– Tu sabes como se celebran los comicios, Diana, o al menos como se supone que se celebran: los ciudadanos se reunen en el Campo de Marte para echar sus papeletas a favor de los diversos magistrados que dirigen el gobierno. La mayoria de las elecciones se celebran en verano; un clima estupendo para reunirse al aire libre. Los votantes eligen dos consules, que tienen el maximo poder. Despues de los consules, vienen los pretores y luego los ediles y los cuestores y asi sucesivamente, todos ellos con poderes y obligaciones diferentes.

»Se acabaron los viejos tiempos. A principios de enero, los magistrados elegidos toman posesion de su cargo. Sirven durante un ano y luego se apean y siguen adelante para gobernar provincias extranjeras. Y asi ha sido durante cientos de anos, retrocediendo todo este tiempo hacia la caida de los reyes y la instauracion de la Republica.

»En cualquier caso, asi es como se supone que surte efecto. Pero hoy en dia Roma es una ciudad sin magistrados. Estamos a mediados del mes de enero y aun no tenemos magistrados-que dirijan el Estado.

– ?Que pasa con los tribunos? -pregunto Diana.

Canturree, ganando tiempo mientras pensaba en una respuesta. ?La constitucion romana es endiabladamente complicada!

– Tecnicamente, los tribunos no son jueces. El tribunado se instauro hace tiempo, cuando unicamente los patricios podian ser magistrados y los plebeyos exigieron tener sus propios representantes. Actualmente las magistraturas estan abiertas a ambas clases sociales, pero todavia para ser tribuno hay que ser plebeyo. Cada ano hay diez, elegidos por una asamblea especial de plebeyos unicamente. Aun tienden a representar los intereses de los debiles frente a los fuertes, de los pobres frente a los ricos. El propio Clodio ejercio de tribuno un tiempo, el ano que consiguio que Ciceron fuera desterrado y establecio la distribucion de grano.

– Pero Clodio y su hermana son patricios.

– Ah, pero Clodio lo arreglo; se hizo adoptar por un plebeyo lo bastante joven para ser su hijo, simplemente para poder ejercer el tribunado. ?Hasta sus enemigos tuvieron que reconocer su astucia! Es un puesto natural para un agitador de masas. A mi parecer, alguno de nuestros mas ambiciosos tribunos estan ahora mismo ahi abajo en el Foro incitando a la masa. De todas formas, el ano pasado se llevo a cabo la seleccion de tribunos como siempre, sin interrupcion alguna. Pero no sucedio lo mismo con los magistrados regulares.

– ?Que ocurrio?

– El ano pasado, Milon decidio presentarse para consul. Clodio se presento para pretor. Si ambos hubieran ganado su respectiva candidatura, se habrian anulado mutuamente. Milon habria vetado los proyectos radicales de Clodio y este habria menospreciado los esfuerzos de Milon en nombre de los Optimates.

– Ambos habrian sido una espina para el otro -dijo Diana.

– Exactamente. De manera que cada uno por su cuenta se encargo de evitar que el otro ganara. Sin embargo, ambos eran formidables candidatos, con grandes probabilidades de obtener el cargo. Asi que siempre que se anunciaban los comicios, ocurria algo que los aplazaba. Un augur leia las senales del cielo y decia que los presagios eran malos: se cancelaban los comicios. Se senalaba un nuevo dia, pero la vispera de las elecciones, alguien del Senado encontraria algun oscuro punto de la ley civil para indicar que no podria celebrarse ninguna votacion aquel dia, despues de todo. Tras mucho debate, por fin se elige una nueva fecha. El dia llega y estallan revueltas en el Campo de Marte. Y asi sucesivamente. En comicios de anos anteriores ha habido enormes irregularidades: votantes sobornados o intimidados, pleitos utilizados para impedir que algunos presentaran su candidatura o que cumplieran el plazo en el desempeno de su cargo, y todo tipo de maniobras para hacer fracasar y tergiversar el proceso. Pero nunca ha habido un ano como este ultimo, puro caos. Una republica que ni siquiera consigue celebrar elecciones es una republica muy enferma.

Como para recalcar aquel sentimiento, una llamarada se elevo subitamente en la basilica Porcia. El fuego debio de alcanzar una reserva de aceite para lamparas y le prendio fuego. La conmocion llego al Palatino momentos despues, como el eco amortiguado de un redoble de tambor. Gracias al resplandor de las altas llamas pude distinguir las diminutas figuras de los hombres que hacian frente al fuego, que en aquel momento se dispersaban. Un griterio de jubilo se elevo entre los partidarios de Clodio que celebraban la fiesta. La serpenteante linea de los que transportaban cubos altero el curso para apagar la nueva llamarada, que les arrojaba humo y lenguas de fuego. En la envolvente oscuridad, la lucha entre el fuego y los hombres empezo a adquirir formas fantasmagoricas.

– De manera que no es nada sorprendente -prosegui- que Milon haya matado a Clodio. Lo unico que habria sorprendido menos es que Clodio hubiera matado a Milon.

Diana movio la cabeza con aire pensativo.

Poco despues, Bethesda nos grito desde el jardin. Ya era casi la hora de cenar. Diana bajo a ayudar a su madre. Parecia satisfecha con las respuestas que le habia dado, aunque yo era muy consciente de que no habia respondido a las preguntas mas importantes: «?Estamos en peligro, papa?». «?Es que algo terrible va a suceder?»

La fuerte explosion del Foro parecia haber provocado un nuevo estallido de entusiasmo entre los clodianos. Acabaron el banquete, los oradores volvieron a subir a la Columna Rostral, los cantos funebres volvieran a entonarse entre la multitud y comenzo una extrana ceremonia. Los hombres marchaban en una unica hilera hasta las ardientes ruinas del Senado y luego descendian los ennegrecidos escalones sosteniendo en alto antorchas encendidas. Al cabo de un rato, me di cuenta de lo que estaba ocurriendo: encendian las antorchas con el mismo fuego purificador que habia consumido los restos de Clodio. Por piedad y devocion se lo llevarian consigo a sus casas para anadirlo al fuego de sus propios hogares. O eso crei, hasta que vi que la multitud tenia en mente otro uso del sagrado fuego.

Desde los escalones del Senado, los que llevaban antorchas enfilaron hacia el Palatino. Era facil seguir su avance; se movian como deslizantes rios de llamas entre los templos y a lo largo de las pavimentadas plazas. Regresaban por los mismos' caminos por los que habian ido, algunos cortando camino por la Rampa, otros desapareciendo de mi vista al doblar la colina, en direccion a los senderos que les llevarian al flanco oeste del Palatino. Era tal el resplandor de las antorchas en aquella direccion, que en el tejado de Ciceron pude distinguir las siluetas de este y de Tiron, que me daban la espalda al tiempo que unian sus cabezas.

Los que subian por la Rampa giraron al oeste, lejos de mi casa, y corrieron hacia la casa de Ciceron. Contuve la respiracion. Vi como se ponia rigida la silueta de Ciceron. Pero los de las antorchas prosiguieron su camino. Siguiendo la calle, circundando la cima de la colina, se encontrarian con el resto de la multitud en el mismo punto en el lado mas lejano.

– ?Quien tenia una casa en aquel barrio?

– Milon.

Con el mismo fuego purificador que habia convertido los sangrientos restos de Clodio en ceniza, la turba pretendia incendiar la casa de Milon, y con ella a Milon, si se hubiera atrevido a regresar a la ciudad.

Diana me llamo desde abajo:

– Papa, mama dice que es hora de comer.

– Si, Diana. En seguida voy.

La casa de Milon no estaba realmente a tiro de piedra de la nuestra; pero entre ambas no habia ninguna distancia si se piensa en la velocidad de las llamas recorriendo la fria brisa de tejado en tejado. Si la muchedumbre incendiaba la casa de Milon, las llamas podrian extenderse facilmente por todo el Palatino…

El camino mas seguro podria ser llevar a la familia a la casa de Eco al monte Esquilino. Pero ?que pasaria entonces si mi casa llegara a incendiarse? ?Quien combatiria las llamas? Y ?que motivo habia para creer que podriamos atravesar la Subura y llegar a casa de Eco sanos y salvos una noche como aquella, con aquella gente por ahi suelta?

– Papa, ?bajas ya? ?Ves algo?

Algunos rezagados subian corriendo la Rampa. Sus antorchas chisporrotearon como banderines ondeantes cuando tomaron la pronunciada curva hacia la casa de Ciceron y mas alla.

– Ya voy -dije. Eche un ultimo vistazo hacia la casa de Milon. Me parecio oir indicios de combates (entrechocar de objetos, griterio), pero los ecos eran confusos y distantes.

– ?Papa?

Me di media vuelta y puse el pie en el primer peldano de la escalera.

Fue una comida ligera. No probe nada. Despues, cuando Diana y Bethesda se habian retirado a dormir, volvi a subir a hurtadillas al tejado. Mire en direccion a la casa de Milon pero no vi senal alguna de fuego. Sin embargo,

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