– ?Papa, ?que estas haciendo aqui?
– Hija, hace solo un momento estabas llorando por lo mucho que Eco y yo habiamos sufrido. ?Tan infeliz te sientes de verme ahora?
– ?Oh, papa! No es eso.
– ?Pues que es, Diana? Pareces tan desgraciada… incluso desde que he vuelto. Casi pensaria que no te has alegrado de verme. -Lo dije en broma pero su expresion me hizo detenerme-. ?Que ocurre, Diana? Eco cree que es porque quieres casarte y dejar la casa, o que no quieres casarte y si dejar la casa…
– ?Oh, papa! -dijo apartando la mirada.
– ?Has hablado con tu madre, al menos, de lo que te pasa?
Sacudio la cabeza.
– Diana, ya se que he estado fuera y que desde que he vuelto he estado mas preocupado de lo que acostumbro, pero estos no son tiempos normales. Espero que todo vaya mejor ahora. Pero tu madre siempre ha estado aqui y se que se preocupa…
– ?Mama me mataria! -susurro Diana con voz ronca-. ?Es la ultima persona a la que puedo contarselo!
Aquello me desconcerto. ?Seria el problema tan grande como Diana imaginaba o seria una naderia que una jovencita habia exagerado? Mientras me preguntaba lo que debia hacer a continuacion, rodee su cama y vi de reojo el orinal. Aunque aparte la mirada casi al momento, la tenue luz lo ilumino de manera que pude ver su contenido.
– ?Diana! ?Estas enferma? ?Has estado vomitando?
Se dio cuenta de lo que habia visto e intento, demasiado tarde, apartar el orinal de mi vista con el pie. Al mismo tiempo, me sobresalto un ruido detras de mi y me di la vuelta para ver a Davo. ?Como habia entrado en la habitacion tan silenciosamente?
– Davo, ?que estas haciendo aqui? Nadie te ha llamado. Vete. Esto no es asunto tuyo.
– ?Oh, si! -dijo Diana-. Si que lo es.
– No, Diana…
– Pues es asunto de Davo, papa. ?Lo es!
Entonces me di cuenta de lo evidente. Me imagino que al igual que Bethesda, que estaba en el umbral con una expresion que podria convertir a un hombre en piedra.
Capitulo 33
Necesitaba un trago.
Mas aun, necesitaba salir de mi casa. No podia soportar mucho tiempo el llanto de Diana, a Bethesda golpeando el pie en el suelo y a Minerva rota observandome. No queria escuchar el cuchicheo de mis esclavos diciendo: «?Que van a hacer con ella?» o «?Que van a hacer con el?» o «Siempre lo habia sabido».
?Donde puede olvidar sus penas un hombre en medio de la noche?
No habia puesto el pie en el lugar que el poeta Catulo llamaba la Taberna Salaz durante cuatro anos, desde el ultimo dia de otro juicio, 21 de Marco Celio. Eco y yo la encontramos con facilidad; recorrimos el distrito de los almacenes hasta el noroeste del monte Palatino acompanados por sus guardaespaldas (sin Davo, por supuesto) hasta que llegamos a la columna con forma de falo y a la puerta iluminada por una lampara tambien con forma de falo.
El lugar no habia cambiado nada. Apestaba con el humo del aceite barato de las lamparas y las emanaciones del vino barato. El bullicio era puntuado aqui y alla por el golpeteo de los dados y los gritos de los ganadores y perdedores. Las pocas mujeres que habia estaban claramente a la venta. Muchos de los hombres parecian estar de muy buen humor. Como la clientela de la Taberna Salaz no solia interesarse por la politica, debian de ser simpatizantes de Clodio.
Mientras Eco y yo buscabamos un banco para sentarnos con nuestros guardaespaldas, escuche varios fragmentos de conversaciones.
– A Ciceron tendrian que haberle cortado la lengua… ?Quiza sea lo proximo que suceda, si Pompeyo tiene huevos para proclamarse dictador y comienza a impartir justicia de verdad!
– Y Milon saliendo para Masilia, donde se atiborrara de mejillones y se revolcara con las putas galas… ?Que clase de castigo es ese?
– ?Le encontraste algun sentido al discurso de Antonio?
– ?Solo un poco mas que al de Ciceron!
– Llore, te digo que llore cuando su sobrino lo describio muriendose solo y desangrandose en la Via Apia. Era un gran hombre… Finalmente encontramos sitio. Un camarero nos sirvio vino al momento. La cosecha era tan mala como rapido el servicio.
– Eco, ?que voy a hacer con ellos? -Una buena pregunta, papa. ?Como sucedio? -Creo que sabes como se hace. ?Sabes a que me refiero?
– ?Esta totalmente segura de su… estado?
– Parece que si. Y Bethesda tambien, despues de preguntarle. ?Cuando ocurrio, papa? La primera vez, quiero decir…, suponiendo que hubiera mas de una vez.
– ?Recuerdas el dia en que el
Trajiste a tus guardaespaldas contigo y me diste a Davo para que reemplazara a Belbo. Al parecer, aquella primera noche que estuvo bajo mi techo…
– ?Oh, no!
– ?Si! ?Por que demonios sonries?
– ?Estoy sonriendo? Bueno, solo es…, al menos Davo ya no era mi esclavo cuando sucedio. Doy gracias a los dioses. Ya te lo habia dado para que fuera tu guardaespaldas personal.
– ?Asi que estas diciendo que esto no es de tu incumbencia?
– No, papa, no es eso lo que quiero decir. Claro que es de mi incumbencia. Pero decidir lo que hay que hacer con Davo es asunto tuyo.
– ?Muchas gracias!
El camarero aparecio oportunamente para rellenarnos las copas. ?Sabes que aquel dia me salvo la vida en el Foro? -dije.
– ?Que dices?
– La revuelta, la matanza del Foro. Cuando Milon y Cebo huyeron disfrazados de esclavos. Estaba tan cerca que podrian haberme matado. Fue Davo el que me saco de alli. No es ningun cobarde, eso es seguro.
– Te dire. Se necesita ser valiente para meter mano a la hija del dueno bajo su propio techo y el primer dia que pasa en su casa. ?En que estaria pensando?
– Con que estaria pensando, querras decir. ?No con su cabeza! Diana asegura que no es culpa de el, por supuesto.
– Creo que algo de culpa si que ha tenido, papa.
– Se lo que ella quiere decir, y tu tambien. Diana dice que fue ella la que… inicio el asunto.
– ?Haces que suene como un contrato legal! Quiza Diana lo «iniciara», pero el tendria que haberse negado. Ya te dije que Diana empezaba a fijarse en los jovenes. Te dije que iba siendo hora de que se casara.
– Fijarse en los jovenes… -asenti-. Tienes que admitir que Davo es del tipo que a ellas les gusta. Grande como Hercules. Guapo como Apolo.
– Y tan estupido como un buey. ?Un buey en un surco! ?Donde diablos esta ese camarero? ?Te apetece jugar un rato, papa? Tuve que echarme a reir.
– Eco, me siento como si no hubiera hecho otra cosa mas que jugar durante los ultimos meses. ?Creo que deberia dejar de jugar un rato! ?Y limitarte a beber!
– ?Exacto! ?Solo beber!
El camarero llego. Nos quejamos de que las copas de la taberna eran ridiculamente pequenas. Puso cara de haber oido esto antes.
– Entonces, ?Diana esta completamente segura? -dijo Eco. Empezaba a trabarsele la lengua.