sea.» Casi al instante, senti vida dentro de mi. Oh, no me refiero al peso del bebe que notas mas adelante, ni a sus movimientos, no. Pero si un cambio. Supe que estaba sucediendo. ?Lo supe! Lo supe mientras la luz desaparecia por completo.»Sali corriendo a la calle. No se por que. No sabia lo que hacia. Empece a dar voces y grite que un angel se me habia aparecido, que un angel me habia hablado, que yo iba a tener un nino. -Hizo una pausa-. Y por eso hay gente en Nazaret que se mofara de mi toda la vida. Aunque muchos lo olvidaron con el tiempo.

Espere.

– Lo mas dificil era contarselo a Jose -continuo-. Pero mis padres, bueno, mis padres esperaron. Me creian, si, pero decidieron esperar. Y cuando vieron que su hija virgen tenia un hijo en su vientre, cuando ya no hubo ninguna duda, entonces y solo entonces se decidieron a decirselo a Jose. Y lo que ellos habian visto llego tambien a oidos de otras personas.»Pero Jose habia recibido en suenos la visita de un angel. El no salio dando voces a la calle, como yo. Y tampoco fue el mismo angel que se me aparecio a mi, resplandeciente de luz. Pero era un angel, y le habia dicho que me tomara por esposa. A Jose no le importaron las habladurias del pueblo. Tenia que ir a Belen para el censo, y hablo con Cleofas y decidieron que viajariamos juntos a Betania, donde Cleofas y yo podriamos alojarnos en casa de Isabel, y luego Jose y yo nos casariamos, de manera que asi quedaba todo arreglado. Era invierno y el viaje resulto muy duro, pero fuimos todos juntos, incluidos los hermanos de Jose, como ya sabes, y nuestro querido Santiago, que entonces era pequeno.

Continuo hablando, pausadamente.

Me conto la historia que Santiago me habia explicado: el establo, los pastores, sus rostros llenos de dicha, los angeles que habian visto. Me hablo de la llegada de los magos, de sus regalos.

Yo la escuchaba en silencio como si no supiera nada.

– Teniamos que irnos de Belen. Habia corrido demasiado la voz. Los pastores, despues los magos. Venia gente a cada momento, por el dia y por la noche. Y una manana Jose desperto diciendo que debiamos irnos enseguida.

Lo recogimos todo y partimos en menos de una hora. Jose no quiso decirme por que, solo que un angel se le habia aparecido otra vez en suenos. Yo no supe que nos dirigiamos al sur, hacia Egipto, hasta que se puso el sol. No paramos de andar hasta bien entrada la noche.

Su rostro se nublo. Volvio a apartar la vista.

– Vagamos por diversos lugares. Estuvimos viviendo en muchos pueblecitos de Egipto. Los hombres aceptaban trabajos cuando podian, y las cosas no nos iban mal. Los carpinteros siempre tienen trabajo y la gente era amable con nosotros. Tu me hacias muy feliz, no pensaba en otra cosa que en ti. Eras el dulce bebe que toda mujer ansia. Y a todo esto seguia sin saber por que huiamos. Finalmente nos dirigimos al norte, hasta Alejandria, y nos establecimos alli en la calle de los Carpinteros. Que bonito era aquello. A Salome y Esther tambien les gustaba mucho. Lo mismo que a Cleofas.»Solo pasado un tiempo empece a oir cosas sobre lo que habia ocurrido en Belen. Los rumores de un mesias nacido alli habian despertado la colera y la envidia del rey. Herodes habia enviado soldados de su fortaleza, que estaba a escasa distancia. ?Mataron a todos los ninos mas pequenos del pueblo! Unos doscientos ninos asesinados en la oscuridad de la noche.

Mi madre me miro.

Me esforce por no llorar, por no tener miedo, por no temblar…

Ella bajo la cabeza y su gesto se crispo. Cuando volvio a levantarla, habia lagrimas en sus ojos.

– Le dije a Jose: «?Tu sabias que iba a pasar eso? ?Te lo dijo el angel que se te aparecio?» El respondio que no, que no sabia nada. Yo dije: «?Como pudo permitir el Senor algo tan horrible como la muerte de esos ninos inocentes!» -Se mordio el labio-. No podia entenderlo. Pense que teniamos las manos manchadas de sangre.

Por un momento crei que iba a rendirme a las lagrimas, pero me esforce en contenerlas.

– Jose me dijo: «No, nosotros no tenemos las manos manchadas de sangre.

Vinieron pastores y gentiles a adorar a este nino. Un rey malvado ha querido matarlo porque las tinieblas no pueden soportar la luz, pero la luz nunca sera ahogada por las tinieblas. Las tinieblas siempre intentan tragarse la luz. Pero la luz prevalece. Debemos proteger al nino, y eso es lo que vamos a hacer. El Senor nos indicara como.»

Sus ojos se posaron en los mios. Me miro intensamente. Alargo los brazos y me tomo por los hombros.

– Tu no naciste de un hombre -dijo.

Guarde silencio.

– ?Eres el unigenito de Dios! -susurro-. No el hijo de Dios como el Cesar se hace proclamar hijo de Dios; no el hijo de Dios como un hombre bueno se hace llamar hijo de Dios. No el hijo de Dios como llamarian hijo de Dios a un rey ungido. ?Tu eres el unigenito de Dios!

Espero, mirandome fijamente pero sin pedirme nada. Sus manos permanecieron firmes sobre mis hombros. Su mirada no cambio. Cuando hablo de nuevo, lo hizo con voz mas grave, mas suave.

– ?Tu eres el verdadero hijo del Senor! -dijo-. Por eso puedes matar y devolver la vida, por eso puedes sanar a un ciego como Jose te vio hacer, por eso puedes rezar pidiendo que nieve y nevara, por eso puedes discutir con tu tio Cleofas cuando el se olvida de que eres un nino, por eso haces gorriones con barro y puedes darles vida. Guarda ese poder dentro de ti, conservalo hasta que tu padre celestial te indique que es el momento de usarlo. Si te ha creado nino, entonces lo ha hecho para que crezcas en sabiduria como en todo lo demas.

Yo asenti despacio.

– Y ahora te vienes con nosotros, a Nazaret, no al Templo. Oh, se cuanto deseas ir alli. Pero no puede ser. El Senor no te envio a casa de un maestro del Templo ni de un sacerdote del Templo ni de un escriba ni de un rico fariseo.

Te envio a Jose, el carpintero, y a su esposa Maria de la tribu de David en Nazaret. Y ahora vuelves con nosotros a Nazaret.

26

Contemplamos por ultima vez la ciudad de Jerusalen desde el monte de los Olivos.

Jose me dijo lo que yo ya sabia, que tres veces al ano regresariamos a Jerusalen para las grandes fiestas, y que asi yo podria conocer muy bien aquella gran ciudad.

El viaje a Nazaret fue muy rapido, pues ya no ibamos con toda la familia, pero no nos dimos ninguna prisa y pudimos conversar a placer sobre la belleza de aquellos parajes, asi como sobre las cosas de nuestra vida diaria.

Cuando finalmente coronamos la colina y el pueblo fue visible alla abajo, yo les dije a mis padres que nunca volveria a hacer lo que habia hecho, esto es, marcharme y abandonarlos sin mas. No trate de explicar lo sucedido, solo les dije que no se preocuparan porque nunca volveria a abandonar la familia por mi cuenta.

Vi que eso les complacia pero que preferian no hablar sobre lo sucedido. Ya habian decidido pasar pagina y dejarlo al margen de los asuntos cotidianos. Mi madre se puso a hablar de cosas sencillas que tenian que ver con la casa, y Jose asentia con la cabeza a cuanto ella decia. Yo iba andando con ellos, pero estaba solo.

Pense en lo que mi madre habia dicho, en las palabras de Jose sobre que las tinieblas tratan de engullir la luz sin conseguirlo nunca. Eran hermosas palabras, si, pero palabras al fin y al cabo.

Vi mentalmente, sin sentir, sin llorar, sin estremecerme, a aquel hombre alanceado en el Templo, vi a los ninos asesinados en Belen. Vi el incendio en la noche de Jerico alzarse hasta el cielo. No podia quitarme todas esas imagenes de la cabeza.

Cuando llegamos a casa, fui a sentarme y descanse.

La pequena Salome vino a verme. Yo no decia nada porque pense que me dejaria algo de comer o de beber y luego se iria, como hacia siempre, ya mujer y ya ajetreada.

Pero no lo hizo. Se quedo alli plantada.

Al final levante la vista.

– ?Que? -dije.

Se arrodillo ante mi y me toco la mejilla con la palma de la mano. Yo la mire, y fue como si nunca se hubiera apartado de mi para estar con las mujeres, trabajando. Me miro a los ojos.

– ?De que se trata, Yeshua? -pregunto.

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