– Pero bueno, ?por que no vamos a aprovecharnos de la hospitalidad del Grande mientras podamos? Necesitas relajarte, papa; el alboroto de la ciudad te ha dejado lleno de nudos. Y siempre hay la posibilidad de que, si seguimos indagando, descubramos algo inesperado…

Deje que Eco me convenciera de que nos quedaramos unos dias mas en la villa de Pompeyo en el monte Albano. Las comidas eran exquisitas, los banos vaporosos, las camas lujosas y los sirvientes obsequiosos. Y las vistas (del lago escondido reflejando las estrellas por la noche, de la cima del monte Albano nimbada por el sol naciente, de la niebla matutina flotando como humo entre los arboles, del sol hundiendose como un disco de sangre roja en el lejano mar) ofrecian una fascinacion infinita. Pero al final, me parecia que estabamos perdiendo el tiempo miserablemente: aunque hicimos varios interrogatorios y excursiones a Aricia y Lanuvio y otra vez a Bovilas, no descubrimos nada nuevo sobre las circunstancias de la muerte de Clodio ni nada que contradijera o confirmara lo que ya sabiamos.

Durante los viajes arriba y abajo por la Via Apia, note que Felicia parecia haber abandonado el santuario y su hermano Felix su altar. Sencillamente, habian desaparecido. Una de dos, o habia seguido mi consejo o se lo habia dado demasiado tarde.

Me canse del lujo de la villa de Pompeyo. Estaba impaciente por volver a Roma. Echaba de menos a mi familia y estaba preocupado por ella. Queria saber que habia sido de los planes de Pompeyo de que el Senado debatiera el Decreto de Excepcion y le diera autoridad para restaurar el orden. Los viajeros y mensajeros traian noticias al monte Albano, pero no era facil creer sus versiones, ya que se contradecian unos a otros. ?Le habrian concedido a Pompeyo el control militar sobre Italia y habria dejado la ciudad a merced de las tropas? ?Se habria propuesto ya una fecha para los comicios? ?Habria habido mas desordenes? ?Se habria, acusado formalmente a Milon de asesinato? Habia oido todas estas cosas, que eran creibles, pero ?y la historia de que Cesar habia sido visto en el Foro disfrazado, o que Milon se habia suicidado, o que Pompeyo habia sido asesinado por un grupo de senadores radicales en una reunion en su teatro? Me habia quejado de que un hombre no puede pensar con claridad en la ciudad, pero, despues de un tiempo de confusion e ignorancia en el campo, aun estaba mas desconcertado.

Asi que Eco, Davo y yo nos pusimos en marcha una manana mas primaveral que invernal, tan calida que pudimos cabalgar sin ponernos las capas. Debiamos haber llegado a la ciudad no mucho despues del mediodia pero unas densas nubes aparecieron sobre nuestras cabezas, obligandonos a refugiarnos en la posada de Bovilas hasta bien entrada la tarde. Volvimos a ponernos en marcha al declinar el dia. Las sombras se alargaban, convirtiendose en oscuridad, cuando nos aproximabamos a las afueras de la ciudad.

«Ten cuidado al pasar por el monumento de Basilio», dice un dicho comun. No tuvimos bastante cuidado.

La sola vigilancia no salva a un hombre, pero al menos le ensena las caras de sus adversarios. Haberles visto bien nos habria sido de gran utilidad en los dias que siguieron… o habria significado el fin de mis dias.

Nos atacaron por detras en el momento en que pasabamos por el monumento. Habia visto algunos borrachos medio dormidos, apoyados contra el muro, con sombreros de ala ancha cubriendoles los ojos. Por el giro de su cabeza, me di cuenta de que Eco tambien los habia visto. Sin decir una palabra, ambos decidimos que eran inofensivos. Pero debian de estar esperando para saltar. Probablemente habria uno vigilando el camino y les alerto de que llegabamos. Podian llevar alli horas o dias. En los dias siguientes tuve mucho tiempo para meditar sobre lo que habia pasado.

Oi pasos detras de nosotros y un grito de Davo. Cuando me gire para mirar, algo pesado y suave, como una porra envuelta en paja, me golpeo la cabeza. Perdi el equilibrio y me agarre a las riendas. Algo cogio mi pierna y tiro. Cai. La tierra y el cielo cambiaron de lugar. En medio de la confusion, vi a Davo cayendo del caballo, con los brazos extendidos como si tratara de trepar por una escalera de mano. En una mano llevaba la daga. Debia de haberse dado cuenta de lo que iba a pasar y le dio tiempo a cogerla antes de que nos atacaran. Pero su caballo se habia encabritado y escapaba a su control. Si hubiera sido mejor jinete…

Mientras golpeaba la dura superficie de piedra de la Via Apia, oi gritar a Eco: «papa». ?Donde estaba? Me puse boca arriba cubriendome la cara con las manos. Eco todavia montaba su caballo, pero habia varios hombres con capas oscuras trepando por el, como si el caballo y el jinete fueran una torre. Por el rabillo del ojo vi una sombra oscura que se aproximaba. Me aparte y tropece con algo calido e inerte. Era Davo, boca arriba sobre el pavimento, con los ojos cerrados, palido y tan inmovil como un muerto. Todavia apretaba la daga con la mano. Una imagen del cuerpo sin vida de Belbo cruzo mi cerebro…

– ?Papa! -volvio a gritar Eco. Luego hizo un ruido sordo, como si le hubieran tapado la boca.

Busque la daga que sujetaba Davo. ?Que manos tan grandes tenia! Forcejee con sus dedos hasta que la daga se solto. Ya casi la tenia…

La oscuridad cayo sobre mi. Me habian metido un saco por la cabeza. Se deslizo sobre mi espalda y me cubrio los brazos. Una cuerda rodeo mi pecho como una serpiente. Otra me mordio los tobillos. La parte interior del saco olia a cebollas y a suciedad. Tosi y escupi. Otra cuerda me rodeo la garganta y empezo a apretarla. Vaya final…, estrangulado dentro de un saco asqueroso en medio de la Via Apia.

Alguien maldijo…

– ?Se la estas poniendo alrededor del cuello, idiota!

La cuerda se aflojo, luego volvio a apretarme en la mandibula, camino de la boca para amordazarme.

– No aprietes mucho. No queremos estrangularlo.

– ?Por que no? Diremos que fue un accidente…, que se murio de miedo. Nos evitaria un monton de problemas.

– ?Callate y limitate a obedecer! ?Y el otro? ?Esta bien atado? Bien.

– ?Y el esclavo?

– Me parece que esta muerto.

– A mi tambien. Oi el sonido de una patada.

– Pues dejalo. Tampoco teniamos intencion de llevarnoslo. Un tipo fuerte… Menos mal que lo tiro el caballo, si no habriamos tenido problemas. ?Ya esta bien de charla! Trae el carro.

Las herraduras golpearon el suelo y las ruedas retumbaron en el pavimento de piedra. Me elevaron por los aires y me arrojaron sobre algo firme pero indulgente. La voz del que mandaba sono junto a mis oidos.

– En cuanto a ti, sera mejor que te quedes muy callado y muy quieto. Eres un saco lleno de cebollas, ?entendido? Dentro de un carro con otros sacos de cebollas, asi que acomodate y retuercete. Si tienes que vaciar tu vejiga o tus intestinos, hazlo, si puedes estar encima de tu propia mierda. Pero no te muevas, ?entendido? ?O volveras a probar esto! -Algo agudo me pincho en la espalda.

Gruni. La daga pincho mas fuerte.

– Ni siquiera ese ruido o la proxima vez te la clavare hasta la empunadura. ?Venga! ?Vamonos!

El conductor grito. Un asno rebuzno y el carro empezo a moverse. Los baches y socavones de cualquier otro camino lo habrian hecho sacudirse y traquetear pero en la suave y ancha Via Apia el carro apenas se balanceaba. Trate de quedarme muy, muy quieto.

TERCERA PARTE. ?Senor?

Capitulo 22

– Cuarenta -dijo Eco. Volvio a contar, acariciando con el dedo una por una las marcas aranadas en la pared de tierra y moviendo los labios sin pronunciar el numero. Al final empezo a contar en voz alta-. Treinta y siete, treinta y ocho, treinta y nueve, cuarenta. Cuarenta dias exactamente.

– Quiza. Das por supuesto que tardaron cuatro dias en traernos aqui -me lamente-. ?Como lo sabes? Fue todo muy confuso. Casi no nos dieron comida ni agua y nos tuvieron con los ojos tapados, asi que no distinguiamos el dia de la noche. Podrian haber sido tres dias, o cinco, o seis.

– Podrian haber sido pero no fueron -sentencio Eco-. El viaje desde el monumento de Basilio hasta aqui, donde quiera que estemos de Hades, duro cuatro dias.

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