habian sido asesinados y Fulvia me dijo que no habian echado de menos a ninguno de los hombres de su marido. Asi que ?de donde venian Eudamo y Birria y quienes eran sus prisioneros?
»Los gladiadores regresaren con Milon y le dieron el anillo de Clodio, la prueba de que estaba muerto. Milon se lo dio a Fausta y esta volvio sobre sus pasos para hacer su oferta en la casa de las vestales. Sin embargo Tedio no la vio. Y cuando Tedio termino de descansar y emprendio la marcha, al llegar al santuario de la Buena Diosa, Milon y sus hombres ya se habian ido.
»Sabemos que Milon y los gladiadores se dirigieron a la villa de Clodio, donde mataron al capataz y a Halicor, el tutor, cuando no consiguieron encontrar al joven Publio. ?Por que estaba Milon buscando al joven? ?Tan rencoroso y sediento de sangre estaba como para querer matar al hijo de Clodio? ?O acaso queria utilizar al chico como rehen? ?Y como sabia que el joven Publio estaba en la villa?
»Estas son las preguntas para las que no tenemos respuesta.
Cogi el palo de apuntar de Eco y marque un numero por cada pregunta en la pared.
– Una: ?Donde estaban Eudamo y Birria cuando Sexto Tedio llego a la posada?
»Dos: ?Quienes eran los prisioneros que Eudamo y Birria conducian por la via?
»Tres: ?Como se las arreglo Fausta para volver a la casa de las vestales sin cruzarse con Sexto Tedio?
»Cuatro: Cuando Milon forzo la entrada de la villa de Clodio, pregunto a Halicor y al capataz: '?Donde esta Publio Clodio?', pero… ?como sabia que el muchacho estaba en la villa y que queria hacer con el?
Me di la vuelta y estudie las marcas: I, II, III, IV. No aclaraban nada. Cuanto mas las miraba, mas parecian ser unicamente un monton de lineas verticales y oblicuas sin ningun significado, ni siquiera las abstractas preguntas que habia en mi cabeza lo tenian. Eran unas lineas escritas al azar por un idiota. Por un breve y repentino instante pense que me habia vuelto loco. La cautividad, la oscuridad, el fetido olor, las pesadillas y las ratas se fundieron como una niebla negra, rodeando mi cabeza. Nada tenia sentido; nada era real. Toda la historia del asesinato en la Via Apia era una compleja fantasia concebida para entretenerme, la epopeya de un loco. Milon y Clodio eran fruto de mi imaginacion. No existia nada mas que el pozo.
– ?Papa? ?Te encuentras bien?
– ?Que?
– Te tiemblan las manos. Se te ha caido el palo. -Eco se agacho y lo recogio.
Su voz me devolvio a la realidad. Aprete el palo con mas firmeza de la necesaria. Lentamente marque otro numero en la pared, manteniendo mi pulso y mi voz tan firmes como podia.
– Y ahora la pregunta mas importante y que, de alguna manera, tiene que estar relacionada con las cuatro primeras.
»Cinco: ?Quien nos tendio una emboscada cuando regresabamos a Roma? Podemos estar seguros de que no fueron secuestradores vulgares que buscaban un rescate. Me habrian hecho escribir cualquier cosa para demostrar que estaba vivo. Y a estas horas ya habrian descubierto que no hay rescate que valga. Y estariamos muertos. -Los numeros de la pared empezaron a perder otra vez su significado y desvie la mirada hacia el montoncillo donde Eco habia enterrado otra rata aquella manana-. A no ser que ya estemos muertos.
– Esta claro que no son secuestradores normales -dijo Eco como si no hubiera oido mi ultima frase-. Trabajan para alguien al que no le gustaba lo que estabamos haciendo en la Via Apia.
Mas exactamente, para alguien que tiene miedo de la informacion que pudieramos llevar a Roma. Por lo tanto, seis: ?Para quien es peligrosa la investigacion que hemos llevado a cabo en la Via Apia?
– No te parece evidente, papa? Para Milon, por supuesto. Sabemos que mintio vergonzosamente en el
– Lo que nos lleva a la ultima pregunta. -Garabatee el numero VII en la pared-. ?Por que fuimos secuestrados en lugar de asesinados? Si Milon… o el que sea… solo queria deshacerse de nosotros, ?por que sus secuaces no nos mataron y robaron nuestros objetos de valor para que el incidente pareciera un robo perpetrado por bandidos desconocidos al lado del monumento de Basilio? Si antes queria averiguar lo que habiamos descubierto, ?por que no fuimos interrogados y despues asesinados? ?Por que no termino con nosotros tal como habia terminado con Clodio? ?Piensa utilizarnos en el futuro? No me imagino como. Hace que me pregunte si, despues de todo, ha sido Milon el que nos ha puesto en esta situacion.
?Quien si no? La otra persona sobre la que formulabas preguntas era…
La puerta del establo se abrio con un crujido.
– Quiza sea hoy el dia en que lo descubramos -susurro Eco. Me tire al suelo del pozo, rodeando mi vientre con ambos brazos.
La inspeccion de la orina ensangrentada se llevo a cabo como un ritual; los captores (esta vez habian ido los dos) miraron el cubo como aruspices que estudiaran las entranas de un pobre pollo.
– Tu padre no parece encontrarse muy bien -dijo el que solia quedarse fuera.
– ?Que? ?Lo acabas de descubrir? -Eco hablaba como si se sintiera ultrajado, asustado y frustrado. Le temblaba la voz. En parte estaba actuando pero juraria que el temblor no venia de la desesperacion sino de todo lo contrario, de un repentino regocijo, tan agudo que le hacia temblar como la cuerda tanida de un instrumento. ?Habria llegado el momento por fin? ?Si! Yo tambien lo sentia. Un horrible y maravilloso furor broto de ambos, una furia alegre que habia sido reprimida durante largos dias de oscuridad pero que finalmente,
– Sera mejor que tu padre venga con nosotros -dijo el que solia quedarse fuera. Se inclino para desatar la cadena que mantenia cerrada la trampilla. Los dos tiraron de la pesada puerta de hierro y la dejaron caer sobre la rejilla con un estruendo.
La puerta de la jaula estaba abierta.
– No creo que pueda ponerse en pie. -La voz de Eco se quebro como la de un nino cuando se agito a mi alrededor actuando como si fuera incapaz de hacer nada.
– Por Hades, ?como vamos a sacarle? -se lamento el captor que siempre nos atendia.
– Tienes que conseguir que tu padre se ponga en pie -dijo el otro-. Eso es. Que levante los brazos. ?Si no los puede levantar solo, levantalos tu por el! Por Hercules, ?esta vivo todavia o no! Eso… ahora, cada uno lo cogera por un brazo. ?Ten cuidado al inclinarte, estupido!
El mayor error que puede cometer un general, como Cesar y Pompeyo estarian de acuerdo en decir, es subestimar la fuerza del enemigo. Les habia convencido de que estaba debil, dolorido y muy enfermo. Me cogieron por los brazos para izarme esperando encontrar un cuerpo que no ofreceria resistencia. Un momento antes de que me elevaran, tire de ellos con todas mis fuerzas. Eco ayudo, saltando para cogerles los brazos por encima de los codos.
Todo podria haberse perdido en aquel momento. Podrian haber mantenido el equilibrio y haberse librado de nosotros, dejandome caer sobre mi espalda como si fuera un completo idiota. La puerta se habria cerrado de golpe, nuestros captores nos habrian maldecido y luego se habrian reido de nosotros y nos habrian dejado de nuevo en el pozo para que siguieramos dandole vueltas obstinadamente a las mismas ideas enloquecedoras, para que siguieramos durmiendo entre ratas y desesperandonos por nuestros seres queridos, para permanecer angustiados y preguntarnos durante cuanto tiempo mas podriamos seguir soportandolo.
Pero eso no fue lo que paso.
Primero, sus cabezas chocaron con un fuerte golpe. El sonido era mas bajo que el de dos piedras que entrechocan pero mas alto que el que harian dos calabazas huecas. Fue uno de los sonidos mas dulces que he oido en mi vida.
Lo que vino a continuacion sucedio muy deprisa.
Uno de ellos, el que solia quedarse fuera, cayo de cabeza al pozo. Me arroje sobre el de inmediato. Todavia tenia en la mano el palo de Eco. En los ultimos dias nos las habiamos arreglado para afilarlo lo mas posible frotandolo contra algunas de las piedras del pozo. Se lo clave al menos una vez antes de darme cuenta de que no era necesario. Al caer se habia roto el cuello.
Me di la vuelta y descubri que estaba solo en el pozo con el cadaver. Eco habia trepado y ya habia salido. Oi ruidos de lucha en el establo.
Me puse el palo-daga entre los dientes; sabia a sangre; empece a dar saltos para llegar a la abertura. Me agarre a una de las barras de hierro y me impulse hacia arriba. Habiamos practicado aquel movimiento todos los dias, izandonos y empujandonos para fortalecer los brazos. A pesar de todo, pensaba que atravesar por mi mismo