– ?Ay! Demasiado tarde para Milon. Tiron, ?que ibas a decir de…?
– ?Por Hercules, ahi hay alguien que no quiero ver! Me he alegrado de hablar contigo, Gordiano. -Mientras se levantaba del banco, entorne los ojos para mirar a traves de la niebla anaranjada y ver al que llegaba. No lo reconoci hasta que oi a alguien gritar su nombre:
– ?Filemon!
Senti el impulso de presentarme. Mire alrededor en busca de Eco, pero no lo vi entre la niebla. ?Tan borracho estaba? Al final lo divise en una pequena antesala, jugando a los dados. Debilmente, entre el estruendo, le oi pronunciar el nombre de Menenia para que le diera suerte.
Filemon estaba buscando un sitio para sentarse. Le hice senas con las manos.
– ?Te conozco, ciudadano?
No podia culparle por ser receloso.
– Todavia no, pero tenemos algo en comun.
– ?A los dos nos gustan las putas baratas y el vino rancio?
– Algo mas que eso. Sientate. Te pago una copa.
– Preferiria que me pagaras una puta.
– ?Quiza lo haga! Supongo que no fue facil hacerselo solo durante tanto tiempo.
– ?Que? ?Mientras estuve encerrado en la villa de Milon? Supongo que todo el mundo lo sabe. ?Al menos ese cerdo no volvera a pasar unas vacaciones alli!
– No creo. ?Ya has terminado esa copa? Tienes que tomar otra.
Filemon estaba casi tan borracho como yo pero accedio en seguida. Al parecer le divertia repetir la historia que le habia convertido en uno de los principales testigos de la acusacion. Se lanzo a contarla sin esperar a que yo se lo pidiera. El vino parecia haberle
– Esta bien -dijo-, la forma en que lo conte en el tribunal nos hacia parecer un poco mas heroicos de lo que fuimos, debo admitirlo.
– ?Que quieres decir?
– Bueno, es casi cierto que cuando llegamos donde estaban Eudamo y Birria y nos dimos cuenta de lo que estaban haciendo, fanfarroneando sobre que iban a matar a Clodio, les gritamos que se detuvieran.
– Si, y dijiste que tus amigos y tu os abalanzasteis sobre ellos pero que os vencieron y luego os persiguieron.
Se rio timidamente.
– ?Exacto! Solo que nunca nos abalanzamos sobre ellos. Quiero decir, alli estaban Eudamo y Birria ensenando los dientes y cubiertos de sangre. ?Abalanzarnos sobre ellos? No. Dimos media vuelta y echamos a correr; ellos fueron tras nosotros.
– No hay nada de que avergonzarse -le asegure.
– No, ?pero intenta decirlo enfrente de unos cuantos miles de personas!
– ?Habeis cambiado la verdad en algo mas?
Sacudio la cabeza y se estremecio.
– No puedes imaginar lo que es estar atado y a merced de unas criaturas como aquellas. Mi sangre era como agua helada. En la gran pelea que tuvieron, cuando nos llevaban por Bovilas, creo que vacie mis pelotas.
– ?Una pelea? ?Que quieres decir?
– Una discusion entre ellos. Bastante feroz. Pense que a lo mejor se mataban entre ellos y nos dejaban en paz. La discusion era sobre donde se iban a dirigir a continuacion y lo que harian con Clodio. Supongo que hablaban de lo que harian con su cadaver.
– Pero su cadaver ya no estaba. El senador Tedio habia llegado al lugar de los hechos, lo habia cargado en su litera y lo habia enviado a Roma.
– ?Ah, si! Cierto. Quiza estaban discutiendo sobre eso…, sobre donde habria ido a parar el cadaver. ?Creo que para ellos fue un sobresalto! Si, por eso debio de ponerse Milon tan furioso, por las noticias que le llevaron. ?Crees que a lo mejor queria que le llevaran la cabeza de Clodio como trofeo?
Parece que su anillo si que llego a sus manos. Supongo que con eso tendria que haber tenido bastante. - Imagine a Eudamo o Birria quitandolo del dedo del cadaver. Trague saliva-. Me pregunto si Milon tendra intencion de llevarse el anillo a Masilia…, un consuelo por su exilio.
Filemon no me escuchaba.
– Si, el senador Tedio. Le he visto testificar en el juicio. Nos cruzamos con el en el camino, ?sabes?, entre Bovilas y el lugar en el que Milon estaba esperando. Estaba sentado a la vera del camino con sus guardaespaldas, con expresion de estar en paz con el mundo. ?No crees que deberia habernos ayudado?
?Penso que erais los bandidos que habian asesinado a Clodio y que los hombres de Milon os habian cazado!
– ?Ja! ?Es una broma de los dioses!, ?eh?
– ?Le pedisteis ayuda?
– ?De que habria servido? Casi saludo militarmente a aquellos dos monstruosos gladiadores cuando pasamos a su lado. Me senti como un galo atado en un desfile triunfal.
– Quiza deberiais haber suplicado ayuda a su hija.
– ?Su hija? -Filemon me dirigio una mirada nebulosa y sacudio la cabeza. Crei que le habia ofendido al sugerirle que debia haber pedido ayuda a una mujer.
Incluso los padres de hijas descarriadas y los maridos de mujeres mandonas tienen que volver a casa alguna vez; asi que, antes de la hora prima, Eco y yo salimos del refugio de la Taberna Salaz y nos dirigimos hacia el monte Palatino. Casi no recuerdo nada del paseo, excepto que se nos hizo largo y el camino nos parecio demasiado empinado. Al igual que el senador Tedio cuando recorria penosamente la Via Apia, yo tambien tuve que detenerme a descansar para recuperar el aliento. Hacerse viejo es un tormento y emborracharse es un consuelo solo hasta cierto momento, despues del cual tambien se convierte en un tormento.
Al salir el sol llegaria un nuevo dia. Todo volveria a estar en su sitio. Eco, Menenia y los gemelos volverian a su casa del Esquilino. Despediria a los guardias de Pompeyo agradeciendoles de todo corazon y dando un suspiro de alivio. Claro que habia cosas que no podian deshacerse con tanta facilidad…
Al menos la crisis de los ultimos meses habia terminado. ?Ya no tenia nada que ver con ninguno de los implicados! Milon, Clodia, Fulvia, Ciceron y sus respectivos satelites podian reunirse con Clodio en el Hades. Aquella historia habia terminado para siempre.
Esto pensaba mientras me encaminaba al monte Palatino. Era la hora del dia en que un hombre puede ver debilmente porque el amanecer esta a la vuelta de la esquina; pero en mi estado de embriaguez ni siquiera me daba cuenta de que todavia estaba a oscuras o de que pronto se encenderia una luz.
CUARTA PARTE.
Capitulo 34
– Puede arreglarse, claro -dijo el artesano-. Pero…
– Pero me costara -dije.
– Eso no hace falta decirlo. Los materiales, el trabajo…, el altamente cualificado trabajo, te recuerdo…, todo eso lleva un gasto considerable.
– Entonces, ?por que dudas?
Sacudio la cabeza.
– No puedo garantizar que el resultado sea duradero. De hecho, para ser sincero contigo, no creo que la estatua pueda ser reparada de una forma… satisfactoria.
– ?Satisfactoria?