distintas habitaciones por las que pasamos. La mayoria de los cuartos que vimos estaban sin decorar y solo tenian algun que otro bulto sin desembalar y extranos muebles. Algunas eran como boca de lobo de lo oscuras que estaban. Otras todavia no habian sido terminadas por los carpinteros. Al igual que la casa de Clodio de la ciudad, la villa estaba en periodo de expansion cuando mataron al amo: llena de promesas grandiosas para el futuro.
– ?Para que necesitaba Clodio todas estas habitaciones subterraneas tan sombrias? -pregunto Eco.
Es obvio que esto tenia que ser algo mas que una simple villa en el campo -dije-. Mas que una fortaleza, imagino… un sitio para almacenar tesoros y armas, para alojar un ejercito privado de gladiadores…
– ?Y para tener prisioneros?
– No lo habia pensado. Si, no es dificil imaginar estos cuartos como calabozos o como camaras de tortura.
– A lo mejor la casa de la ciudad tambien tiene pasadizos tras las paredes.
– No me sorprenderia. ?Mas trabajo para Ciro, el arquitecto!
Subimos otras escaleras, iluminadas por aberturas que dejaban entrar la luz del sol, lo que indicaba que estaban situadas en uno de los lados del edificio. Recorrimos mas pasillos estrechos y vimos mas habitaciones cavernosas, sombrias y sin terminar. Al final, el pasillo cambio de forma y se convirtio en algo laberintico que serpenteaba de un lado a otro. Debiamos de estar en el piso superior, en la parte vieja de la villa, lo que habia obligado al arquitecto Ciro a utilizar todo su ingenio para adaptar el pasadizo a las viejas paredes. Las habitaciones que veiamos a traves de los agujeros estaban recargadas de ornamentos y muebles, llenas de todas las cosas que hacen una casa…, excepto de las personas que la habitan. La calma y el silencio reinaban en las habitaciones. Incluso en un dia tan soleado como aquel, en el que se percibia la llegada de la primavera, todas las ventanas estaban cerradas, convirtiendo toda la casa en una cueva sombria.
Finalmente, Mopso nos indico que nos detuvieramos.
– Aqui… aqui es donde estabamos cuando todo sucedio.
– ?Quienes estabais?
Androcles y yo. Y Publio, por supuesto, que se escondia de Halicor. Publio creyo que seria muy divertido espiar a los mayores. Le costaba contener la risa mientras miraba a traves del agujero.
El agujero mas cercano estaba! al nivel de los ojos de un nino, cerca de la cintura de un hombre, asi que tuve que agacharme para mirar a traves de el. El suelo del pasadizo secreto era bastante mas alto que el de las habitaciones que recorria, asi que veia la habitacion desde arriba. Parecia un despacho para hablar de negocios y guardar documentos. Habia casilleros alineados en la pared con papiros; muchos estaban vacios y su contenido yacia desparramado por el suelo junto con material de escribir: tablillas de cera, estilos, frascos de tinta y hojas de papiro; todo estaba salpicado de algo que se parecia mas a la sangre que a la tinta. La habitacion me recordo mi desordenado estudio, y la memoria me llevo inevitablemente a pensar en Belbo… y en Bethesda… y en Diana…
– Asi que estabais los tres aqui -dije-. ?Que visteis?
– A Halicor y al capataz hablando de Publio -dijo Mopso.
– ?Y no muy bien, precisamente! -anadio Androcles.
– ?Que decian?
– Muchas cosas -dijo Mopso-. Hablaban de lo dificil que era controlar a Publio, sobre todo cuando no estaba su padre. Discutian. El capataz decia que era culpa de Halicor por haber perdido de vista a Publio. Halicor decia que el era su tutor, no su guardaespaldas y que su trabajo no era mantener a Publio a salvo y que eso era lo que preocupaba al amo. Cosas asi. Muchos gritos. Hablaban en voz muy alta.
– ?Y despues?
En las profundas sombras del corredor vi lagrimas brillar en los ojos de Androcles, que habia dado un paso para ponerse detras de su hermano y lo habia cogido como si fuera un escudo. Mopso irguio la espalda y adopto una expresion de dureza.
– Despues oimos gritos en alguna otra parte de la casa. Creo que, al principio, ni Halicor ni el capataz los oyeron, porque estaban gritandose el uno al otro. Entonces la puerta se abrio de par en par, con tanta fuerza que golpeo una estanteria y algunas cosas cayeron al suelo. Entraron unos hombres. Llevaban espadas…
– ?Y las espadas ya estaban manchadas de sangre! -dijo Androcles mirando por encima del hombro de su hermano.
Mopso arrugo la frente.
– Entonces entro Milon…
– ?Como sabes que era Milon?
– Porque Halicor lo llamo asi. «?Milon!» Grito el nombre como si hubiera sido el mismo Hades el que hubiera aparecido atravesando el suelo. Susurre a Publio: «?Quien es Milon?» y me respondio: «?El peor hombre del mundo despues de Ciceron!».
– Clodio ya estaba ensenando a su hijo quienes eran sus enemigos -dijo Eco.
Asenti con la cabeza.
– ?Que mas ocurrio?
– Milon y sus hombres invadieron la habitacion como un enjambre de abejas. Empujaron a Halicor y al capataz contra la pared y les amenazaron con sus espadas. Milon estaba muy enfadado. «?Donde esta? -grito-. ?Donde esta Publio Clodio?» El capataz dijo: «No esta aqui, no sabemos donde esta». Milon se enfado aun mas. «?Tu! -dijo a Halicor-. ?Quien eres?» Halicor dijo: «Solo soy un tutor, el tutor del chico, pero se ha escapado, esta escondido». Milon le grito que se callara y le golpeo y siguio chillando: «?Donde esta Publio Clodio?». Y al poco estaban apunalando al capataz y cortando los dedos de Halicor… fue horrible -dijo Androcles-. Pense que iba a vomitar pero tenia el estomago vacio. Me alegre cuando arrastraron a Halicor y al capataz al pasillo. Al menos, asi no podiamos ver lo que les hacian.
– Pero podiamos oir los gritos -dijo Mopso-. Nos tapamos los oidos. Pobre Publio. Podria haber hablado, ?sabes?, haber gritado «;Estoy aqui!». A lo mejor asi habria podido salvar a Halicor.
Sacudi la cabeza.
– Si aquellos hombres venian a por Publio y lo hubieran encontrado, no tenian ninguna razon para dejar vivo a Halicor.
– ?Que le habrian hecho a Publio? -pregunto Androcles.
– Probablemente lo habrian capturado como rehen -dijo Eco-. O habrian terminado con el como hicieron con su padre.
– Habia dos hombres muy grandes -dijo Mopso, estremeciendose al recordarlos-. Eran aun mas grandes que este elefante. Fueron los que mas pincharon y cortaron.
Eco me miro.
– Eudamo…
– …y Birria. Nunca van el uno sin el otro.
– Halicor gritaba y gritaba -dijo Mopso-. ?Apuesto a que les habria dicho donde estaba Publio si lo hubiera sabido! Pero no lo sabia, asi que lo otros siguieron cortandolo en pedacitos.
Su hermano pequeno empezo a sollozar. Le rodee con el brazo.
– No podiamos escapar, porque nos habrian oido -dijo Mopso-. Tuvimos que quedarnos muy quietos. Finalmente, los gritos cesaron. -Mopso se estremecio Nosotros tres nos quedamos aqui sin atrevernos siquiera a susurrar. De vez en cuando miraba por el agujero para ver si aparecian Halicor o el capataz, pero no lo hicieron. Androcles empezo a quejarse y a decir que tenia ganas de mear…
– ?No es cierto! ?Era Publio el que tenia que ir!
– Es igual. Si, a lo mejor era Publio. Le dije que era una locura salir fuera porque Milon y sus hombres probablemente estarian buscandolo por todas partes. Creo que entonces todos empezamos a preguntarnos por el amo porque ?como era posible que Milon se hubiera atrevido a entrar a la fuerza en la casa? Y ?por que el amo no habia vuelto para impedirselo? Creo que fue entonces cuando nos dimos cuenta de que algo realmente horrible habia ocurrido, pero yo no quise decir nada y Publio tampoco, supongo, porque estaba muy callado. Ya habia oscurecido y parecia que la casa estaba completamente vacia. Teniamos mucha hambre. Al final, mande a Androcles a buscar algo de comida a la cocina…
– ?Porque tenias miedo de ir tu!
– No, porque tenia que quedarme a proteger a Publio. Androcles vino y dijo que algunos esclavos estaban escondidos en la cuadra y que al menos dos-de ellos habian sido asesinados, ademas de Halicor y el