permanecian intactas. Ni siquiera Clodio habia sido tan impio como para turbar la llama sagrada.

Volvimos al sendero y continuamos la marcha.

Los bosques comenzaron a cambiar de forma gradual. Incluso mi hijo, nada religioso, lo noto y lo menciono antes que yo. Como sugirio Eco, los arboles que no pertenecian a la arboleda sagrada debian de haber sido talados y vueltos a plantar durante generaciones, mientras que los arboles sagrados se habian mantenido sin que una mano humana los tocara ni ningun fuego los marcara, excepto el que el mismo Jupiter manda desde el cielo, lo que de alguna manera los hacia diferentes. Los bosques sagrados son diferentes en muchos otros pequenos detalles: la distancia entre las ramas y la luz que dejan penetrar, la edad de los arboles y la cantidad de follaje que hay a sus pies. Sea como fuere, el caso es que al poco rato resultaba claro para los tres, incluso para Davo, que estabamos en un lugar distinguido por los dioses.

Lo mas sorprendente fue la repentina devastacion que encontramos en el mismo centro del bosque. Al doblar una curva del camino, nos agachamos para pasar debajo de una rama y nos encontramos en un claro lleno de tocones. No era ni mucho menos una pequena parte, sino una ladera entera lo que habian talado, como si un animal devorador de arboles se hubiera estado atiborrando en aquel lugar.

– A esto es a lo que debia de referirse el sacerdote Felix -dije.

– Los hizo cortar por docenas», dijo. Pero a mi me parece peor. -Eco sacudio la cabeza-. ?Que clase de lenador infligiria semejante castigo a un bosque sagrado?

– ?Que clase de trabajadores romperian sin miramientos una estatua de Vesta y dejarian los trozos donde cayeran? Clodio era conocido por contratar a la mayoria de sus trabajadores libres entre la chusma de muertos de hambre de Roma. Imagino que no es un ramillete muy selecto pero le son leales.

– Y no muy religiosos, por la forma en que han destruido estos lugares sagrados.

– Ah, pero estos lugares ya no eran sagrados una vez que Clodio se adueno de ellos. Estoy seguro de que cumplio con todas las formalidades legales para que la casa de las vestales y esta parte del bosque fueran desacralizadas totalmente antes de destrozarlas.

– Un lugar es sagrado o no lo es, papa.

No pude evitar una sonrisa ante la subita pasion de mi hijo por lo sagrado.

– Eco, lo sabes muy bien. Que un lugar sea o no sagrado depende del juicio de la autoridad competente. Sin duda, algunas de esas autoridades son muy sensibles a las senales misteriosas de los dioses y tan pias como pueda serlo cualquier ser humano. Otras no son tan pias y son mas sensibles al brillo de una moneda que al resplandor de un relampago. Es el estilo romano, o al menos ha sido asi a lo largo de toda mi vida, y supongo que es una de las razones por las que mucha gente de tu generacion no tiene sentimientos religiosos.

Mientras hablabamos, seguiamos andando, pues yo no tenia muchas ganas de detenerme a contemplar el desastre.

Por fin llegamos al final del claro. El sendero se adentro por un bosque frondoso donde, por un breve instante, la naturaleza sagrada de la arboleda parecia reafirmarse en medio de las silenciosas sombras. Llegamos al lindero del bosque y, a los pocos pasos, nos encontramos de nuevo bajo la brillante luz del sol. Los ultimos arboles habian sido una pequena pantalla para ocultar la ladera devastada. Habiamos llegado a la villa del monte Albano de Clodio, la destinataria de la madera de todos aquellos arboles cortados.

Al igual que su casa de la ciudad, la villa de Clodio tambien tenia el aire de inacabada… Los adornos de piedra estaban hechos solo en parte, algun que otro andamio colgaba de la fachada y el paisaje estaba obstaculizado por montones de piedra triturada, madera y ladrillos. Pero la villa era tan inmensa que, a pesar de estar a medio hacer, resultaba impresionante. La arboleda de Jupiter intimidaba a cualquiera que pasase por alli; un edificio como aquel impresionaba por derecho propio.

La colina en que estaba situado era tan escarpada que a mi me habria parecido imposible construir alli. Clodio habia dado al arquitecto Ciro un lugar dificil para trabajar y Ciro habia respondido con un edificio osadamente innovador. Sin duda, la estructura estaba fijada al suelo con una especie de vigas, ocultas por solidas paredes. Vista desde un lado, la villa parecia colgar precariamente sobre el vacio. Una larga galeria recorria todo el piso superior. Sus vistas al mar debian de rivalizar con las de la villa de Pompeyo. Seguro que no era una coincidencia que en el piso de abajo no hubiera ventanas ni ninguna otra manera de entrar, lo que la hacia inexpugnable para cualquiera que viniera por el otro lado. La gran galeria no solo permitia una excelente vista, sino que tambien podia utilizarse para defender la casa en caso de ataque, como si fuera el parapeto de una fortaleza.

La entrada de la villa estaba situada en la parte opuesta del piso superior, que era la unica parte visible desde el este. Habian tenido que quitar mucha tierra para hacer un patio plano enfrente de la entrada. Alrededor del patio habia materiales` para construir una pared que todavia no habia sido levantada. Clodio y su arquitecto debieron de darse cuenta de lo vulnerable que era la entrada y al parecer trataron de hacer algo al respecto. Ahora ninguno de los dos podria terminar el trabajo.

Llegamos a la entrada, una puerta doble de roble macizo, tallada y oscurecida por los anos. Me pregunte si procederia de la casa de las vestales. La golpee timidamente con el pie. Al no recibir respuesta volvi a llamar.

– No se que tipo de recepcion debemos esperar -dijo Eco mirando de soslayo la cuadra y el silencioso patio. No habia rastro de personas o animales-. ?Donde esta todo el mundo?

– Fulvia me dijo que cerraria la villa por un tiempo.

– ?Quieres decir que aqui no hay nadie?

– Un lugar tan grande como este es dificil que haya sido abandonado por completo; tendra que haber algun criado. Lo que creo que Fulvia queria decir es que ha cancelado la construccion, cerrado la cocina y las habitaciones de los huespedes. Estoy seguro de que encontraremos a alguien aqui.

Aun no habia terminado de hablar cuando la puerta de la cuadra se abrio y aparecio un muchacho cargado con un pesado cesto. Nos vio, dejo escapar un grito y entro corriendo en la cuadra, dejando tirada la carga tras el. El cesto cayo boca abajo y todo su contenido se desparramo por el suelo. Trate de descubrir si era avena o mijo…

De repente, una enorme avispa zumbo a mi alrededor. Al menos eso me parecio durante un breve y paralizante momento: un repentino y malicioso zumbido frente a mi cara, tan cerca que rozo mi nariz con su aleteo y dejo un sonido vibrante en mis oidos. Oi el sonido de un choque y de madera que resuena y vi una flecha vibrando frente a mi cara, clavada en la puerta.

Capitulo 20

?Que me sorprendio mas? ?La flecha cuyo origen desconocia y que casi me acierta en la nariz o la velocidad ciega con que reacciono Davo?

Por rigido y agarrotado que pareciera, Davo tenia los reflejos de un perro cazador. Estaba al otro lado del patio y subiendo a un monton de ladrillos antes de que yo hubiera tenido tiempo de parpadear. Incluso Eco, tan rapido y agil como yo lo era a su edad, quedo detras como un corredor aturdido al comienzo de una carrera.

Davo subio al monton de ladrillos y salto al espacio con los brazos extendidos. Un momento despues oimos chocar dos cuerpos y una exhalacion aguda que se convirtio en un grito de dolor. Entonces oimos decir a Davo:

– ?Amo! ?Ven pronto! ?No puedo sujetarlo!

Eco corrio a traves del patio. Yo lo segui. Dio la vuelta al monton de ladrillos por un lado y yo por el otro. Oi otro choque, un grunido y ruido de grava. Me encontre con Davo, que se estaba poniendo en pie, y corrimos a buscar a Eco, que estaba doblado por la mitad tratando de recuperar la respiracion. Yaciendo de espaldas frente a Eco habia un chico que no debia de sobrepasar los diez anos.

– No le he tocado -dijo Eco cuando recupero el aliento-. Vino en linea recta hacia mi y casi me dejo sin sentido. Se cayo y ha debido de golpearse la cabeza.

El chico estaba mareado pero no herido de gravedad. Volvio en si poco a poco y dio un respingo al vernos a los tres mirandole. Su primera reaccion fue intentar ponerse en pie, lo que resulto imposible, ya que Davo tenia un pie en cada una de las mangas de la tunica del chiquillo.

– No hace falta que forcejees, jovencito -dijo Eco-. Me parece que no vas a poder ir a ningun sitio.

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