todos los abrazos y besos. Su expresion no era de alegria sino de intenso alivio, nublada por la verguenza.
Davo estaba vivo, despues de todo.
– Pense que Davo estaria vivo. Esperaba que fuera asi -dije, reclinado en mi sofa favorito y rodeando a Bethesda con el brazo derecho. Habiamos comido dentro de la casa
– Yo estaba seguro de que habia muerto -dijo Eco, mirando a Davo como si todavia no estuviera seguro de lo que veian sus ojos. Davo se sonrojo ante su penetrante mirada.
– Hasta hace pocos dias, yo tambien lo pensaba -dije-. La ultima vez que vi a Davo en la Via Apia parecia muerto, o eso crei. Nuestros captores pensaron lo mismo y lo dieron por muerto.
– Me golpee la cabeza -dijo Davo entornando los ojos-. Debieron de arrastrarme fuera del camino y me dejaron detras de una tumba. Me desperte varias horas despues con un feo chichon.
– ?Y cuando descubriste la verdad? -pregunto Bethesda, acariciando perezosamente el lobulo de mi oreja y mi cuello.
– Al releer la carta que Diana envio a Meton. No hablaba de Davo, pero sabia que habiamos sido atacados y secuestrados cuando volviamos a la ciudad. ?Como? Era posible que algun viandante, que hubiera visto el ataque y nos hubiera reconocido a Eco o a mi, se hubiera sentido obligado a informar a la familia. Era posible pero no probable. Tambien era posible que alguien hubiera descubierto el cuerpo de Davo, si es que nuestros captores lo habian dejado en el camino, lo hubiera reconocido como mi esclavo y lo hubiera enviado a la familia y, teniendo en cuenta su estado, el lugar en que habia sido encontrado y el hecho de que habiamos desaparecido, Diana dedujera que habiamos sido atacados y secuestrados. Semejante cadena de acontecimientos no parecia probable. Lo mas sencillo suele ser la verdad. Davo debia de haber sobrevivido, razone, e informado del ataque. Tambien parecia improbable pero queria creerlo, y lo hice en silencio. Estoy mucho mas contento de lo que puedo expresar al descubrir que estaba en lo cierto. Haber perdido a Belbo y despues tambien a ti…
Davo se sonrojo aun mas y no quiso mirarme a los ojos.
– Pero estamos todos bien y juntos -dije atrayendo a Bethesda hacia mi. La calidez y firmeza de su cuerpo, su sencillez y solidez…, me parecia algo increible y maravilloso. Con la otra mano busque a Diana que estaba sentada en un taburete, a mi izquierda. Sonrio y levanto la cabeza cuando le acaricie el negro y brillante cabello. Seguro que no habia nada tan bello y magnifico en toda la creacion, pense, como el pelo de Diana. Sin embargo, aunque sonreia, una angustia que no se desvanecia nublaba su rostro. Quiza no acababa de creer que todo hubiera terminado bien despues de tantos dias de preocupacion.
Eco estaba reclinado en un triclinio enfrente de mi, con Menenia a su derecha y Tito y Titania a su izquierda. Hablamos durante un rato sobre nuestra cautividad, sobre como andaban las cosas por Roma, sobre el exito de Bethesda para imponer su voluntad a los hombres de Pompeyo. Oscurecia y las estrellas comenzaron a aparecer. Al poco rato, Eco y Menenia enviaron a los gemelos a la cama y se retiraron a sus habitaciones. Davo se fue y poco despues tambien se retiro Diana, todavia con expresion preocupada. Bethesda y yo nos quedamos solos.
Acerco su cara a la mia.
– Te he echado de menos -susurro.
– ?Bethesda! Estaba tan preocupado por ti…
– Yo tambien lo estaba por ti, esposo, pero eso no es lo que he dicho. He dicho que te he echado de menos. -deslizo su mano por mi pecho, hacia mis piernas, y la detuvo en un sitio que no dejaba lugar a dudas.
– Bethesda!
– Esposo mio, tienes que estar hambriento despues de tanto tiempo.
Era curioso, pero, durante el tiempo que pasamos en el pozo, no habia tenido ningun impulso amoroso ni fantasias. Unas pocas veces., solo para desahogarme fisicamente, me habia acariciado mientras Eco dormia. Supongo que el habia hecho lo mismo, aunque probablemente con mas frecuencia. Y en alguna ocasion habia recurrido a determinada fantasia que incluia a una senora de alta alcurnia y a su litera de rayas rojas y blancas. Pero la mayor parte del tiempo habia huido de mi cuerpo tanto como habia podido. Negar el placer era quiza una forma de negar las inminentes perspectivas de dolor y muerte. Era como si hubiera sido enterrado vivo…, lo que no estaba muy lejos de la realidad.
Ahora estaba libre y por fin en Roma, a salvo, bien alimentado y rodeado por mis seres queridos. Pero tambien estaba cansado, agotado por cuatro dias de montar a caballo, y aun no me habia recuperado de los efectos debilitadores de la cautividad. Muy, muy cansado para lo que queria Bethesda, pensaba…, pero los movimientos de su mano habian empezado a excitarme y su calidez parecio inyectar algo de vitalidad en mi cuerpo, devolviendome de nuevo a la vida. Senti que me hundia en un estado mas alla de las palabras y las preocupaciones, como una piedra que se disolviera en el agua.
– Aqui no -susurre-. Deberiamos… entrar…
– ?Por que?
– ?Bethesda…!
Asi que lo hicimos en el jardin como jovenes amantes; y no una vez, sino dos, con la luna por lampara. El aire de la noche cada vez era mas frio, pero eso solo hizo que ardieran aun mas las partes de nuestros cuerpos que estaban en contacto.
Una vez tuve la sensacion de que nos estaban mirando, pero cuando mire a mi alrededor, solo vi la cabeza de Minerva que me devolvia la mirada desde la hierba. No le hice caso hasta que terminamos la segunda vez. Cuando volvi a mirar aun parecia estar observandome, con una mirada herida en sus ojos de lapislazuli. «?Cuando vas a satisfacer mis necesidades?», parecia decir su expresion…, como si solo yo pudiera reunir los pedazos de la diosa de la sabiduria y devolverla a su pedestal.
Finalmente, Bethesda y yo nos retiramos al dormitorio; en medio de la noche, me levante para hacer mis necesidades. La voluminosa sombra que vi al otro lado del jardin me alarmo al principio, hasta que me di cuenta de quien era.
– ?Davo! -susurre-. ?Que haces levantado? Los guardias de Pompeyo ya vigilan la casa por la noche.
– No podia dormir.
– Pues tienes que hacerlo. Te necesito manana fresco y alerta. -Lo se. Tratare de dormir. -Davo se fue cabizbajo. Le toque un hombro.
– Davo, es cierto lo que dije anoche. Creia que te habiamos perdido para siempre. Me alegro de que no haya sido asi.
– Gracias, amo. -Se aclaro la garganta y miro a otro lado. ?Que le pasaba? ?Por que se sentia tan culpable?
– Davo, nadie te echa la culpa de lo que paso. -Si hubiera sabido montar bien a caballo…
– He montado toda mi vida y me tiraron de la montura sin nigun problema.
– Pero a mi nadie me empujo. ?Fui arrojado! Si hubiera resistido habria podido ir a buscar ayuda.
– Tonterias. Si hubieras resistido habrias luchado y entonces seguro que te habrian asesinado. Hiciste lo que pudiste, Davo.
– Pero no fue suficiente.
– ?Como es que tenia una naturaleza tan responsable habiendo sido un esclavo toda su vida?
– Davo, Fortuna te sonrie. El caballo te tiro, te dieron por muerto y estas vivo. Fortuna nos sonrie a todos. Estamos aqui, ?no? Piensa que eso es lo que importa.
Por fin me miro directamente a los ojos.
– Amo, tengo algo que decir. ?Dijiste que te alegraba descubrir que yo todavia estaba vivo pero ni siquiera imaginas lo alegre que me senti yo cuando os vi en la puerta! Porque… bueno, no puedo explicarlo. Ojala pudiera pero no puedo. ?Puedo irme ya?
– Por supuesto, Davo. Duerme un rato.
Davo echo a andar, con un nudo en la garganta y a punto de romper a llorar. Creo que lo entendi. Minerva, que puede verlo todo desde el lugar en el que ha caido, debio de reirse un buen rato a mi costa aquella noche.