Comi rapidamente un plato de olivas, queso y carne fresca y volvi a salir. Lleve a Davo conmigo aunque no parecia necesario llevar un protector. Las calles parecian casi milagrosamente tranquilas tras el furor de los ultimos dias.
El Grande se habia trasladado a la ciudad y residia en su casa del barrio de Las Carinas, como habia esperado. Acepto recibirme en seguida.
La casa de Las Carinas era una destartalada y vieja villa rodeada por edificios mas modernos y mas altos. Habia pertenecido a la familia de Pompeyo durante generaciones. Habia un olor rancio por toda la casa y la habitacion en la que Pompeyo daba audiencia no tenia vistas fabulosas, solo un patio interior con una modesta fuente. La habitacion estaba llena de trofeos de varias campanas militares, algunos traidos por Pompeyo desde Oriente, otros conseguidos por su padre…, armas exoticas y trozos de armaduras, estatuillas de oscuros dioses, marionetas sombrias de la frontera de Partia y antiguas mascaras de teatro griegas. Escondidos discretamente en los rincones y en las sombras, como siempre, estaban los soldados responsables de su seguridad.
Pompeyo estaba sentado al lado de una mesita llena de papiros. Cuando me acerque, aparto el documento que estaba leyendo.
– ?Sabueso! Me he sorprendido cuando el portero te ha anunciado. No esperaba volver a verte.
– Y yo no esperaba poder verte tan pronto.
– Resulta que has llegado a una hora del dia en la que todavia no tengo una obligacion prioritaria. ?Tenemos asuntos sin terminar?
– He venido a pedir un favor, Grande.
– Bien. Siempre me gusta que me pidan favores, tanto si los concedo como si no. Me da la oportunidad de cumplir con mi nombre. ?Que es lo que quieres, Sabueso?
– Entiendo que una parte del castigo de Milon es confiscar sus bienes.
– No todos; creo que le permitiremos llevarse a algunos esclavos personales y lo suficiente para que pueda comenzar una nueva vida en Masilia. Primero, ha de ser todo liquidado para pagar a sus acreedores, que son legion. Despues habra que ver cuanto se deja para el tesoro. Los bienes quedaran bien limpios antes de que termine el barrido.
– Me gustaria que se me incluyera entre sus acreedores.
– Eh? Me cuesta imaginar que tu le prestaras dinero, Sabueso. ?O acaso le prestaste servicios por los que nunca te pago?
– Ni lo uno ni lo otro. Milon me causo un gran agravio. Fue el responsable de que me secuestraran con mi hijo y nos tuvo prisioneros durante mas de un mes. Desde la ultima vez que hable contigo, he reunido pruebas de lo que digo.
– Ya veo. En la practica, no tienes ningun recurso legal. El hombre ha sido condenado y pronto se habra ido para siempre. No estaria aqui para asistir al juicio en el caso de que presentaras cargos contra el.
– Ya me he dado cuenta. Por eso recurro a ti, Grande.
– Ya veo. ?Que es lo que quieres?
– Quiero ser reconocido por el Estado como uno de los acreedores de Milon. Quiero una parte de sus bienes.
– ?Y cual es el precio por lo que tu hijo y tu sufristeis en su poder?
– Es dificil de estimar. Pero he pensado en una cantidad. -Se la dije.
– Una suma muy precisa. ?Como has llegado a ella?
– Durante los peores alborotos clodianos, mi casa fue saqueada. Una estatua de Minerva que hay en mi jardin fue derribada y danada. Es lo que cuesta repararla.
– Ya veo. ?Es justo pedir a Milon que pague lo que han hecho sus enemigos?
– No es justo en el sentido legal, cierto. Pero podria parafrasear algo que tu dijiste una vez, Grande.
– ?Que?
– «?No dejareis de citarnos leyes a nosotros que tenemos deudas pendientes?»
Pompeyo encontro este comentario muy divertido.
– Me gustas, Sabueso. En los proximos anos me gustaria pensar que estas de mi parte.
No entiendo, Grande.
– Oh, yo creo que si. Muy bien, entonces, ?como lo hacemos? Llamo a un secretario, que redacto un memorandum por duplicado. Anadio una copia al elevado monton que ya habia acumulado en un armario. Pompeyo firmo la otra. Su secretario la enrollo y aplico una mezcla de cera roja sobre la que Pompeyo coloco el anillo-. Ya esta. Haz que lo lleven a casa de Milon. Ojala tengas suerte y lo puedas cobrar. Hay algunas personas delante bastante mas importantes que tu. Por otra parte, la tuya es probablemente la deuda mas pequena. Quiza el Estado te la pague antes, simplemente para librarse de ella.
– Gracias, Grande.
– Claro, claro.
Sonrio, hizo un gesto de despedida y cruzo la habitacion. Un momento despues volvio y se sorprendio al ver que todavia estaba alli. ?Que pasa ahora, Sabueso?
– Tengo cierto conflicto, Grande, entre un juramento que hice y mi obligacion hacia ti.
– ?Si?
– Ahora que el juicio de Milon ha terminado, ?tienes algun interes por descubrir lo que paso en la Via Apia?
– No estoy seguro de lo que quieres decir.
– Si te dijera que los hombres de Milon hirieron gravemente, quizas mortalmente, a Clodio pero que otra persona (alguien que no tiene nada que ver con sus enemigos) acabo con su vida…
– ?Quieres decir que el golpe fatal lo descargo un tercer grupo?
– He jurado que no explicaria los detalles.
– Ya veo. -Pompeyo lo considero-. Entonces sugiero que mantengas la boca cerrada.
– ?Debo hacerlo, Grande?
– Si. De todos modos, no rompas un juramento por mi. Clodio esta muerto. Milon, arruinado y a punto de abandonar Roma para siempre. Demasiado tarde para esos dos. Mi proxima tarea consistira en castigar a los responsables del incendio del Senado. El Estado debe pelear igualmente contra todos los que perturben la paz, o no habra ni ley ni orden. ?Podrian tener tus revelaciones algun efecto en todo esto?
– Creo que no, Grande.
– Entonces no me interesan. El asesinato de Clodio es agua pasada. ?Lo entiendes? -Habia una nota casi de amenaza en su voz.
– Si, Grande, creo que lo entiendo.
Aunque nunca habia estado alli, el interior de la casa de Milon me parecia extranamente familiar. Los mosaicos del suelo, el palido color ocre de las paredes, al igual que varios objetos del vestibulo, y lo que pude entrever en las habitaciones cercanas me recordaron inmediatamente la casa de Ciceron. Al no tener gusto para la decoracion, Milon habia copiado pobremente el impecable gusto de su gran amigo.
El lugar tambien me recordaba, de una forma extrana, la gran casa de Clodio en el Palatino pues su estado caotico era evidente. Aunque yo habia visto la casa de Clodio en proceso de decoracion y restauracion, y la casa de Milon era todo lo contrario, ya que estaba en proceso de desmantelamiento. Habian quitado los cuadros de las paredes y los habian amontonado. Estaban embalando los objetos preciosos. Las cortinas habian sido removidas de las puertas y estaban limpiamente dobladas en mesitas.
Al igual que en la mansion de Clodio la noche de su asesinato, habia un aire de confusion y abandono en la casa de Milon. Alguna que otra vez, un esclavo con aspecto infeliz pasaba por alli con algun recado sin mirarme apenas. Empece a pensar que me habian olvidado. Finalmente, el esclavo que me habia hecho pasar volvio y me hizo senas de que le siguiera al interior de la casa.
?Hacia el tonto al dejar fuera a Davo e ir a enfrentarme solo con Milon? Me cruce de brazos para el careo. No estaba muy seguro de como iba a sentirme cuando lo viera. Habia sido injusto conmigo y tenia varias razones para despreciarlo y, sin embargo, extranamente, la experiencia de mi cautividad me hacia sentir en cierto modo solidario con el. Para un hombre, es terrible perder todos sus suenos, ver que le quitan todo excepto los escasos medios de subsistencia. Milon habia subido de la oscuridad a una posicion de gran poder. Incluso habia tenido el