capataz, y que algunos de los guardaespaldas que habian salido con el amo aquella tarde habian vuelto y estaban heridos porque habia tenido lugar una terrible batalla contra Milon y decian que no sabian donde estaba el amo, pero que habia sido herido y habia ido a Bovilas pero ya no estaba alli, y todos los hombres que habian ido con el estaban muertos…

– Creo que Publio fue muy valiente -dijo Androcles en voz baja-. Ni siquiera lloro. Y no quiso comer nada. Dijo que Mopso y yo podiamos comernos toda la comida que yo habia traido.

– Asi que pasamos toda la noche escondidos en el pasadizo secreto, aunque estaba terriblemente oscuro y frio. Al dia siguiente, el ama envio algunos hombres desde Roma para buscar a Publio y luego mando cerrar la casa. Todo el mundo se fue excepto nosotros.

– Y los vagos de los guardias -dijo Androcles-. Probablemente se habran despertado. Estaran preguntandose donde nos hemos metido.

– Dejalos -dijo su hermano-. A lo mejor piensan que han venido las brujas a por nosotros. Imaginate que ocurriera y fuera por su culpa, por estar durmiendo en lugar de estar vigilando. Se pondrian enfermos de preocupacion.

– Dime -dije, ?sabes si Milon hizo prisioneros?

– ?Prisioneros? -dijo Mopso. Sacudio lentamente la cabeza-. No que yo sepa. Milon mato a bastantes hombres del amo, pero todos los que no fueron asesinados volvieron antes o despues, al menos los de esta villa.

El estrecho y oscuro pasadizo empezaba a agobiarme. Tenia ganas de salir al exterior. Los chicos nos guiaron por los serpenteantes corredores y escaleras abajo. Cuando finalmente cruzamos la puerta secreta y salimos a la brillante luz del sol, oi voces lejanas gritando desde la colina: «?Mopso! ?Androcles!».

– ?Ves? Ya te dije que estarian preocupados -dijo Mopso.

– Estos que llamais guardias… ?estaban aqui el dia que vino Milon? -pregunte.

– No. Son todos nuevos, de la ciudad. Por eso no les gusta nada todo esto. Siempre estan quejandose, diciendo que se aburren y que no hay mujeres alrededor excepto las brujas de la casa del pie de la colina, que no quieren tener nada que ver con los hombres.

– Entonces no hace falta que hablemos con ellos. ?Tu hermano y tu estareis bien? ?No se enfadaran con vosotros?

– Crees que vamos a tener miedo de ese punado de borrachos cobardes? -dijo Mopso. Habia recuperado su bravuconeria inicial-. Les dire que hemos oido un ruido extrano en el bosque y que hemos ido a echar un vistazo, y pronto todos huiran hacia el molino.

– Muy bien. Quiero pediros algo: no les hableis de nuestra visita…

– ?Puedes estar seguro de que no les hablare de la entrada secreta!

– Exacto. Y cuando vuelva a Roma me asegurare de que vuestra ama sepa que tiene a su servicio en la villa del Albano una pareja de chicos muy inteligentes y valiosos.

Dejamos a Mopso y Androcles y subimos la colina, rodeando el patio de la villa para evitar tropezarnos con los guardias. Cuando rodeabamos un monton de piedras y escombros, tropece con algo y mire al suelo para ver, sorprendido, la cara de una diosa mirandome.

Era la cabeza de marmol de Vesta, separada de la estatua que habiamos visto en las ruinas de la casa de las vestales. Su expresion era calida y serena, como corresponde al protector del corazon de la familia, pero cuando la mire mas detenidamente, no pude evitar pensar que habia un debil brillo de malevolencia en sus ojos de lapislazuli y, en el angulo de su boca, un rictus de satisfaccion por la forma en que el Destino se habia ocupado del mortal que las habia tratado, a ella y a sus servidoras, tan vilmente.

Capitulo 21

Regresamos a la villa de Pompeyo por el mismo camino. Despues de la comida del mediodia montamos sobre nuestros caballos para hacer una visita al senador Sexto Tedio, el hombre que habia encontrado a Clodio y habia enviado su cadaver a Roma en su litera.

– Bien, Davo dije-. Parece que, despues de todo, vas a tener que montar a caballo.

– El paseo de esta manana me ha curado todos los dolores, amo. Davo sonrio pero, cuando su trasero entro en contacto con el caballo, oi un grunido ahogado.

Para llegar a la villa del senador Tedio cruzamos Aricia, donde Clodio se habia dirigido a los magistrados locales el dia de su muerte. Aunque la ciudad es mas grande y hospitalaria que Bovilas, ya que es donde los viajeros de Roma que se dirigen al sur suelen pasar la primera noche, un hombre puede cruzarla y no darse apenas cuenta de que ha estado alli.

El capataz de Pompeyo nos habia dado algunas indicaciones para llegar a la villa, que resulto ser mucho mas rustica y humilde que la de Clodio o el Grande. Sexto Tedio era un hombre rico, como podia verse por la extension de la propiedad que rodeaba el edificio, pero la casa carecia de adornos ostentosos. Era tan grande como ha de serlo una casa de campo, con habitaciones para huespedes y grupos, pero no habia estatuas flanqueando el camino, ni mosaicos decorando el porche, ni elaboradas lamparas colgando sobre la puerta. A juzgar por su casa, sospeche que el dinero de Tedio era muy viejo, que preferia la austeridad en el arte y la literatura y que, politicamente, seria un conservador firme.

El capataz de Pompeyo, al darme la direccion, me habia dicho que el senador habia sido durante mucho tiempo seguidor y admirador del Grande. Considerando la personalidad que sugeria su casa y el hecho de que era seguidor de Pompeyo, decidi que seria mejor acercarse de manera franca y formal. Cuando el portero me pregunto por los asuntos que me llevaban alli, le di mi carta de presentacion de Pompeyo y le dije que queria hablar con su amo.

Poco despues, el esclavo nos llevo a Eco y a mi al despacho privado del senador; todas las ventanas estaban abiertas y podia verse la ciudad de Aricia al fondo. Lucia el sol y soplaba el viento. Nuestro anfitrion estaba sentado en una anticuada silla sin respaldo, muy erguido para un hombre de su edad. La unica concesion a la comodidad era una manta que tenia en el regazo y que le mantenia las piernas caliente Tenia el pelo blanco, con suficientes mechones amarillos para sugerir que alguna vez habia sido rubio. Sus manos eran oscuras y correosas:, lo que indicaba que habia pasado gran parte de su vida al aire libre, y las lineas que rodeaban su boca estaban profundamente marcadas; a pesar de todo, pense que seria un hombre amable solo con que relajara un poco la seriedad de su semblante.

– ?Eres hombre de Pompeyo? -dijo.

– Me llamo Gordiano. Vengo en nombre del Grande.

– En esta casa llamamos a mi buen vecino el general por el nombre con el que nacio -dijo Tedio, sin groseria pero con firmeza-. La grandeza de un hombre, o su pequenez para el caso, es mejor dejar que la decida la posteridad. Mientras vive, los actos de un hombre hablan por si mismos. -Me miro astutamente y dejo que algo parecido a una sonrisa apareciera en sus labios-. Pero el hombre que te ha enviado conoce perfectamente bien mis sentimientos; Cneo Pompeyo y yo hemos discutido a menudo estos temas paladeando una copa de vino en esta misma habitacion. Sabe que soy un republicano de los pies a la cabeza y que creo en la gran institucion del Senado y no en los grandes hombres. Si no creyera que en el fondo el es leal al Senado, estaria muy preocupado por la forma en que se eleva a si mismo sobre el resto de nosotros utilizando ese nombre: Grande. Dime, ?acabas de llegar de Roma?

– Salimos ayer, antes del amanecer.

– Asi que saliste antes de que el Senado se reuniera en el teatro de Pompeyo. Esperaba haber asistido, pero no me ha dejado la pierna. -Se froto la pierna izquierda como para indicar las molestias que le causaba-. Por lo que he entendido, se discutio la reconstruccion del Senado y el contrato fue adjudicado al chico de Sila, Fausto.

– Creo que estas en lo cierto -dije, recordando lo que me habia dicho Pompeyo.

– Y he oido que tambien iban a debatir el Decreto de Excepcion, que autorizaria a Pompeyo a reunir tropas

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