– De manera que sea artisticamente grata y estructuralmente solida. Veras, si miras aqui, al punto donde comienza la brecha, podras ver la marca de una pequena grieta que estaba ahi y por la que empezo…

– ?Estas diciendo que la estatua siempre ha tenido esa tara?

– Si. Aqui, donde el metal es tan delgado. ?Ves que el borde de la brecha tiene un corte diferente? Eso demuestra que ya habia una pequena grieta. Nunca lo habrias notado desde fuera, por supuesto. Parece totalmente solida. Pero, evidentemente, fue construida con una grieta. De acuerdo, ninguna estatua deberia ser tirada de su pedestal, pero ya que ha ocurrido, este era el punto mas debil y por aqui fue por donde empezo a romperse. Luego se extendio por esta parte en que los pliegues de la tunica de la diosa son mas delgados, luego por encima de las caderas…

Despues de todo el derramamiento de sangre que habia visto a lo largo de mi vida, me parecia ridiculo ser tan escrupuloso con una estatua. Pero habia algo horrible en el metal astillado que se veia a lo largo de la grieta que la habia partido en dos, y algo repugnante en examinar tan intimamente sus entranas. Exteriormente, era tan serena y resplandeciente que parecia indestructible. En el interior hueco, solo era una masa de clavijas salientes, abultamientos y puntos desiguales. Y todo el tiempo que habia estado en su elevado pedestal contemplando mi jardin, irradiando sabiduria, habia tenido una horrible grieta dentro. Una chusma asesina la habia tirado de su pedestal y la grieta la habia partido en dos. Y el artesano me decia que no habia una forma de unirla de nuevo.

– Pero no puedo dejarla tirada en el jardin asi, para que me observe cada vez que paso al lado. -?La sabiduria convertida en dos piezas con malas hierbas creciendo a su alrededor!

– Siempre podras fundirla. Claro que entonces solo recibirias una pequena parte de su valor…

Sacudi la cabeza.

– Ni hablar. -La estatua, como la casa, era un legado de mi viejo jefe patricio, Lucio Claudio. El mismo Ciceron la habia envidiado. ?Fundirla? ?Nunca! Pero ?que iba a hacer? Solo habia dormido unas horas despues de volver de la taberna, pero cuando me desperte mi mente habia apartado todos sus problemas y se habia fijado en el de Minerva. Nada pareceria ir bien hasta que estuviera de nuevo en su pedestal.

El artesano se froto la mejilla pensativamente. Se decia que no habia un hombre en Roma que supiera mas sobre el trabajo del bronce. Era un sujeto pequeno y barbudo, griego, propiedad del dueno de una fundicion a quien en una ocasion le habia resuelto un problema de un esclavo perdido y una estatua que parecia demasiado pesada.

– Quiza podrias hacer un busto sugirio el griego.

– ?Que?

– Si le haces un corte limpio en el pecho…

Seguro que aquel sujeto era un artesano habil, pero no era un artista. Tampoco parecia tener ningun respeto religioso por la estatua. Supongo que era uno de los gajes de su oficio; tanto trabajar con la maleabilidad y la tension de las aleaciones le habia hecho perder la relacion tactil con el misterio del metal.

– Solo quiero volver a tenerla de una pieza. ?Puede hacerse o no?

– ?Oh, si! Puede hacerse. -El griego se dio la vuelta. Sabia que estaba elevando los ojos al cielo ante mi obstinacion romana-. Pero podras ver el parche si lo buscas y no durara para siempre. Un golpe brusco, un terremoto…

– Hazlo.

– Como he dicho, sera caro.

– ?Tu amo te ha autorizado a poner precio?

– Si.

– Pues entonces, regateemos.

El precio mas bajo que el hombre podia fijar seguia siendo demasiado elevado para mi. Pero conseguiria el dinero de alguna manera. Le des pedi y me dirigi a mi despacho. ?Que era lo siguiente que tenia que hacer? Me sentia sorprendentemente euforico por haber pasado fuera tantas horas de borrachera la noche anterior y extranamente confiado, considerando la tormenta que se habia desatado en mi propia casa. Cuando un hombre de mis anos disfruta de un humor tan bueno, creo que lo mejor es saborearlo sin hacerse preguntas.

Los guardias de Pompeyo se habian ido mientras dormia. Eco y Menenia estaban ocupados trasladando sus cosas al Esquilino; era notable la cantidad de objetos que habian pasado de su casa a la mia durante su estancia. Echaria de menos los juguetes de los gemelos (barquitos pintados, carros tallados, juegos de mesa egipcios con guijarros de colores brillantes), pero me gustaria no tropezar con ellos. Bethesda se sintio obligada a supervisar el traslado. Al parecer habia dicho a Diana todo lo que tenia que decirle la noche anterior. Diana no estaba a la vista. Davo debia de haber decidido que era urgente establecer un puesto de vigilancia en el tejado y habia subido alli.

Bati palmas. Uno de los esclavos que estaba ayudando a Eco se detuvo y miro dentro de la habitacion.

– ?Sabes donde esta mi hija? -le pregunte.

– En su habitacion…, creo…, amo. -Parecia incomodo. A esas alturas todos sabian lo de Diana, claro.

– Ve a decirle que quiero verla.

– ?Si, amo!

Mi corazon se detuvo cuando entro en el despacho. Estaba demasiado ojerosa para ser una nina de diecisiete anos con un nino en sus entranas. Senti muchas cosas…, ira, aprension, lastima…, pero nada tan fuerte como el impulso de rodearla con mis brazos y quedarme asi durante un momento, estrechandola contra mi. Fue Diana la que se aparto y dio un paso atras, desviando la mirada.

– ?Fue muy horrible anoche, despues de mi partida? -pregunte.

– ?Mama, quieres decir? -Esbozo una debil sonrisa-. No tanto como esperaba. Bramo y grito al principio. Pero una vez se calmo, parecia mas contrariada que furiosa. No la entiendo. Ella tambien nacio esclava. Ahora se porta como si yo hubiera nacido para casarme con un patricio y lo hubiera estropeado todo.

– Es precisamente porque tu madre nacio esclava por lo que quiere que te cases bien.

– Supongo que si. Hoy simplemente hace caso omiso de mi.

Suspire.

Se perfectamente lo que se siente. Pero Diana, ?como estas de salud? Se menos de lo que deberia respecto a esas cosas. Tu madre sabra…

– Fue su primera preocupacion cuando se le paso la rabieta. Me hizo un monton de preguntas. Parece que todo va como deberia aunque me siento infeliz casi siempre. Eso ha sido lo peor…, preocuparme y querer hablar con ella acerca de lo que me pasaba, y querer hablar contigo, papa, y tener miedo de hacerlo. Al menos eso ya se acabo.

– Quiza no estes preparada para este embarazo. Vuelvo a decir que soy un ignorante en estas cosas pero estoy seguro de que tu madre conoce la manera de… -dije jugueteando con el estilo.

– No, papa. No quiero interrumpirlo.

– ?Que es lo que quieres, Diana?

– Papa, ?no lo entiendes? Estoy enamorada de Davo. -Se estremecio y entorno los ojos. Sus labios temblaban.

– Diana, por favor, no llores mas. Tus ojos ya estan bastante rojos.

– Pero si tienes alguna idea respecto a Davo en tu cabeza, olvidala.

– Pero Davo y yo…

– ?Imposible, Diana!

– ?Por que no? Mama era una esclava. Tu te casaste con ella, ?no? Y porque estaba embarazada de mi, ?verdad? Meton era un esclavo cuando era pequeno y Eco no era mucho mejor, un golfillo callejero, pero tu los adoptaste. ?Que diferencia…?

– Diana, ?no!

Las lagrimas cayeron como un torrente.

– ?Oh, no eres mejor que ella! Que hipocritas sois los dos. ?Bien, no soy una virgen vestal! ?No puedes enterrarme viva solo porque amo a un hombre! ?No me averguenza llevar a su hijo en mis entranas!

– Por que no lo dices un poco mas alto para que puedan oirte en casa de Ciceron? Ahora supongo que saldras corriendo a tu habitacion.

– No. ?Por que iba a hacerlo? No importa donde este. ?Soy una desgraciada! Tu eres un hombre y no puedes

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