Sin embargo, sucedio, la multitud se convirtio en chusma, y la chusma se puso en movimiento como un unico cuerpo hacia el Palatino. Eco y yo avanzamos con ella un rato, incapaces de separarnos, como restos de un naufragio en la corriente. Me vi vapuleado, manoseado y empujado hacia delante en contra de mi voluntad. Rechine los dientes y gruni. Al parecer, la misma experiencia que yo encontraba tan desagradable estimulaba a los que me rodeaban, que reian y daban grititos de excitacion como si hubieran empinado demasiado el codo.

Nos abrimos paso a duras penas entre la multitud caminando de lado hasta que llegamos al extremo y pudimos retroceder. Incluso Eco parecia intoxicado por la excitacion.

– ?Que pasa, papa? -dijo, sonriente, mientras recuperaba el aliento-. ?No quieres unirte a la marcha hacia la casa del interrex?

– No te hagas el gracioso, Eco. No se sabe lo que puede ocurrir. Yo me vuelvo a casa y tu deberias hacer lo mismo.

Pase la tarde de aquel dia en la azotea, buscando alguna senal de fuego o humo. No vi nada, pero de la parte de la ciudad en que estaba la casa de Lepido me llego el eco estrepitoso de una especie de batalla.

Un viento penetrante del norte empezo a soplar y atrajo nubes oscuras. Cuando las primeras gotas de lluvia fria me salpicaron la cara, Bethesda aparecio en el jardin.

– ?Baja de ahi! -dijo con los brazos en jarras.

Obedeci. Pero a mitad de la escalera, me quede como una piedra, como todo lo que habia a mi alrededor. Un rayo atraveso el firmamento. Jupiter parpadeo, como dicen los augures. Al deslumbrante relampago lo siguio un trueno tan estrepitoso que hasta la misma tierra parecio encogerse. La lluvia barrio el jardin. Me apresure a bajar de la escalera temblando de frio y pedi a Belbo que encendiera el brasero en m despacho.

Aun no habia tenido tiempo de calentarme las manos cuando Belbo regreso anunciandome una visita.

– El mismo de antes -dijo-, el hombre de Ciceron.

– ?Tiron?

Belbo afirmo con un movimiento de cabeza.

– Bueno, pues dejale entrar.

– ?Que hago con sus guardaespaldas?

– Pueden quedarse fuera bajo la lluvia.

Momentos despues, Tiron entro en la habitacion y se quito la capucha. El pesado manto de lana que llevaba estaba empapado. Se cubrio la boca con la mano y tosio.

– Ciceron no deberia mandarte salir en un dia de lluvia, Tiron. Deberia pensar en tu salud.

– Es solo un corto paseo. Ademas, cree que te caigo bien.

– Y que si enviara a otro a buscarme, a lo mejor no conseguiria hacerme salir. Tiron sonrio:

– ?Vendras conmigo?

– ?No deberiamos tu y yo tener primero una charla breve y cortes acerca del tiempo?

– Rayos y truenos -dijo Tiron girando los ojos hacia el cielo-. Augurios y presagios.

– Si crees en esas cosas…

– ?Acaso no cree todo el mundo en ellas?

– No disimules, Tiron, que no te va. Solo porque tu amo (tu antiguo amo, quiero decir) pretenda ir con ideas supersticiosas por politica…

– Verdaderamente desprecias a Ciceron, ?verdad? Suspire.

– Me imagino que no mas de lo que desprecio a todos los de su especie.

– ?Su especie?

– Los politicos.

– No, yo creo que lo desprecias mas que a los demas. Porque en algun momento pensaste que era en cierto modo diferente y te decepciono.

– Quizas.

– Mientras que de los demas unicamente esperabas lo peor, por eso no te decepcionaron nunca.

Me encogi de hombros.

– Pero ?no han sido solo tus falsas expectativas las que te han decepcionado, Gordiano? ?Crees que un hombre puede cruzar una calle llena de barro sin ensuciarse los pies? Ciceron no puede andar por el aire. Nadie puede.

– Ciceron no se limita a cruzar la calle llena de barro, Tiron. Se agacha a cogerlo para arrojarselo a todo el que se cruza en su camino. Saca el pie para poner la zancadilla a los demas y palmotea cuando se dan de narices en el suelo. Luego se lava las manos en la fuente mas proxima y alegremente pretende hacemos creer que nunca se ensuciaron.

Tiron me sonrio con desgana:

– Ciceron se cree a veces un modelo de pureza.

– Un modelo de vanidad, diria yo.

– Si. Bueno, he tratado de bajar el tono en algunas partes de sus discursos. Pero resulta curioso. Puede que la gente diga que la modestia es una virtud, pero respeta al que entona sus propios elogios. Piensan que si es vanidoso, sus razones debe de tener. Y cuando un personaje tan brillante empieza a lanzar barro, prestan atencion. Se imaginan que tambien debe de tener una buena razon para hacerlo.

– No tienes por que convencerme de que Ciceron sabe manipular al auditorio.

– Gordiano, es una simple cuestion de estilo, no de contenido. Determinados aspectos acerca de Ciceron te cogen a contrapelo. ?No se te ocurre pensar que a veces estoy cansado de su comportamiento, de pasar tantas horas del dia en su compania? ?Puede volverme loco! Sin embargo, no he encontrado en mi vida un hombre mas admirable y honrado que el. En lo fundamental, Ciceron y tu estais del mismo lado…

– Tiron, no es necesario que trates de convencerme de que te acompane. Unicamente he esperado a que hubiera una pausa en nuestra conversacion para pedir a Belbo que me trajera el manto. Y mira, aqui esta, anticipandose ya a mis necesidades. -Belbo me echo el manto sobre los hombros y yo me enfunde bien dentro de el-. El tiempo ha refrescado mucho.

– Aun asi, espero que siga lloviendo -dijo Tiron-. Dificulta los incendios. Evita que las llamas se propaguen. Y bien, ya hemos hablado del tiempo. ?Podemos irnos?

Encontre a Ciceron en su despacho conversando animadamente con Marco Celio.

Ciceron levanto la mirada y me vio escudrinando la habitacion.

– Milon no esta aqui -dijo-. Ha regresado a su casa. Una demostracion de seguridad en si mismo. Despues de todo, ?que tiene que temer Milon en su propia casa, cuando todo el mundo lo adora?

– ?Tu crees?

– ?Como no iban a hacerlo, despues del favor que les ha hecho liberando al mundo de ese canalla repugnante? «Atrapo al tirano con bandas de acero…»

– «Y lo mato con sus propias manos» -dije terminando la cita de Ennio-. Y bien, ?lo hizo?

– Si hizo ?que?

– Si Milon mato a Clodio con sus propias manos. -Recorde las marcas que habia visto en la garganta de Clodio. Habian retorcido algo alrededor del cuello antes de que muriera, bien fuera para impedir que se moviera, para ahogarlo o para arrastrarlo.

Ciceron se encogio de hombros.

– No estuve alli para verlo. Pero la idea me gusta. Como su homonimo, el legendario luchador de Crotona, Milon es un tipo fuerte. Supongo que podria apretarle el cuello a un hombre hasta matarlo. ?Tu que crees, Celio?

Celio parecia pensativo:

?Estrangulamiento? Podria hacer que la gente olvidara la sangre…, apartar de sus mentes las heridas abiertas. La idea de que Clodio fuera estrangulado… me gusta. Es mas limpio, menos sangriento. Pensar en cuchillos pone a la gente los pelos de punta. El estrangulamiento es mas viril, mas heroico. Sugiere la idea de matar a un animal con las propias manos. Equipara a Clodio a una bestia salvaje. Es mejor evitar los detalles graficos, realmente, pero si hemos de discutir el donde y el como reales del asesinato…

– No he venido a escuchar a dos oradores lanzando ideas al aire -dije.

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