mas preguntas sobre lo de anoche.
Despues de comprar unas provisiones en la tienda del pueblo, pasamos el resto de la tarde curioseando por la casa en busca de recuerdos de nuestra infancia. No ayudo que todo estuviera cubierto de polvo y de moho, que todos los tejidos tuvieran agujeros hechos por algun animal y que hubiera excrementos de rata en todas las grietas posibles (e imposibles). En el piso de arriba, las telaranas eran tan gruesas como cortinas de bano y, cuando intentamos abrir las contraventanas de la segunda planta para que entrase algo de luz, mas de la mitad se descolgaron de los goznes.
– ?Ufff! -exclamo Janice cuando una de las contraventanas se descolgo y se hizo trizas en el escalon de entrada, a medio metro de su Ducati-. Habra que ligarse a un carpintero.
– ?Y que tal un fontanero? -propuse, quitandome algunas telaranas del pelo-. ?O un electricista?
– Al electricista ligatelo tu, que tienes los cables cruzados -espeto.
Lo mejor fue cuando descubrimos la mesa de ajedrez desvencijada, en un rincon, escondida detras de un ronoso sofa.
– ?No te lo habia dicho? -sonrio orgullosa, meciendola con cuidado para asegurarse-. Ha estado aqui todo el tiempo.
Al atardecer, la limpieza estaba ya tan avanzada que decidimos trasladar el campamento al piso de arriba, a lo que en su dia habia sido un despacho. Sentadas a un viejo escritorio, la una frente a la otra, cenamos pan, queso y vino tinto a la luz de las velas mientras planeabamos lo siguiente. Ninguna de las dos queria volver a Siena, pero sabiamos que esa situacion no era sostenible. Para que la casa volviera a ser habitable, habria que invertir mucho tiempo y dinero en papeleos y manitas y, aunque lo consiguieramos, ?como ibamos a vivir? Seriamos como fugitivas, siempre huyendo de nuestro pasado y endeudandonos cada vez mas.
– Segun lo veo yo -dijo Janice, rellenando las copas-, o nos quedamos aqui, que no podemos, o volvemos a Estados Unidos, que seria patetico, o nos lanzamos a la caza del tesoro y a ver que pasa.
– Olvidas que el libro no tiene ningun valor en si -senale-. Necesitamos el cuaderno de dibujo de mama para descifrar el codigo secreto.
– Por eso mismo -dijo hurgando en su bolso- lo he traido. ?Tachan! -Planto el bloc en la mesa, delante de mi-. ?Alguna otra pregunta?
Rei a carcajadas.
– ?Te he dicho ya que te quiero?
Janice se esforzo por no sonreir.
– Tranquila, no te emociones.
Con el libro y el cuaderno, uno al lado del otro, no nos costo mucho descifrar el codigo, que, en realidad, no era tal, sino una lista bien escondida de numeros de pagina, linea y palabra. Mientras Janice cantaba los numeros garabateados en los margenes del cuaderno, yo localizaba y leia en alto los fragmentos de
MI AMOR
ESTE VALIOSO LIBRO
ENCIERRA LA HISTORIA DORADA
DE
LA MAS PRECIADA
PIEDRA
AUNQUE TU ESTUVIERAS SOBRE LA INMENSA ORILLA DE UNOS MARES
LEJANOS, POR UNA JOYA ASI YO ME ARRIESGARIA.
VE CON
EL ESPECTRAL CONFESOR
DE ROMEO
FUERA SACRIFICADA SU VIDA ANTES DE LO QUE CORRESPONDERIA
BUSCAD, INQUIRID
CON APEROS
NECESARIOS PARA ABRIR LOS SEPULCROS
CON CAUTELA DEBE HACERSE
AQUI YACE JULIETA
COMO UNA POBRE PRISIONERA
MUCHOS CIENTOS DE ANOS
BAJO
LA REINA
MARIA
DONDE
ESTRELLAS DIMINUTAS
ILUMINAN EL ROSTRO DEL CIELO
ACERCATE PUES
A LA ESCALERA DE
SANTA
MARIA
ENTRE UNA HERMANDAD DE MONJAS SANTAS
UNA CASA DONDE HUBIESE CONTAGIO DE LA PESTE, CON LAS PUERTAS
SELLADAS
UNA SENORA
SANTA
OCA
VISITANDO
LA ALCOBA
DE LA ENFERMA
ESTE SANTUARIO
ES
LA ENTRADA DE PIEDRA
A LA
ANTIGUA CAMARA
TRAEDME EN SEGUIDA UNA BARRA DE HIERRO
PARA ACABAR
CON LA CRUZ
?MOVEOS, CHICAS!
Al llegar al final del largo mensaje, nos dejamos caer en el asiento y nos miramos perplejas, nuestro entusiasmo inicial en suspenso.
– Vale, tengo dos preguntas -dijo Janice-. Una: ?por que no hemos hecho esto antes? Y dos: ?que fumaba mama? -Me miro furiosa y alargo el brazo para coger su copa de vino-. Entiendo que escondio el codigo secreto en «este valioso libro» y que, de algun modo, es un mapa del tesoro para encontrar la tumba de Julieta y «la mas preciada piedra», pero… ?donde hay que cavar? ?Que leches es eso de la peste y la barra de hierro?
– Me parece que habla de la catedral de Siena -dije hojeando el texto para releer algunos pasajes-. «Reina Maria» solo puede ser la Virgen. Y lo de las «estrellas diminutas» que «iluminan el rostro del cielo» me recuerda al interior de la cupula de la catedral, pintada de azul con estrellitas doradas. -La mire, de pronto entusiasmada-. ?Te imaginas que la tumba esta ahi? Lippi dijo que Salimbeni los habia enterrado en «el mas sagrado de los lugares», ?recuerdas? ?Que podria ser mas sagrado que la catedral?
– Tiene sentido -coincidio Janice-, pero ?que me dices de lo de la peste y lo de la «hermandad de monjas santas»? ?Que tiene eso que ver con la catedral?
– «La escalera de Santa Maria»… -masculle, hojeando el libro-, «una casa sellada, infestada por la peste…, una senora santa…, oca…, visitando la alcoba del enfermo…». -Deje que se cerrara el libro y me recoste en la silla,