como Mopso lo habia llamado). Cuando les dije que ya no pertenecian a su ama, sino a mi, se sintieron confusos pero en seguida montaron el caballo y estuvieron listos. Cuando nos poniamos en camino, debieron de darse cuenta de repente de que se iban para siempre. Mopso se dio la vuelta, se puso el dedo gordo debajo de la mandibula superior y silbo a los viejos esclavos que dejaban atras.

– ?Adios, malos borrachos!

Su hermano pequeno le imito y los insultos degeneraron en alusiones a varias funciones del cuerpo. Los esclavos que estaban en el camino viendo la partida fingieron sentirse ofendidos y pretendieron buscar piedras para lanzarselas. Algunos se rieron a carcajadas.

?Como habia descrito a Bethesda la nueva adquisicion familiar?

«Dos chicos vivaces y muy inteligentes. Traeran nueva vida a la casa.»

Eso fue antes de darme cuenta de que ya habia una nueva vida en camino, gracias a Diana y Davo. Y habia asumido que la mujer que habia domado a los guardaespaldas de Pompeyo no tendria problemas en controlar a dos ninos; pero ya no estaba tan seguro.

Davo finalmente parecia un poco mas relajado. Me di cuenta de que se sentia mas seguro con Mopso y Androcles al lado; seguro de que no trataria de matarle en presencia de dos ninos risuenos.

La tarde estaba muy avanzada cuando llegamos a Bovilas. Solo queria disfrutar de la excelente comida de la posadera y un sitio razonablemente limpio para dormir. Nos retirariamos temprano para levantarnos antes del amanecer.

Al principio pense que la posadera habia perdido peso y habia cambiado de peinado, luego me di cuenta de que la mujer que habia detras del mostrador no era la que yo conocia. Tenia los mismos ojos pero era mas delgada y mas guapa, o lo habria sido si no fuera por su expresion ojerosa. Le dije que necesitabamos acomodo para pasar la noche.

– Es muy temprano -dijo sonriendo debilmente-. Sois los primeros. Asi que podreis elegir.

– ?Hay mucho donde escoger?

– En realidad, no. Solo hay una habitacion pero algunos prefieren estar contra la pared y no en el centro, o mas cerca de las escaleras o de la ventana. Ven y te la ensenare. Luego podras traer tus cosas para senalar tu sitio.

La segui escaleras arriba. El piso superior de la posada era muy parecido a lo que esperaba…, un solo cuarto con algunos ventanucos y unos cuantos camastros.

– Este servira -dije-. Davo, coge a los chicos y ve a ver si los caballos estan bien atendidos en el establo.

– Si, amo -dijo y bajo pesadamente las escaleras. Mopso y Androcles se deslizaron tras el y bajaron las escaleras a la carrera.

La mujer se dirigio a las escaleras y sonrio con tristeza.

– Yo tambien tengo un nino -dijo-. Es muy pequeno. Bien, si estas satisfecho yo…

– Esta debe de ser la ventana por la que te asomaste a observar -dije mientras me dirigia hacia los postigos abiertos y echaba un vistazo fuera.

– ?Que quieres decir?

– Cuando termino la batalla y te atreviste a salir de debajo de la cama. Tu hermana me dijo que viniste hasta la ventana a echar un vistazo y viste que se habia ido todo el mundo menos Sexto Tedio, que seguramente acababa de llegar. Me asome a la ventana e imagine la escena: cadaveres y charcos de sangre desparramados por todas partes, la litera y sus porteadores, Sexto Tedio y su hija descubriendo el cuerpo de Clodio.

– ?Quien eres? -pregunto con voz temblorosa.

Me llamo Gordiano. Hice este camino cumpliendo una mision para la viuda Fulvia, en febrero. Hable con tu hermana. Me dijo lo que tu le habias contado sobre la batalla entre Milon y Clodio. Eres la viuda del posadero, ?no?

Se relajo un poco.

– Si. Mi hermana me hablo de ti. Y de tu atractivo y joven guardaespaldas… que debe de ser el que estaba contigo.

Sonrei.

– Si, recuerdo que le gusto Davo. Me parece que no es la unica… ?Como es eso?

– No importa. Dime, ?realmente hiciste todo el camino hasta Regio para estar con una tia?

La mujer me miro con recelo.

No. Fue lo que decidimos contar a la gente.

– Asi que tu hermana no fue totalmente sincera cuando le pregunte si podia hablar contigo.

– Estuve fuera de mi durante bastante tiempo. Mi hermana queria protegerme. Si te dijo que no podias verme, te dijo la verdad.

– Tenia muchas ganas de hablar contigo sobre lo que viste aquel dia.

– Al igual que muchos otros. Mi hermana los mantuvo a todos alejados. No tenia miedo de declarar ante el tribunal. Alguien tenia que seguir adelante, dijo. Pero me protegio.

– Y ahora el juicio ha terminado y aqui estas de nuevo. De vuelta de Regio, por decirlo de alguna manera.

– Si. De vuelta de Regio. Me dirigio una debil sonrisa-. Me sienta bien estar aqui de nuevo, volver a trabajar. Siempre me gusto esto. Trabajar con Marco…

– Lo que viste aquel dia… Sacudio la cabeza.

– Todavia no puedo hablar de aquello. ?Nada de nada?

Agarro la barandilla de la escalera y respiro varias veces.

– Nunca hablo de aquel dia. Solo se lo conte una vez a mi hermana, inmediatamente despues de que ocurriera. Despues, ninguna de las dos podia soportar hablar de eso de nuevo.

– Lo entiendo. -El juicio de su hermana habia sido correcto; aquella mujer no habria servido para testigo. En aquel momento estaba temblando. Era dificil imaginarla prestando testimonio con una atmosfera tan cargada que incluso habia ahogado la voz de Ciceron.

Miro escaleras abajo.

– Incluso ahora, cada vez que bajo las escaleras, pienso que voy a. encontrarlo como lo encontre aquel dia…

– ?A tu marido?

– ?Si! Lleno de sangre e inmovil…

– ?Quieres que te ayude a bajar las escaleras?

– Quizas. Pero todavia no. No quiero moverme.

– ?Quieres que vaya a buscar a tu hermana o a su marido?

– ?No! A estas alturas ya deben de estar hartos de mi -dijo con subita vehemencia-. El modo en que han llegado aqui y se han hecho los duenos del lugar…, todo por el bien de mi nino, dicen, que lo administran para el. Pero se comportan como si fuera su taberna. Como si Marco no hubiera existido nunca. Ni siquiera pronuncian su nombre, para no inquietarme. ?Oh, si todo pudiera volver a ser como antes! ?Maldigo a Milon y a Clodio! ?Maldigo a los dioses!

Pense que iba a echarse a llorar pero sus ojos permanecieron secos. Se irguio y respiro hondo.

– ?Que es lo que querias saber?

Frunci el entrecejo.

– ?Puedes hablar de aquel dia o no?

– ?Por que no me preguntas y lo descubres?

Mire por la ventana. Davo y los chicos habian terminado con los caballos y estaban jugando a algo con una pelota de piel; los tres se reian como chiquillos. ?Que clase de padre seria Davo?

Deje de, mirar por la ventana. ?Que me quedaba por preguntarle? Parecia que todos los detalles estaban completos. Los sucesos de aquel dia habian salido a la luz, uno tras otro, y puestos en orden. El incidente de la Via Apia estaba totalmente documentado y se habia impartido justicia. Su testimonio no habia hecho falta, despues de todo. Pero…

– ?Que viste cuando te asomaste a la ventana, despues de la batalla?

Entorno los ojos.

– Cuerpos. Sangre. El senador, su hija y su sequito. La litera del senador.

– ?Eudamo y Birria? ?Los hombres de Milon?

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