del pelo cortado al rape y asegurado con una horquilla en la frente. Su cara redonda estaba limpia de cosmeticos pero su piel tenia la suavidad cremosa de las mujeres que han pasado su vida en el interior de una casa y nunca han tenido que trabajar. Imagine que andaria por los sesenta anos, lo que significaba que hacia tiempo que habia cumplido los treinta anos obligatorios de servicio a la diosa y habia elegido voluntariamente seguir siendo una virgen hasta el dia de su muerte.
– Tienes que perdonar a la esclava -dijo-. Esta un poco sorda.
– Ya me he dado cuenta, aunque no ha tenido ningun problema para oirte a ti a pesar de que te estaba dando la espalda.
– Solo le cuesta escuchar determinados tonos de voz…, los tonos de las voces masculinas. Puede oir a la mayoria de las mujeres que viven aqui sin ningun problema. Su sordera no es un defecto bajo este techo. En fin, has dicho que querias ver a la Virgo Maxima. ?Para que?
– Es un tema bastante delicado. Preferiria tratarlo unicamente con la Virgo Maxima.
Me dirigio una rigida sonrisa que contrastaba con la suavidad de su cara.
– Me temo que no es suficiente. Para empezar, ?quien eres y de donde vienes?
– Me llamo Gordiano. Este es mi hijo Eco. Tambien viene un esclavo con nosotros que en este momento esta cuidando de los caballos en el patio. Venimos de Roma.
– ?Que os trae por aqui?
– Vuelvo a repetir que preferiria hablarlo con…
– Tienes que entender, Gordiano de Roma, que ultimamente ha habido muchos disturbios violentos por aqui. Han asesinado gente a plena luz del dia a pocos pasos de nuestras puertas. El posadero fue brutalmente asesinado, dejando una joven viuda. Y los problemas de esta casa comenzaron bastante antes de los disturbios. Nos sacaron de nuestra casa y nos obligaron a mirar, sin poder hacer nada, como profanaban bosques sagrados… No hablaria de nada de esto si no fuera para decir que, en los buenos tiempos, las mujeres de esta casa acostumbran a sospechar de los hombres del exterior, aunque sea para preservar su pureza. Dadas nuestras recientes experiencias, tenemos motivos para ser aun mas cautelosas. Ademas, debo decir, Gordiano de Roma, que por mas que te miro no consigo imaginar que negocios tienes que tratar con la Virgo Maxima.
No es habitual encontrar una mujer acostumbrada a discutir con los hombres estrictamente en sus propios terminos. La vestal tenia muy claro que no iba a dejarnos acceder a la presencia de la Virgo Maxima si no era por una buena razon; y tambien estaba claro que no era de la clase de personas que dejaban escapar nada confidencial a espaldas de su superiora. ?Como podria ganarme su confianza? Habia sido Felicia la que me habia dicho que fuera alli, pero me habia prohibido utilizar su nombre. Habia otro nombre que si podia invocar y, aunque no me parecia muy prudente revelar entre aquellas paredes la mision que me habia encomendado Pompeyo, parecia la unica forma de entrar. La vestal volvio a repetir mi nombre:
– Gordiano… -Arrugo el carnoso entrecejo y miro pensativamente al vacio-. Gordiano de Roma… es un nombre poco comun.
– No hay muchos, no.
– Eso creo. Y menos aun con tu edad. -Me miro atentamente-. ?Fuiste tu el que acudio en defensa de Licinia hace varios anos?
– Si te refieres a si soy el Gordiano que ayudo a la Virgo Maxima de Roma a descubrir la verdad de cierta indecencia, la respuesta es si.
– ?Cierta indecencia? ?Llamas cierta indecencia a descubrir el cadaver de un hombre en el dormitorio de una joven vestal?
– No queria dar detalles.
– Bien; eres discreto. Y, quizas, tambien modesto. No eres como los demas hombres.
– ?Como es que conoces el asunto? Los juicios de Catilina, Craso y la vestal fueron de conocimiento publico, por supuesto, pero lo del cadaver se mantuvo en completo secreto.
– Yo me entere. Lo se todo, incluso el hecho de que fue Clodio el que dispuso el crimen con la intencion de que acusaran a Catilina. Ese detestable canalla ya nos causo problemas entonces y salio bien librado del asunto.
– ?Estabas alli en aquel momento, sirviendo a la diosa en Roma?
– No, siempre he servido aqui, en el templo de Vesta del monte Albano.
– Y, sin embargo, ?conoces todos los secretos de la casa madre de Roma?
– ?La casa madre? -dijo, frunciendo la nariz.
– Me refiero al cuartel general de tu orden…
?Cuartel general? Si te refieres a que la casa de las vestales de Roma es algo asi como la superior de esta casa, estas muy equivocado, aunque seas Gordiano, apodado el Sabueso. La orden de las virgenes vestales fue fundada aqui, en el monte Albano, en tiempos muy remotos; Silvia, la madre de Romulo, era miembro de la hermandad local y ayudo a mantener el fuego eterno en el templo de Vesta. La orden de Roma fue establecida mucho mas tarde, en los dias del rey Numa, y la llama eterna del templo de Vesta en Roma fue encendida con la llama original de aqui, del monte Albano. Eso si, ultimamente Roma se ha vuelto muy importante; hay grandes hombres que encargan a las vestales romanas la custodia de sus herencias y las vestales romanas tienen el honor de proteger las reliquias sagradas que Eneas trajo de Troya. Pero nosotras, las del monte Albano, somos la hermandad original. ?Casa madre! ?Sera posible!
– No queria ofender, Virgo Maxima.
Me miro astutamente.
?Por que me llamas asi?
– Porque eres la Virgo Maxima de esta casa, ?no es cierto?
Irguio la cabeza y, aunque era demasiado baja para mirarme por encima del hombro, lo intento.
– Por supuesto que lo soy. Sonrio debilmente-. Por eso conozco algunos secretos de la Virgo Maxima de Roma y por eso honro el nombre de Gordiano el Sabueso, que una vez ayudo a salvar el honor de la hermandad, por no mencionar la vida de una inocente joven vestal. Asi que deseas hablar conmigo en privado. Entra y trae a tu hijo. Podemos hablar en mi antesala. La esclava de la puerta hara de centinela. Si hablo en voz baja no oira una palabra de lo que digamos.
Lo que mas me sorprendio de lo poco que vi del interior de la casa de las vestales fue la baja calidad que aparentaba la construccion. Desde lejos, la fachada de ladrillo y madera parecia, si no elegante, al menos solida, pero toda la artesania del edificio parecia residir en el exterior, para que se viera. En el vestibulo, el pasillo por el que nos llevo la Virgo Maxima y la antesala donde nos oyo en audiencia se veia un descuidado trabajo de carpinteria dolorosamente evidente. Los rincones se encontraban en angulos extranos con feos parches para disimular las irregularidades. El suelo era desigual y aqui y alla se veian pegotes de yeso que parecian puestos con la gracia propia del nino aburrido. La Virgo Maxima siguio mi mirada y me leyo el pensamiento.
– No se parece en absoluto a nuestra vieja casa. Era un edificio magnifico y lleno de recuerdos. Tampoco era la casa original en la que sirvio Silvia, desde luego, ni siquiera era tan antigua. Pero era una casa antigua a pesar de todo, llena de historia. Generaciones de vestales vivieron y murieron en ella. Aquel lugar tenia un caracter sagrado que solo se adquiere con el tiempo. ?Como iban a saber las viejas hermanas que eligieron el lugar donde se erigio la casa que un lejano dia, mucho despues de su muerte, llegaria un sujeto como Clodio, que no se sentiria satisfecho hasta haber puesto sus sucias manos en sus terrenos e incluso en la vieja casa?
– He oido hablar del tema a la gente de los alrededores -dije.
– Toda la gente del monte Albano sabe lo que hizo Clodio: echarnos de nuestra casa, talar los bosques que habian sido sagrados para Jupiter desde el principio de los tiempos… Lo mas vergonzoso es que muchos de los habitantes de los alrededores lo apoyaron con entusiasmo. No solo hombres ricos y poderosos de Roma que tienen casas de campo por aqui, sino tambien algunos granjeros locales que forman parte del Senado municipal. Las objeciones religiosas no significaron nada para ellos; era un asunto de politica y avaricia. Clodio dio dinero e hizo promesas a la gente adecuada y al final no pudimos hacer nada. Ni siquiera nuestras hermanas de Roma, de la casa madre como tu la llamaste, pudieron ayudarnos. ?O no quisieron! Quien sabe que influencia podrian tener la esposa y la suegra de Clodio sobre las vestales de la ciudad. ?Vaya! Estoy hablando mas de la cuenta. Es que me averguenza y me llena de ira que un visitante vea la situacion en que nos encontramos.
– ?Clodio construyo esta casa para vosotras para sustituir la que os arrebato?
– Si. Despues de oir sus dulces palabras casi llegue a creerle. No teniamos eleccion, asi que ?por que no