dimensiones de la casa de Ciceron eran mas modestas, sin lugar a dudas, pero de alguna manera, por ello mismo, resultaba mas agradable. Ciceron siempre habia tenido un gusto impecable.
Tambien habia contado siempre con dinero suficiente para satisfacer sus gustos, pero daba la impresion de que habia prosperado tanto que ya no tenia necesidad de limitarse a guardar las apariencias. Se precisa ser rico de verdad para tener una fuente decorada con mosaicos espolvoreados con oro, colgar una pintura de Iaia de Cizico en la pared del despacho o exponer en la misma mesa, cubierta por una gruesa lamina de cristal, un fragmento del papiro original de un dialogo con correcciones manuscritas de Platon. La ley romana prohibe a los abogados recibir honorarios por sus servicios; cada caso se resuelve a cambio de gratificaciones. Con todo, abogados con exito consiguen hacerse ricos. En vez de simples bolsas de plata, son recompensados con regalos de propiedades o exclusivas oportunidades de invertir. Ciceron era uno de los mejores abogados de Roma y siempre habia sabido como cultivar a los Optimates. Su casa estaba llena de cosas hermosas, caras y extranas. Solo podia imaginarme los tesoros que habian sido destruidos o saqueados cuando la chusma de Clodio quemo su vieja casa.
A una orden de Ciceron, un esclavo coloco unas sillas en circulo mas cerca del llameante brasero. Antes de que nos hubieramos instalado, otro esclavo trajo copas de plata y una jarra de vino calentado. En vez de revolotear cerca, Tiron se nos unio. Ahora era ciudadano, el aliado de Ciceron, no su esclavo. Aun asi, adverti que tenia en el regazo una tablilla de cera y un estilo para tomar notas.
Ciceron sorbio delicadamente de su copa. Tiron hizo otro tanto. El vino estaba bien aguado. Ciceron no era hombre de caprichos. No podia decirse lo mismo de Marco Celio, o al menos de los Celios que yo habia conocido antes de que Ciceron los reformara. Noto que le observaba y me hizo una demostracion de que seguia el ejemplo de su mentor, frunciendo los labios y tocando con ellos apenas el borde de la copa. La expresion le daba un aspecto tan bobalicon que llegue a la conclusion de que se estaba burlando deliberadamente de Ciceron.
Milon no pretendio dar muestras de delicadeza. Vacio la copa de un trago y la extendio hacia el esclavo para que se la volviera a llenar.
– Gordiano, ?fue sorpresa lo que lei en tu cara cuando reconociste a Milon? -Ciceron irguio la cabeza como un gallo de pelea-. No esperabas encontrartelo aqui, ?verdad?
– Francamente, pensaba que debia de estar camino de Masilia.
– ?Ja! ?Darse la vuelta y huir como un conejo? No conoces bien a mi amigo Milon si lo consideras tan cobarde.
– No estoy seguro de que sea una cuestion de cobardia; yo diria que es mas de conveniencia. De todas formas, el rumor de su huida a Masilia esta muy difundido.
Milon fruncio el entrecejo pero no dijo nada.
– Lo ves, ya te lo dije -hablo por fin Celio-. Gordiano y su hijo lo oyen todo. Con las cuatro orejas captan cualquier susurro de Roma.
Ciceron asintio.
– Si. Continua, Gordiano. ?Que mas se dice?
– Unos dicen que Milon regreso anoche a hurtadillas a la ciudad y se parapeto en su casa, y que alli estaba cuando la turba fue a quemarla.
?Entonces no piensan que sea un cobarde, sino un loco! No, Milon paso la noche aqui, a salvo bajo mi techo. ?Que mas dicen?
– Que planea provocar una revolucion. Empezo asesinando a Clodio y esta reuniendo un ejercito que desfilara por Roma. Los aliados con los que cuenta dentro de las murallas han almacenado armas y material incendiario por toda la ciudad…
– Vaya, pues puedes ver por ti mismo lo absurdo de tales rumores. Milon esta aqui, en mi casa, no fuera, revolucionando a las masas. ?Acaso mi casa apesta a azufre y a brea? Claro que no. ?Conque una revolucion! No hay hombre en Roma mas dedicado al mantenimiento de la Republica que Tito Anio Milon, ?ni siquiera yo mismo! Cuando pienso en los abusos que ha padecido y los terribles riesgos a los que se ha expuesto…
La carga de tales sacrificios parecia pesar mucho sobre Milon, que termino su segunda copa de vino y me miro taciturno.
Observe la habitacion: los numerosos rollos de papiro en sus casilleros, el cuadro de Iaia que representaba un pastorcillo quitandose una espina del pie, el incalculable retazo manuscrito de Platon bajo el cristal.
– Tu mismo has corrido un riesgo terrible, Ciceron. Si el gentio hubiera sabido que Milon estaba aqui…
– Si, ya se lo que estas pensando. Esta casa ya se incendio una vez. Pero fue porque Clodio consiguio echarme de la ciudad antes. Nunca habria sucedido si yo hubiera estado aqui para impedirlo. Y nunca mas volvera a ocurrir mientras yo este presente para defender hasta el ultimo aliento lo que me pertenece. Puede que tengas que verte en la misma tesitura, Gordiano, antes de que pase la crisis. Ahora tu tambien tienes una casa magnifica. Tienes una familia a la que proteger. Piensa en eso y luego en esa gente furiosa que vimos ayer, corriendo salvajemente como una manada de perros hacia el Foro. ?Sabes como prendio fuego Sexto Cloelio al Senado? Aplasto los asientos de los consules y los tribunales sagrados y utilizo la madera para construir una pila funeraria para el monstruo. Rasgo los rollos de papiro para encenderla. ?Incalificable profanacion! Como su lider muerto, estos inutiles libertos y mendigos no tienen ningun respeto por la majestad del imperio ni por la simple decencia… Son una amenaza para cualquier hombre que se interponga en su camino.
Ciceron volvio a su asiento y aspiro profundamente:
– Lo importante es que los clodianos fueron tan imprudentes como para prender fuego al Senado. Tenian la ventaja hasta ese punto (la gente chascaba la lengua por el pobre Clodio, un ser digno de compasion). Fue un golpe maestro, pasear de aquella manera su cadaver en publico, exhibiendolo desnudo con todas las heridas al descubierto. Como abogado, he de admitir su lado comico. Si pudiera arrastrar un apestoso cadaver ante el tribunal y pasarselo al jurado por la cara, creeme, no me lo pensaria dos veces. Conmocion y compasion son dos tercios de la batalla. Pero exageraron su ventaja.
Celio daba vueltas a su copa de vino.
– Retiraron el calor de Milon -dijo- y encendieron el fuego bajo sus propios pies.
Ciceron alzo su copa y se dirigio a Celio:
– Precisamente. ?Oh, Celio, el giro de la frase es esplendido! Una metafora que es literalmente cierta. «?Retiraron el calor de Milon y encendieron el fuego bajo sus propios pies!» ?Bravo!
Hasta Milon sonrio a reganadientes y alzo su copa. Al fin y al cabo, el tambien era un orador que sabia apreciar la retorica.
– ?Dices que Milon ha pasado la noche aqui? -dije.
Ciceron asintio:
– Si. Mientras los clodianos paseaban el cadaver desnudo de Clodio por todo el Palatino, Milon aguardaba fuera de la ciudad. No por temor a regresar, cuidado, sino por precaucion, por sensatez, catando el viento como un general cuando inspecciona el terreno antes de proseguir. Cuando vi que los necios clodianos provocaban varios incendios, envie a un mensajero para que le informara. Si deseaba regresar a la ciudad, deberia hacerlo sigilosamente, le dije, y permanecer lejos de su casa. Le ofreci mi hospitalidad, pero la decision de regresar fue suya. No le aconseje en otro sentido. Milon vio el camino delante de el y lo tomo. Tito Anio Milon, no he conocido en mi vida hombre mas valiente que tu. -Ciceron miro al objeto de sus palabras con tal intensidad que habria hecho enrojecer a un hombre mas modesto, pero la unica reaccion de Milon fue contraer la mandibula y estirar aun mas el pescuezo. Sus rasgos no me parecieron ni remotamente heroicos, como los que estamos acostumbrados a ver en los heroes retratados en marmol y bronce, pero si sabia adoptar una pose desafiante.
– No habria podido abandonar jamas Roma en un momento de necesidad -dijo con voz tremula de orador-. ?Volvi para salvarla!
– ?Excelente! -exclamo Celio-. Tiron, copialo, haz el favor. Debemos acordamos de utilizarlo.
Me parecio grosero y burlesco, pero Milon no se ofendio. En cambio, se inclino hacia Celio con una expresion burlona:
– O crees que sonaria mejor: «Jamas abandone Roma, ni siquiera por un dia…»?
– No, no, era perfecto como lo dijiste la primera vez. Tiron, ?lo tienes?
Tiron garabateo al tiempo que asentia.
Observe que la conversacion tenia lugar en mas de un nivel y con mas de un proposito.
– Estais en mitad de un discurso, ?no? -dije.