despacho con una ancha sonrisa.

– ?Meton! ?Has comido ya?

– He tragado mi racion de bazofia diaria, si te refieres a eso.

– De todas formas, sientate a mi mesa. He conseguido rescatar algunos comestibles del puchero. ?Quienes son tus amigos? ?Ah! Es tu hermano, ?no?, y tu padre, el famoso Sabueso.

– ?Famoso? -dije cuando atravesamos las cortinas.

– O infame. Lo que sea. Pasad. Sentaos. Manio, busca alguna otra cosa que hacer. -Antonio hizo un gesto al secretario y este dejo su tablilla y su estilo y abandono la habitacion-. ?Vino? Bueno, no teneis ni que contestar. Ya se como lo tomas, Meton: puro. Meton es como yo, tiene alergia al agua. ?Quieres el tuyo aguado, Gordiano? ?Y tu, Eco?

– Para mi, mas agua que vino -dije-. Hace muchos dias que no bebo y tengo que volver a acostumbrarme. - Ademas, me dije, quiza tenga que salir corriendo pronto.

– Para mi tambien -dijo Eco enarcando una ceja.

Fisicamente, Antonio resultaba imponente. Tenia la constitucion de un luchador, con el cuello y los hombros musculosos y el pecho de la anchura de un barril; pense que era como una version mas joven y mas alta de Milon. Tenia pocos anos mas que Meton, debia de andar por los treinta o los treinta y uno. El rostro, con sus cejas y barbilla sobresalientes y la nariz aplastada de boxeador, le daba un aspecto bastante bruto pero, cuando me miro a los ojos, esta impresion desaparecio por la amabilidad de sus ojos y de su boca y por la redondez de sus mejillas. Antonio era atractivo de una manera sencilla, para utilizar una expresion de Bethesda. Tenia una apariencia que muchas mujeres encontraban irresistible y que hacia que muchos hombres confiaran en el instintivamente, como ciertamente parecia ocurrirle a Meton.

– Cuando has llegado, Gordiano? -Antonio me miro con una expresion que no se parecia en nada a la de un asesino sin escrupulos.

– Ayer.

– ?Ah, si? -Asintio y luego fruncio el entrecejo-. No me digas que viniste con Ciceron…

– Llegamos juntos, si. Nos lo encontramos en la ultima etapa del viaje, por casualidad.

– Me alegro de oirlo. ?Asi que no teneis nada que ver con su mision ante Cesar?

– Por supuesto que no.

– Papa y Eco estan aqui por sus propios asuntos -dijo Meton.

– ?Ah, si? ?Cuales son? -pregunto Antonio.

– Estan aqui para investigarte a ti.

– ?Meton! -Aquello era demasiado.

Antonio entorno los ojos.

– ?A mi? No tendra nada que ver con ese viejo asunto de la hija del rey Ptolomeo en Egipto, ?verdad? ?Juro que nunca toque a esa nina! -Antonio y Meton rieron al unisono ante lo que parecia ser un viejo chiste.

– No -dijo Meton-. Tiene que ver con…

– Con un desagradable rumor que alguien ha lanzado en Roma -dije-. Mi hijo parece estar dispuesto a bromear sobre el asunto pero es muy serio. Meton ya habia hablado bastante. Ya que habita insistido en forzar el tema, decidi aprovecharlo lo mejor que pudiera-. Empezare por contarte lo que le he dicho a Cesar esta manana temprano: a peticion de Cneo Pompeyo, Eco y yo hemos hecho algunas investigaciones sobre las circunstancias que rodearon el asesinato de Publio Clodio. Aunque parezca ultrajante, nos encontramos con un rumor…, y te estoy diciendo esto, Marco Antonio, porque eres el amigo de mi hijo y creo que debes saber lo que se comenta sobre ti…, oimos un rumor segun el cual tu tenias algo que ver con el caso.

– ?Ridiculo! -dijo Antonio, que no parecia en absoluto divertido.

Me encogi de hombros.

– Es un rumor ultrajante, como he dicho. Estoy seguro de que nadie con un poco de sentido comun le daria credito ni por un instante.

– Pero ?quien diria algo parecido de mi? -Antonio se levanto y empezo a pasear por la pequena estancia-. ?Es una completa sandez que yo haya tenido algo que ver con lo que le ocurrio a Clodio! La infamia de la gente no tiene limite. Ni mentira tan ruin que no haya alguien que se rebaje a decirla. ?Ciceron! Se lo has oido decir a Ciceron cuando veniais hacia aqui, ?verdad?

– No.

– Dime la verdad, Gordiano. ?Oh, suena muy tipico de el, decir una mentira tan absurda que la gente piense que debe haber algo de cierto! Te aseguro que es la ultima vez, y quiero decir la ultima vez, que ese vejestorio me toca los cojones. Lo cogere en medio de sus gimoteantes peticiones a Cesar y lo tirare a un pozo. ?Le retorcere el pescuezo hasta que cruja! ?No volvera a difundir un rumor falso sobre mi! -En aquel momento, Antonio parecia capaz de llevar a cabo tales amenazas.

– Marco Antonio, te juro que el rumor no proviene de Ciceron.

– Entonces, ?donde lo has oido? ?Quien esta diciendo eso de mi? -La rabia de Antonio era palpable y parecia calentar toda la habitacion como un brasero. Pero sabia que su furia no iba dirigida contra mi. Me di cuenta de que el hecho de ser el padre de Meton me hacia ser fiable y respetado. Antonio no era tonto, habia dicho Meton, pero era transparente y llano. Tenia motivos para enfadarse pero era suficientemente disciplinado para controlar su ira mientras averiguaba quienes eran los que le habian agraviado.

– Fue un vendedor de pescado, ?verdad, papa? -dijo Eco de repente.

– ?Que?

– Recuerdo que el que nos conto el rumor fue un vendedor de pescado. Mi hijo mayor no era tan transparente y llano como Antonio.

– ?Ah! ?Fue asi? -dije.

– Por Hercules, ?quieres decir que el rumor se comenta incluso en los mercados? -Antonio parecia a punto de aplastar algo pero en lugar de eso, volvio a llenarse la copa de vino.

– Si, ahora lo recuerdo -dije-. Pero solo hubo una persona que me comentara el rumor…, no, en realidad fueron dos…; debio de ser una confusion porque, al mismo tiempo, mencionaron un incidente que sucedio el ano pasado, un altercado entre Publio Clodio y tu…

– ?Que? ?Aquella tonteria del Campo de Marte?

– Aquellas personas parecian creer que realmente querias herir a Clodio.

– Si le hubiera cogido, ?sabes que le habria hecho? ?Le habria golpeado con la parte plana de la espada! Con eso le habria humillado lo suficiente.

– ?Cual fue la ofensa? -dijo Meton.

– La de siempre, no saber cuando es mejor mantener la boca cerrada. Nada relacionado con la politica. Algo personal extraido del pasado. -Antonio vacilo-. Ya que has sido tan sincero conmigo, Gordiano, te lo contare. Clodio hizo un comentario vulgar sobre la amistad que me une a Cayo Curion. Curion estaba en Asia, como cuestor, y su padre acababa de morir. Bueno, no es un secreto que el viejo Curion hacia todo lo que podia para entrometerse entre Cayo y yo cuando eramos jovenes… ?siguiendo el consejo de Ciceron! Asi que estabamos alli, en el Campo de Marte, y Clodio dijo algo asi como: «Ahora que el viejo ha muerto y ya no se interpone entre vosotros, supongo que Cayo Curion y tu os podreis casar. ?Cual de vosotros hara de novia?». Normalmente, habria soltado una carcajada, pero me pillo en un dia que no estaba de humor para aguantar sus impertinencias, asi que desenvaine mi espada. Supongo que debia de parecer mas furioso de lo que estaba…, es un problema que tengo…, y a Clodio le entro panico. ?Chillo y echo a correr! -Antonio se rio al recordarlo-. ?Y yo le persegui! ?No pude evitarlo! -Antonio se doblaba de la risa-. Si le hubiera cogido, juro que le habria quitado la toga y le habria azotado en el culo desnudo… y le habria llevado de vuelta al Campo de Marte completamente desnudo y con las nalgas rojas. ?Aquello le habria cerrado la boca! ?Te imaginas? La plebe lo habria abandonado. Tendria que haberse retirado de la vida publica. ?Y ahora estaria vivo!

La risa se corto en la garganta de Antonio. Suspiro y compuso una mueca dificil de leer. Se echo mas vino, vacio su copa y me miro fijamente.

– Gordiano, te juro por el espiritu de mi padre que no tengo nada que ver con la muerte de Clodio. Asi que espero que vuelvas y descubras quienes han difundido esos rumores y los cortes de raiz.

Trate de devolverle la mirada con la misma fijeza. No es habitual que yo sea el menos sincero en una conversacion.

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