sagrado de Jupiter simplemente para anadir algunas habitaciones a su casa. ?Imagina! ?Expropiar a un dios para hacerse habitaciones para el! Y lo que le hizo a las vestales es incalificable, arrojarlas de su vieja casa, estafarlas, tratarlas como vulgares competidoras de negocios a las que se puede timar y arrojar a la basura. ?Acaso pensaba que podia cometer todos esos crimenes y escapar sin castigo?
– Publio Clodio ha cometido muchos crimenes de todo tipo durante anos sin ser castigado -dije.
– Mas razones para que le llegara la hora -dijo Tedia agriamente.
– Estaba vivo cuando lo encontrasteis en la posada…
– Muy vivo.
– Pero a punto de morir, seguro.
– ?Como puedes decir eso? ?Estas aqui para juzgar? Te dire como ocurrio…
– ?Hija! Sexto Tedio hizo una mueca y sacudio la cabeza.
– Padre, no tengo nada de que avergonzarme y nada que temer. Empezo como te conto mi padre… ibamos camino de Roma, nos encontramos a Milon con los restos de la escaramuza, mintio y nos dijo que habia bandidos rondando. Tuve miedo y quise volver pero mi padre insistio en que continuaramos y eso hicimos. La diosa Vesta nos guiaba aquel dia, no tengo ninguna duda. Llegamos a la posada de Bovilas y vimos la carniceria. Crei que me desmayaria de miedo por el temblor y el frio que senti dentro de mi. Ahora se que era la diosa que se agitaba en mi interior, preparandome para la tarea inmediata.
»Habia cuerpos desparramados en el camino y sangre por todas partes. Era extrano llegar a un lugar que has visto tantas veces y por el que has pasado sin dedicarle un pensamiento…, un lugar tan familiar, comun y ordinario…, y contemplar semejante horror y devastacion. Todo parecia irreal, como el delirio que provoca la fiebre. Ayude a mi padre a salir de la litera y anduvimos entre los cadaveres. Ninguno necesitaba ayuda; todos estaban muertos.
»Entonces oimos una voz en la taberna, un apagado y debil grito de socorro. Clodio aparecio en la puerta. Sus ropas estaban rasgadas. Estaba herido. Se apretaba un jiron de tela sangrienta en el hombro. Hablaba con los dientes apretados. '?Ayudadme!', dijo.
– Todos los demas habian muerto defendiendole, como ves -dijo Sexto Tedio-. Sus hombres eran leales, nadie puede negarlo.
– Salio tambaleandose de la taberna -continuo Tedia-. Tropezo y cayo de rodillas, luego sobre su espalda, grunendo y evitando que su hombro diera contra la tierra. Parecia comodo en aquella postura, yaciendo sobre su espalda. Nos inclinamos sobre el. Su voz era ronca y tensa, poco mas que un susurro: «Llevadme a casa -dijo-, no a la villa…, me buscaran alli. Llevadme a Roma en vuestra litera. ?Ocultadme de ellos!». «?De los bandidos?», pregunto mi padre. ?Y Clodio se rio! Aquella risa odiosa y sibilante. ?Que dentadura tan blanca y perfecta tenia! «Los unicos bandidos de este camino son los gladiadores de Milon -dijo-. Me persiguieron hasta aqui y trataron de matarme, pero algo los asusto y se fueron. ?Rapido, escondedme en vuestra litera!» Lo ayudamos a ponerse en pie y lo metimos en la litera. Pude ver que mi padre no sabia que hacer a continuacion, asi que me lo lleve aparte, en donde los esclavos no pudieran oirnos.
Tedio gruno.
– Yo le habria mandado a su villa tanto si queria ir como si no, pero Milon estaba en el camino. No tenia intencion de pasar al lado de Milon como si fuera un espia de ese chacal de Clodio. Tampoco deseaba entregar a Clodio a ese mentiroso de Milon. A lo mejor si lo hubieramos dejado alli, se habria desangrado hasta morir o los hombres de Milon habrian vuelto y terminado con el. Pero alli estaba, en nuestra litera, llenando de sangre los cojines…
– Tome una decision -dijo Tedia. Su voz era como el frio acero-. Todo sucedio a la vez. Se me ocurrio mirar al piso superior de la posada y la vi en la ventana. Su rostro parecia levitar, como un retrato en un marco. Vi el rostro de Vesta y supe lo que tenia que hacer.
Sacudi la cabeza.
– La cara que viste era la de la pobre y aterrorizada viuda del posadero.
Tedia me miro con desprecio.
– ?Como sabes lo que vi? ?Estabas alli?
No vi motivo para contradecirla.
– ?Como lo mataste?
Aparto las manos de los hombros de su padre y las dirigio hacia el lazo de la cinta azul que sujetaba la mantilla de lino detras de su cabeza. Cogio los extremos de la cinta, los enrollo en sus manos y la estiro.
– Lo mate con esto. Ojala la diosa hubiera podido contemplarlo, pero tuve que hacerlo dentro de la litera, fuera de la vista. Los esclavos estaban alli y no era cuestion de que lo vieran. Subi a la litera y me puse detras de el. Mi padre subio detras de mi y dejamos caer las cortinas. Le rodee el cuello con la cinta. Papa la sujeto por delante.
– Nunca podriamos haberlo hecho si no hubiera estado debilitado por las heridas -dijo Tedio secamente-. Miranos…, un viejo tullido y una mujer. Pero lo conseguimos.
– Vi el cadaver -dije-. La herida del hombro era profunda. Probablemente habria muerto de todas maneras.
– No estes tan seguro -dijo Tedio-. He visto muchas batallas y muchos soldados que parecian estar en peores condiciones que Clodio y que sin embargo se recuperaron. Quedaba una sorprendente cantidad de vida en aquel chacal. Lo se; vi como le abandonaba. Sin tocarlo, podria haber sobrevivido al viaje a Roma. Podria estar vivo todavia.
– ?Pides aprobacion por su muerte! Pareces estar orgulloso de ella.
– ?Estoy orgulloso de mi hija, si! Tu tienes un hijo, ?no es cierto, Gordiano? Recuerdo que estaba contigo la ultima vez que viniste aqui. Bien, yo soy igual que cualquier otro… Me habria gustado tener un hijo, verlo crecer y convertirse en un hombre, verlo probar su valor en la batalla y demostrar sus convicciones en el Foro. Pero no tuve ningun hijo, solo una hija, pero una hija que siempre me ha sido fiel y nunca me ha decepcionado; cuando murio su madre, ocupo su lugar de buena gana. No se puede pedir una hija mejor. ?Y ahora mira lo que ha hecho! Ha llevado a cabo lo que no ha conseguido ningun hombre ni en la batalla ni aplicando las leyes; ha terminado con Publio Clodio. Un enemigo del Estado, una amenaza para la decencia, una mala hierba en la Republica, una desgracia para sus antepasados. ?Y fue mi hija la que finalmente acabo con el! Los dioses y las diosas manifiestan su voluntad por senderos misteriosos, Gordiano. Ya habian tenido bastante de Publio Clodio y lo liquidaron. ?Quien soy yo, un viejo y lisiado senador, para cuestionar el camino que eligieron?
Les observe a los dos, cruelmente satisfechos, modelos de la austera virtud romana.
– ?Por que no sacasteis el cadaver de la litera y lo dejasteis en el camino? ?Por que lo enviasteis a Roma?
– La litera estaba contaminada con su sangre y su carrona -dijo Tedia-. Nunca podria volverme a subir en ella.
– Lo ultimo que nos habia pedido era que lo enviasemos a casa -dijo su padre-. Es lo que te dije antes; una vez un hombre esta muerto, ?que sentido tiene despreciarle? No, no queria dejarle tirado como a un perro muerto. Envie su cuerpo a Roma y dije a los porteadores que lo llevaran con gran respeto y lo dejaran al cuidado de su viuda.
Su anillo -dije al recordarlo-. Su cuerpo llego sin el anillo. ?Se lo quitasteis vosotros?
Tedia entorno los ojos.
– Aquello fue un error. Crei que a la diosa le gustaria.
– ?Eras tu la mujer que fue a la casa de las vestales y ofrecio el anillo de Clodio para una oracion de gracias?
– Si.
Entonces entendi la extrana mirada que habia visto en Filemon en la Taberna Salaz. Le habia preguntado por que no habia pedido ayuda a la hija de Tedio cuando lo conducian cautivo por la Via Apia, al pasar por donde estaba descansando Tedio, al lado de la casa de las vestales. Lo que yo habia tomado por ofensa era simple confusion. Filemon no habia visto a Tedia porque Tedia estaba dentro de la casa de las vestales.
– Ocultaste tu rostro a la Virgo Maxima -dije-. Disfrazaste tu voz.