asegurarme de que lo veais.
Ciceron y Tiron se sentaron en el banco que habia frente al nuestro. Me parecio que Ciceron estaba de mal humor.
– ?No visteis a Cesar ayer? -pregunte.
– No. Claro que llegamos por la tarde, que es cuando mas ocupado esta. Ya sabes lo que pasa con estos generales. Pompeyo es igual. A veces hay que esperar varios dias para verle. Pensaras que, ya que estoy aqui para allanar su camino para la proxima campana de consul, deberia verme de inmediato. Pero claro, un hombre como Cesar tiene que tratar asuntos muy importantes. Todas las horas estan ocupadas.
Asenti.
Poco despues aparecio el guardia. Ciceron se puso en pie de un salto y empezo a alisarse los pliegues de la toga. El guardia no le presto atencion y
– Os recibira ahora.
Cuando pasamos al lado de Ciceron, me costo trabajo no sonreir. Su expresion era muy graciosa.
Meton me habia presentado por primera vez a Cayo Julio Cesar anos antes. En posteriores ocasiones, nunca habia esperado que me recordara pero lo hizo. La mente de Cesar era como la red de un pescador. Ningun hecho o cara escapaba una vez atrapado.
Su despacho era una habitacion espaciosa con grandes ventanas, abiertas de par en par para que entrara la luz matinal. Una pared estaba cubierta por un gran mapa hecho con pieles de ovejas cosidas y tenidas de diversos colores, que senalaban las numerosas tribus de galos, con dibujos que mostraban las ciudades y las fortalezas. ?Que clase de lugar seria Lutecia? ?O Alesia? ?O Cenabum, que, por alguna razon, estaba rodeada por un circulo rojo? ?Era la isla de Britania tan grande como parecia en el mapa? Meton habia estado en todos aquellos lugares, incluso en Britania, donde los barbaros se pintaban de azul. Habia aprendido el lenguaje de los biturigos y de los helvecios, cuyos nombres a duras penas podia yo pronunciar. Habia viajado mucho por Oriente, pero nunca por la Galia. Meton habia entrado en un mundo y en una existencia acerca de los cuales yo solo tenia preguntas.
Y tambien habia caido en la orbita de un hombre sobre cuya personalidad solo tenia preguntas. Cayo Julio Cesar era unico entre los hombres. Nunca habia conocido a alguien cuyo vigor, tanto intelectual como fisico, fuera tan evidente al primer vistazo o tras intercambiar unas pocas palabras. Nunca habia tenido trato serio con Cesar, al contrario que con Craso, Catilina o ahora Pompeyo, pero podia ver que su personalidad poseia un elemento comun a todos los demas: instinto para el poder y para lo que los hombres llaman grandeza. Pero Cesar, en cierta manera, parecia accesible de una forma que los otros no; no era tan espantosamente resuelto como Craso, ni tenia el esquivo atractivo de Catilina ni intimidaba tanto como Pompeyo. Al mismo tiempo, aunque vulnerable, parecia mas que humano; alguien que podia inspirar a sus hombres como si fuera una divinidad y, al mismo tiempo, hacerles sentir como sus protectores. Al menos su vanidad era bastante humana; habia empezado a quedarse calvo a una edad temprana (entonces era casi cincuenton) y, segun Meton, todavia estaba preocupado por su falta de cabello.
Estaba dictando a un secretario cuando entramos, pero se puso en pie y abrio los brazos al ver a Meton. Le dio un calido abrazo y le beso en los labios.
– Vaya, Meton. Asi que finalmente no desertaras.
– No voy a ir a Roma si es a lo que te refieres. Mi padre y mi hermano estan sanos y salvos como puedes ver.
?Ah, Gordiano! Y… Cesar vacilo solamente una decima de segundo-. Y Eco. Os pareceis tan poco los tres… Es algo que siempre me confunde cuando os veo juntos. Claro que los hijos fueron elegidos
– En absoluto -dijo Meton-. Se han escapado hace tan solo unos dias, a pocas millas de aqui.
– Debe de ser una buena historia. Teneis que contarmela. -Cesar hizo un gesto para que nos sentaramos.
– Pero tienes que estar muy ocupado, general -dije, pensando en Ciceron que esperaba en el patio.
– No especialmente. Tengo que estar de vuelta en la Galia dentro de pocos dias pero pueden prescindir de mi para los preparativos. Paso el tiempo dictando un nuevo capitulo de mis memorias. Aquella pequena escaramuza con los eburones el ano pasado… ?Lo recuerdas, Meton? -Se volvio y acaricio la cara de Meton. Meton le devolvio la sonrisa. El momento me parecio desconcertantemente intimo, hasta que me di cuenta de que Cesar habia rozado con sus dedos una pequena cicatriz que Meton tenia en la mejilla.
– A mi padre y a mi hermano les tendieron una emboscada en la Via Apia -dijo Meton-. Estaban haciendo un trabajo para Pompeyo, investigando la muerte de Publio Clodio.
– ?De veras? Vaya, que interesante. ?Que descubriste, Gordiano?
Mire a Meton, disgustado porque habia descubierto descaradamente mis asuntos a Cesar. Pero yo no tenia secretos para Meton y, evidentemente, Meton no tenia secretos para Cesar.
– Solo descubri lo que todo el mundo en Roma parece saber ya, que Clodio fue asesinado por los esclavos de Milon tras un altercado en la Via Apia.
– ?Asi de simple? Creia que le llevarias a Pompeyo un informe mas amplio. Pero te estoy incomodando, Gordiano. No tenia intencion de interrogarte. La decision sobre la culpabilidad y el castigo de Milon es asunto de Pompeyo, no mio, es lo correcto. Despues de todo, Milon fue su hombre hasta que se convirtio en el hombre de Ciceron. Dejemos a Pompeyo el quebradero de cabeza que supone disponer de Milon y restaurar el orden en la ciudad. Tengo una tarea mas importante: restaurar el orden en la Galia. El caos que comenzo con la muerte de Publio Clodio ha llegado incluso hasta alli. ?No es notable la repercusion que puede tener una sola muerte?
– Explicate, por favor -dije.
– Algunos individuos rebeldes de las tribus, al enterarse de los altercados romanos, llegaron a la conclusion de que quedaria retenido en Ravena indefinidamente y no podria reunirme con mis tropas. Aprovecharon la oportunidad para empezar una revuelta que se ha extendido rapidamente. El primer brote fue en Cenabum…, puedes verlo en el mapa, aqui. El hombre que yo personalmente habia designado para dirigir el comercio con Roma fue asesinado y el almacen saqueado. Un joven arveno llamado Vercingetorix parece creer que el momento es propicio para autoproclamarse rey de los galos. Aun tiene posibilidades de reunir un gran numero de tribus bajo su mando. Y, lo que es peor, me ha cortado el camino hasta el grueso de mis tropas. Me plantea un problema: como reunirme con mis hombres. -Cesar estudio el mapa y, de repente, parecio estar muy lejos-. Ya ves como un simple asesinato en la Via Apia ha tenido enormes consecuencias que estan mucho mas alla de la muerte de un solo hombre. Publio Clodio muerto ha causado aun mas estragos que los que causo en vida y Milon ha ejercido mas influencia en el curso del mundo de la que nunca habria esperado ejercer como consul. -Cesar aparto la mirada del mapa-. Pero aun no me has contado la historia de tus desventuras, Gordiano.
– No hay mucho que contar. Nos tendieron una emboscada en las cercanias del monumento de Basilio; unos hombres cuyas caras no pudimos ver nos metieron en sacos y nos transportaron a un lugar que resulto estar cerca de Arimino. No nos trataron demasiado mal. Cuando escapamos, uno de nuestros captores murio y el otro escapo. Por desgracia, no creo que seamos capaces de volver a encontrar ese lugar.
– ?Pidieron un rescate?
– Parece que no, aunque enviaron un anonimo a mi esposa diciendo que no nos harian dano y que, a su debido tiempo, nos liberarian.
– Que curioso. ?Crees que este incidente esta relacionado con las investigaciones que realizas para Pompeyo?
– Quizas.
Cesar rio.
– Eres un ser discreto, Gordiano. Respeto al hombre que es capaz de no decir mas de lo que debe… Es raro. ?Es obvio que nunca te has entrenado para ser orador! Me lleva a pensar que, si alguna vez necesito un hombre de tu talento y discrecion, podria requerir tus servicios.
– Seria un honor, Cesar.
Sonrio un momento y volvio a mirar el mapa con expresion abstraida. El relato de mis aventuras le habia distraido durante un momento, pero su atencion habia vuelto al absorbente problema de la Galia.
– ?Debemos dejarte ahora, Cesar? -pregunto Meton.