– Me parecio mas apropiado enviarlo a la ciudad. ?Y tu hija y tu disteis media vuelta?
– ?Realmente, no tenia la menor intencion de sentarme al lado de un cadaver ensangrentado durante tres horas! -Tedio dio un respingo. Mi interrogatorio parecia haber trastornado su humor reflexivo-. Ademas, Tedia ya estaba bastante inquieta y yo habia empezado a temer por nuestra seguridad. ?No lo ves? Yo pensaba que Clodio y sus acompanantes habian sido atacados por los bandidos de los que me habia hablado Milon. Ahora parece una tonteria que no hubiera supuesto… que fueron Milon y Clodio los que libraron la batalla. Yo crei en la palabra de Milon. Crei que habia encontrado bandidos en la Via Apia y pense que esos mismos bandidos habian atacado a Clodio y a sus hombres en la posada de Bovilas, ya fuera antes o despues de encontrarse con Milon. Lo que estaba claro es que el camino no era seguro ni para mi ni para mi hija. Tedia, los guardaespaldas y yo volvimos a casa a pie.
– ?Anduvisteis todo el camino?
– No habia caballos. La cuadra de Bovilas estaba cerrada con llave y todos los esclavos habian huido. ?Y yo con la pierna enferma! Me parece que aquel dia la ha destrozado para siempre. -Suspiro y acaricio la manta que le cubria las piernas-. Avanzamos muy lentamente, como puedes imaginar. Poco despues nos adelanto un grupo de hombres armados que venian de Bovilas y que iban encabezados por los famosos gladiadores de Milon, Eudamo y Birria. En medio llevaban a cinco o seis hombres maniatados.
Supuse que serian los mismos prisioneros de que habian hablado Felix y Felicia.
– ?Quienes eran los prisioneros?
Tedio enarco una ceja.
– Esto empieza a parecer un rompecabezas, ?verdad? Entonces pense que eran los bandidos ficticios de los que habia hablado Milon, capturados al fin por sus gladiadores. Incluso salude a Eudamo y Birria.
– ?Hablaste con ellos?
– ?Es que esas criaturas son capaces de hablar? Para ser sinceros, estaba demasiado cansado para conversar y la pierna habia empezado a dolerme. Me habia detenido para descansar en un lugar proximo a la casa de las vestales. Al poco rato, Tedia y yo continuamos avanzando. Cuando llegabamos al santuario de la Buena Diosa, supuse que Eudamo y Birria se habrian reunido con Milon, ya que ni el ni sus hombres estaban por alli.
Milon y sus hombres habian ido a la villa de Clodio, en la ladera de la colina, donde procedieron a asesinar a Halicor y a estrangular al capataz y a buscar al joven Publio mientras el infortunado muchacho les observaba, pense. Y Fausta…
– Dime, senador. ?No te cruzaste con Fausta en el camino, dirigiendose hacia Bovilas pasando por la casa de las vestales?
– ?Fausta? No, no volvi a verla aquel dia. Y ?que iba a hacer una mujer tan impia en la casa de las vestales? ?No creo que ni ella misma recuerde la epoca en que era virgen!
No vi razon para mencionar al visitante de la Virgo Maxima, la «mujer misteriosa» de Eco. ?Habria ido Fausta a la casa de las vestales antes de que Tedio se cruzara con ella de vuelta a su casa? No, eso era imposible, ya que tuvieron que ser los victoriosos Eudamo y Birria los que le dieran el anillo de Clodio a Fausta a manera de trofeo, y los gladiadores habian adelantado a Tedio mientras descansaba al lado de la casa de las vestales; si Fausta hubiera vuelto a hacer su oferta, tendria que haberse cruzado con Sexto Tedio. Y ?que iba a hacer con el detalle enloquecedor de los prisioneros desconocidos? Despues de todas las versiones que habia oido de los sucesos de aquel dia y de todos los detalles que habia recopilado, tenia la impresion de que las piezas del rompecabezas no encajaban y que me faltaba todavia una pieza vital.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por una voz femenina que venia del pasillo.
– Papa, ?estas lo bastante abrigado? -Al momento aparecio en el umbral. Cuando nos vio a Eco y a mi se puso rigida y entorno los ojos-. Papa, no me habia dado cuenta…
– Dos visitantes de la ciudad, hija -explico Sexto Tedio-. Vienen en nombre de Pompeyo. No es nada que te importe.
Tedia era una cuarentona alta y fornida, tan fea y sobria como la casa en que vivia. No llevaba joyas ni maquillaje. Solo un manto de lino blanco en la cabeza, sujeto con una cinta azul. ?Por que no se habria casado? No era precisamente guapa, pero entre los de su clase, los matrimonios se celebraban por dinero o por motivos politicos. Quiza su padre no habia concertado una buena alianza; o quiza, como era hija unica y su padre viudo, se habia decidido que permaneciera a su lado cuidandole. El papel de hija sumisa le iba a la perfeccion. Tedio habia alabado varias veces su piedad y su devocion hacia el.
– He venido para asegurarme de que estas comodo, padre -dijo, manteniendo los ojos apartados.
– No necesito nada, hija. Asi que vete. Tedia salio de la habitacion.
– ?Alguna otra pregunta? -dijo Tedio-. Me estan empezando a doler las piernas y me gustaria quedarme solo. Pense un momento.
– Solo una pregunta mas. ?Viste por casualidad a Marco Antonio aquel dia?
Tedio enarco una ceja.
– ?El joven Antonio? No estoy seguro de reconocerlo si lo viera. ?No estaba en la Galia, con Cesar? ?Ah, no! ?No ha vuelto a Roma para hacer campana… de cuestor? Es de buena familia, aunque es algo radical para mi gusto. No estaba con Clodio aquel dia, ?no? Antonio formaba parte de ese grupo de degenerados antes de iniciar su carrera militar. En todo caso, ni le vi ni oi hablar de el aquel dia. Confio en que le digas al general que he colaborado contigo. Saluda a Cneo Pompeyo de mi parte.
Un esclavo nos acompano hasta la puerta. En el vestibulo se reunio Tedia con nosotros. Parecia tan severa como su padre pero no dejaba de frotarse las manos con nerviosismo.
– No teneis derecho a venir aqui a importunar a mi padre.
– Tu padre accedio a vernos. Venimos en nombre de…
– Se quien os manda. He escuchado todo.
– ?Todo?
– Mi padre y yo no tenemos secretos.
– ?Lo sabe tu padre?
Mi comentario aguijoneo su proposito. Dejo de frotarse las manos y las dejo caer a los costados con los punos cerrados. Estirada en toda su altura, era una mujer formidable.
– Si Pompeyo intenta llevar a mi padre a Roma para que actue de testigo contra Milon, no lo permitire. Su salud es mucho mas delicada de lo que permite conocer al resto del mundo. Su pierna…
– No estamos hablando de juicios y testigos…, al menos no todavia. ?Estas diciendo que tu padre se negaria a presentarse en un juicio?
– Estoy diciendo que deberiais dejamos en paz. Es todo lo que queremos los que vivimos por esta zona. Que nos dejen en paz. ?Por que vosotros, la gente de la ciudad, siempre teneis que estar viniendo por aqui; causando problemas…?
– Tu padre parece un hombre capaz de cuidar de si mismo.
– ?Todo lo juzgas por las apariencias? -dijo Tedia, empujandonos hacia la puerta y cerrando detras de nosotros.
Cuando regresamos a la villa de Pompeyo aquella tarde, pensaba que ya habiamos terminado el trabajo en el monte Albano. La verdad de lo que habia ocurrido en la Via Apia aquel dia parecia clara y, aunque quedaban algunas preguntas sin contestar, me parecia que resolveriamos esos enigmas mejor en Roma. Sugeri a Eco que volvieramos a la ciudad a la manana siguiente.
No estuvo de acuerdo.
– Pero papa, ?no me dijiste que no podias pensar con claridad en la ciudad? ?Que pensabas con mas lucidez en el campo? Quedemonos unos dias mas.
Pero Bethesda y Diana, y Menenia y los gemelos…
– Estan a salvo con Pompeyo cuidandolas, probablemente mas seguras que cuando lleguemos a la ciudad y Pompeyo retire a sus hombres. Aun no hemos hablado con la gente de Aricia, de la que era senador Clodio, ni con la de Lanuvio, donde se supone que Milon se dirigia para nombrar al flamen de la villa. Pompeyo es un militar; esperara un informe exhaustivo.
Eco, si no te conociera mejor sospecharia que quieres pasar todo el tiempo posible en la villa de Pompeyo, simplemente para disfrutar de la comida, los banos y los masajes.
– Y las fabulosas vistas, papa. No olvides las vistas.
– ?Eco!