romanos acobardados por soldados romanos.
– Papa, hay que hacer algo para detener la violencia.
– Pero es como si tuvieramos un rey. Es lo que parece al ver tantos soldados en las calles…, es como estar en Alejandria, donde ves a los hombres del rey Ptolomeo por todas partes.
– Bueno, esperemos que los soldados de Pompeyo lo hagan mejor y mantengan la paz -dijo Eco. Alejandria era famosa por sus revueltas-. Realmente, papa, casi pareces sentir nostalgia de los buenos viejos tiempos en que las calles estaban llenas de sangre.
– No tengo nostalgia del pasado, Eco, solo temo el futuro.
– Mientras tanto, papa, el resto de nosotros vivimos en el presente. Nadie protesta por ver a unos pocos soldados en el Foro.
– Todavia no.
Cuando le conte a Bethesda que habia adquirido a Mopso y Androcles, se tomo la noticia de que pronto habria dos bocas mas para alimentar (ninos, nada mas y nada menos) con mas calma de la que esperaba. ?Tan fragil parecia que se sentia obligada a condescender a cualquier locura que se me ocurriera? ?Habria penetrado el espiritu de Minerva en ella cuando la estatua cayo y se rompio, convirtiendola en un ser perpetuamente sereno?
Su explicacion fue mucho mas simple. Dijo que habia disfrutado de Eco y Meton cuando eran ninos. Si el Destino traia otros dos a mi familia, haria todo lo que pudiera para darles la bienvenida. Alimentar a toda la casa siempre habia sido un reto, sobre todo ultimamente, ya que Davo comia incluso mas que Belbo, pero se las arreglaria.
La reaccion de Diana aun fue mas sorprendente. No le habia gustado que los gemelos de Eco y Menenia -le quitaran el puesto de benjamina de la familia, pero habia madurado bastante desde entonces y yo no tenia la intencion de hacerla aceptar a Mopso y Androcles como hermanos pequenos; serian simples sirvientes. Incluso asi, pensaba que Diana se mostraria indiferente o contraria a la idea. No imaginaba que romperia a llorar y saldria corriendo de la habitacion.
– ?En nombre de Jupiter! ?Que le pasa? -Pregunte a Eco.
– Parece que no le gusta la idea.
– Pero ?a que vienen las lagrimas?
– Tiene diecisiete anos. Llora por todo.
– Bethesda dice que Diana no derramo ni una lagrima mientras estabamos fuera.
– Entonces deberia haber dicho: tiene diecisiete anos, no llora por nada. ?Sabes? Ya es hora de que se case, papa. Probablemente de ahi le viene todo. La idea de que haya dos ninos nuevos en la casa hace que se de cuenta de que probablemente no permanezca mucho mas tiempo aqui.
– ?De verdad crees que es por eso?
– No tengo ni idea. ?Has pensado en buscarle marido?
– Eco, ?cuando he tenido tiempo? Tu eres el que sale y va de aqui para alla a todas esas reuniones del Foro.
– Me cuesta pensar que pueda encontrar un marido adecuado para mi hermana pequena entre toda esa chusma.
– A lo mejor Menenia tiene algun primo de la misma edad -sugeri.
– O quiza Meton conozca algun oficial.
– Supongo que es algo en lo que tendremos que empezar a pensar -admiti-. Pero ?sabes lo que realmente necesito hacer ahora? Arreglar la estatua de Minerva…
Pocos dias despues, uno de los guardaespaldas de Eco vino a casa hecho un manojo de nervios. Davo lo acompano a mi despacho.
– Esta a punto de comenzar un
– ?Por que?
– Solo ha dicho que tienes que hacerlo. Te esta esperando alli.
Davo y yo seguimos al hombre hasta el Foro.
Se habia reunido una multitud considerable. El tribuno Planco ya estaba hablando. No lejos de la Columna Rostral, un escuadron de soldados estaba estacionado en los peldanos de las ruinas del Senado. Tuve que admitir que su presencia daba cierta gravedad a los actos.
Encontramos a Eco entre la multitud.
– ?Que es lo que pasa? -susurre.
– Si los rumores son ciertos, Planco va a presentar… Pero, mira, acaban de subir a la plataforma. -Cuatro hombres encabezados por otro andaban por la Columna Rostral con aire nervioso y de estar fuera de lugar.
Planco se dirigio al lider y lo empujo al centro de la plataforma.
– Ciudadano, dile a esta buena gente tu nombre.
El hombre contesto con un murmullo inaudible. La multitud se burlo y rio.
– Ciudadano -dijo Planco con educacion-, tienes que hablar mas alto. ?Ves los soldados en las escaleras de la Curia? Haz como si te dirigieras a ellos.
– ?Mi nombre es Marco Emilio Filemon! -grito. La gente le jaleo y aplaudio.
– Dinos, Filemon -dijo Planco-, ?recuerdas donde estabas el dia que asesinaron a Publio Clodio?
– Por supuesto que si. Estaba con estos cuatro hombres en la Via Apia. Viajabamos a pie, camino de Napoles.
– ?Y hasta donde llegasteis aquel dia?
– Hasta Bovilas.
– ?Que ocurrio alli?
– Parecia que habia una batalla.
– ?Donde?
– En la posada. -La multitud escuchaba atentamente. Filemon se aclaro la garganta y continuo-: Parecia que habia un grupo dentro de la posada y otro fuera y que los de fuera iban detras de los de dentro. Echaron la puerta abajo. Entraron a la fuerza y sacaron a rastras a los hombres, de uno en uno, apunalandolos hasta que morian alli mismo, en el camino. Habia sangre por todas partes.
– Una vision espeluznante, estoy seguro -dijo Planco-. ?Que hicisteis?
– Les gritamos: «?Que estais haciendo?», y dijeron: «?Tenemos a Publio Clodio atrapado como una rata y vamos a cortarle el rabo!». Se reian mucho, disfrutaban con aquello.
– «Ellos», has dicho. ?Reconociste a alguno?
– Reconoci a dos de ellos al momento. Todos nosotros los reconocimos. Los dos famosos gladiadores de Milon, Eudamo y Birria. Parecian ser los mas ocupados matando. Estaban cubiertos de sangre los dos.
– ?Que hiciste entonces?
– Les gritamos que dejaran de hacer lo que estaban haciendo. ?Quiza solo sea un liberto, pero no pensaba quedarme quieto viendo que unos esclavos asesinaban a un ciudadano!
Aquello levanto murmullos de aprobacion entre la multitud.
– Seras solo un liberto -dijo, Planeo-, pero es un ciudadano valioso aquel que defiende a otro romano. ?Asi que trataste de detener aquella atrocidad?
– Mis amigos y yo fuimos hacia ellos, aunque te digo que ninguno de nosotros habia sido soldado o gladiador. Nos hicieron retroceder, luego nos persiguieron. Teniamos dagas pero aquellos sujetos eran gladiadores y estaban armados con espadas. No voy a decir que fue un acto valiente lo que hice, dar media vuelta y echar a correr, pero reto a cualquier hombre de los que hay aqui a que este frente a frente con Eudamo o Birria y no retroceda. -Esto levanto murmullos de comprension.
– A pesar de todo, fuiste un valiente, ciudadano, tu y tus cuatro amigos. ?Ojala que si alguna vez un canalla como Milon envia a sus esclavos tras de mi o mi familia, haya ciudadanos como tu que vengan en mi rescate! -Las palabras de Planco provocaron una explosion de ovaciones y aplausos-. Pero Filemon -continuo Planco-, ?como es que no hemos oido hasta ahora nada de esto? ?Por que no viniste antes, cuando todos estabamos confusos sobre lo que habia sucedido en la Via Apia?