -exclamo-. Pero las bestias no querian moverse.
– Se doblo por la cintura, palmeandose las rodillas entre carcajadas-. No hubo manera.
Un anciano sentado en el suelo al lado de una pequena casa se reia tambien.
– A mi me robaron el chal -dijo-. Yo les dije: «Adelante, hermanos, cogedlo.» -Agito la mano y continuo riendo a mandibula batiente.
Cargamos rapidamente nuestras cosas y sujetamos a Cleofas a lomos de un burro. Tia Maria monto tambien. Mi madre se abrazo a Isabel y ambas lloraron.
El pequeno Juan estaba alli de pie, mirandome.
– Rodearemos Jerico y cruzaremos el valle hasta Nazaret -dijo Jose.
Partimos despues de que mi madre terminara de despedirse.
La pequena Salome y yo ibamos en cabeza con Santiago, seguidos por algunos primos. Cleofas empezo a cantar.
– Pero ?quienes son los Esenos? -me pregunto la pequena Salome.
– No lo se. Yo he escuchado lo mismo que tu. ?Como voy a saberlo?
Entonces Santiago dijo:
– Los Esenos no estan de acuerdo con el clero del Templo. Creen que ostentan el verdadero sacerdocio. Son descendientes de Zadok. Esperan a que llegue el dia de purificar el Templo. Visten de blanco y rezan todos juntos.
Viven apartados.
– ?Son buenos o malos? -pregunto Salome.
– Nuestra familia los considera buenos -respondio Santiago-. ?Que podemos saber nosotros? Hay fariseos, hay sacerdotes, hay Esenos. Todos rezamos la misma oracion: «Oye, Oh, Israel, el Senor nuestro Dios es
