Trague saliva. Tuve el presentimiento de que la voz me saldria demasiado sonora para lo que tenia que decir, pero lo dije igualmente.

– Solo lo que todo el mundo tiene que saber. No se como no me di cuenta antes. -El hombre tendido en el suelo, el cordero, los ninos. La mire.

– Cuentamelo -dijo.

– ?Si! ?Por que no me di cuenta antes?

– Habla -dijo ella.

– Es muy sencillo. No significa nada hasta que uno lo entiende, sea quien sea.

– Quiero saberlo.

– Pues que todo lo que nace en este mundo, no importa como ni por que, nace para morir. Ella guardo silencio.

Me puse en pie y sali de la casa. Estaba anocheciendo. Camine por la calle y subi la cuesta hasta donde la hierba estaba blanda e impoluta. Era mi lugar favorito, a poca distancia de la arboleda junto a la que tanto me gustaba ir a descansar.

Contemple las primeras estrellas en el crepusculo.

Nacido para morir. Si, nacido para morir. ?Por que, si no, iba a nacer yo de mujer? ?Por que, si no, era de carne y sangre sino para morir? El dolor fue casi insoportable. Llegaria a casa llorando si no lograba dejar de pensar en ello.

Pero no, eso no tenia que pasar. Nunca mas. ?Y cuando se me apareceran los angeles con una luz tan brillante que no me de miedo? ?Cuando llenaran los angeles el cielo con sus canticos para que pueda verlos? ?Cuando se me apareceran en suenos?

La quietud me invadio justo cuando pensaba que el corazon me iba a estallar. La respuesta parecio surgir de la tierra misma, de las estrellas, la hierba y los arboles cercanos, del ronroneo del anochecer. ?No me habian enviado aqui para ver angeles! No me habian enviado aqui para sonar con ellos, ni para oirlos cantar. Habia sido enviado para vivir. Para respirar y sudar y tener sed y, a veces, para llorar.

Y todo cuanto me sucediera, grande o pequeno, era algo que yo tenia que aprender. Habia espacio de sobra en la mente infinita del Senor, y yo tenia que extraer de ello una leccion, por mas dificil que fuese encontrarla.

Casi me rei.

Era tan sencillo, tan hermoso. Ojala pudiera retenerlo en mi mente, ese momento de lucidez, no olvidarlo con el paso de los dias, no olvidarlo pasara lo que pasase, no olvidarlo jamas.

Oh, si, yo me haria mayor, y llegaria un momento en que partiria de Nazaret. Saldria al mundo y haria lo que estuviera destinado a hacer, si. Todo estaba claro. Mis temores habian desaparecido.

Parecio como si el mundo entero me sostuviera. ?Por que llegue a pensar que estaba solo? La tierra me abrazaba, me abrazaban aquellos que me querian al margen de lo que pudieran pensar o comprender, las estrellas me abrazaban.

– Padre -dije en voz alta-. Yo soy tu hijo.

NOTA DE LA AUTORA

Todas las novelas que he escrito desde 1974 han supuesto cierto grado de investigacion historica. Ha sido siempre un placer para mi, al margen de los muchos elementos imaginarios involucrados en una historia concreta, y al margen de lo ficticia que pudieran ser la trama o sus personajes, que el trasfondo fuese en todo momento historicamente preciso. Si una novela mia se situa en la Venecia del siglo XVIII, no quepa duda de que los detalles en cuanto a la opera, los vestidos, el ambiente, los valores de la sociedad… todo eso es correcto.

Sin yo planearlo, he ido retrocediendo lentamente en la historia, desde el siglo XIX -donde me senti a gusto en mis dos primeras novelas- hasta el siglo I -donde busque respuestas a preguntas tremendas que se habian convertido para mi en una obsesion insoslayable.

En el fondo, la figura de Jesucristo era el meollo de esta obsesion. Para ser mas precisos, el nacimiento del cristianismo y la caida del mundo antiguo.

Queria saber, desesperadamente, lo que sucedio en el siglo I y por que la gente en general no hablaba nunca de ello.

Tengase en cuenta que yo habia vivido una infancia catolica, anticuada y estricta, en una parroquia americano-irlandesa (lo que ahora llamariamos un gueto catolico) a finales de los anos cuarenta y principios de los cincuenta.

Oiamos misa y comulgabamos diariamente en una enorme y majestuosa iglesia construida por nuestros antepasados, algunos con sus propias manos. Los chicos y las chicas estaban en clases separadas. Aprendiamos catecismo e historia de la Biblia, asi como las vidas de los santos. Vidrieras de colores, misa en latin, detalladas respuestas a preguntas sobre el bien y el mal… todo esto quedo grabado para siempre en mi memoria, junto con una buena dosis de historia de la Iglesia en forma de una gran cadena de acontecimientos, desde el triunfo sobre el cisma y la Reforma hasta el papado de Pio XII.

Abandone esta religion a los dieciocho anos porque deje de creer que era «la unica iglesia verdadera establecida por Cristo para conceder la gracia».

Ningun acontecimiento de indole personal precipito esta perdida de fe. Ocurrio en el campus de un college laico; habia una intensa presion sexual, pero por encima de todo estaba el mundo mismo, sin catolicismo, lleno de gente buena y de gente que leia libros, libros que yo tenia prohibido leer. Queria conocer la obra de Kierkegaard, de Sartre y Camus. Queria saber por que tanta gente aparentemente buena no creia en una religion organizada pero si se preocupaba mucho de su comportamiento personal y de sus valores. Como la rigida catolica que yo era entonces, no tenia la menor opcion para explorar.

Asi que rompi con la Iglesia. Y con mi fe en Dios.

Dos anos mas tarde me case con un ateo apasionado, Stan Rice, quien no solo no creia en Dios, sino que estaba convencido de haber experimentado una especie de vision de la que habia deducido la certeza de que Dios no existia.

Era una de las personas mas honradas y conscientes que he conocido nunca. Ambos viviamos para escribir.

En 1974 se publico mi primer libro. La novela reflejaba mi sentimiento de culpa y mi desdicha por estar apartada de Dios y de la salvacion; el hecho de sentirme perdida en un mundo sin luz. Estaba ambientada en el siglo XIX, un contexto historico que habia investigado a fondo en busca de respuestas sobre Nueva Orleans, donde naci pero ya no vivia.

Despues escribi muchas novelas sin ser consciente de que reflejaban mi busqueda de significado en un mundo sin Dios. Como he dicho antes, estaba retrocediendo en la historia, buscando respuesta acerca de acontecimientos historicos: por que tuvieron lugar ciertas revoluciones, por que la reina Isabel I era como era, quien escribio realmente las obras de Shakespeare (esto no lo utilice en ninguna novela), que fue realmente el Renacimiento italiano, como fue la peste negra. Y como se habia producido el feudalismo.

En la decada de 1990, viviendo de nuevo en Nueva Orleans entre catolicos practicantes, aunque flexibles y de cierto refinamiento, absorbi sin duda ciertas influencias suyas.

Pero, inevitablemente, me puse a investigar el siglo I porque queria saber cosas sobre la antigua Roma. Tenia novelas para escribir con personajes romanos. Tal vez llegaria a descubrir algo que habia deseado saber toda mi vida y no habia sabido nunca. ?Como «sucedio» realmente el cristianismo? ?Cual fue de hecho el motivo de la caida de Roma?

Para mi, estas eran preguntas decisivas, siempre lo habian sido. Tenian que ver con lo que eramos en la actualidad.

Recuerdo una fiesta en una hermosa casa de San Francisco, en honor de un famoso poeta. Corrian los anos sesenta y alli habia un intelectual europeo con quien de pronto me encontre a solas, sentados en un divan. Le pregunte: «?Por que cayo Roma?» Su respuesta nos ocupo las dos horas siguientes.

No pude asimilar la mayor parte de las cosas que me dijo, pero nunca he olvidado lo que si entendi: que todo el grano de la ciudad tenia que venir de Egipto, que los alrededores de la gran urbe estaban ocupados por villas, y

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