Los matones le dijeron que aun estaba en deuda con ellos y que, si no les pagaba el, lo harian sus hijas. Contesto que no tenia dinero, pero se rieron de el y le recordaron la estatua de las gemas que les habia prometido hacia tiempo. Cuando quiso explicarles que era imposible, que no podia volver a Italia, le soltaron que era una lastima, porque, si no lo hacia, irian a por sus hijas. Al final accedio a buscar las joyas, le dieron tres semanas para hacerlo.

Antes de marcharse, para asegurarse de que Umberto los tomaba en serio, lo llevaron al vestibulo y empezaron a darle una paliza, durante la cual volcaron el jarron veneciano de la mesa de debajo de la lampara de arana, que se hizo anicos en el suelo. El ruido desperto de su siesta a tia Rose, que salio del dormitorio y, cuando vio lo que ocurria, empezo a gritar desde lo alto de la escalera. Uno de ellos saco una arma para dispararle, pero Umberto consiguio arrebatarsela. Por desgracia, tia Rose, aterrada, perdio el equilibrio y rodo por la escalera. Cuando los matones se marcharon y Umberto pudo atenderla, ya estaba muerta.

– ?Pobre tia Rose! -exclame-. Me dijiste que habia muerto en paz, mientras dormia.

– Bueno, menti -dijo Umberto con voz ronca-. Lo cierto es que murio por mi culpa. ?Habrias preferido que te dijera eso?

– Habria preferido que nos dijeras la verdad -dije, serena-. Si nos lo hubieras contado hace anos… -aun acongojada, hice una pausa para respirar profundamente-, quiza podriamos haber evitado lo demas.

– Quiza. Ahora ya es demasiado tarde. No queria que lo supierais…, queria que fueseis felices, que llevarais una vida normal.

Siguio contandonos que esa noche, tras la muerte de tia Rose, habia llamado a Eva Maria y se lo habia dicho todo, hasta que tenia dos nietas. Le pregunto tambien si podia ayudarle a pagar a los matones, pero ella le contesto que no podia reunir esa cantidad de dinero en tres semanas. En un principio, Eva Maria quiso implicar a la policia y a su ahijado, Alessandro, pero el la disuadio. No habia mas forma de deshacer el entuerto que complacer a aquellos sinverguenzas encontrando las condenadas joyas.

Eva Maria accedio a ayudarlo, y le prometio que buscaria el apoyo de los lorenzanos de Viterbo, siempre que, cuando todo terminara, pudiese conocer a sus nietas y ellas jamas supieran nada de los crimenes de su padre. A el le parecio bien. Nunca habia querido que sus hijas conocieran su turbio pasado, por eso no les habia dicho quien era. Sabia que, si descubrian que era su padre, averiguarian todo lo demas.

– ?Que tonteria! -proteste-. Si nos hubieras dicho la verdad, lo habriamos entendido.

– ?En serio? -repuso con tristeza-. Yo no estoy tan seguro.

– Bueno -intervino Janice, muy seca-. Ahora nunca lo sabremos.

Ignorando la apostilla, Umberto nos conto que, al dia siguiente, Eva Maria fue a Viterbo a hablar con fray Lorenzo, y de dicha conversacion dedujo lo que hacia falta para que los monjes la ayudasen a encontrar la tumba de Romeo y Giulietta. Fray Lorenzo le dijo que debia celebrar una ceremonia con la que «redimir los pecados» de los Salimbeni y los Tolomei, y que, despues, los llevaria -a ella y a los otros penitentes- a la tumba de los enamorados para que pudieran arrodillarse ante la Virgen misericordiosa.

El unico problema era que fray Lorenzo no estaba del todo seguro de como llegar alli. Sabia que habia una entrada secreta en Siena y como continuar a partir de ella, pero ignoraba donde se hallaba exactamente. Una vez, le conto a Eva Maria, lo habia visitado una joven llamada Diane Tolomei que le habia dicho que habia averiguado la ubicacion de dicha entrada, pero no habia querido confiarsela por temor a que cualquier desaprensivo encontrara la estatua y la echase a perder.

Diane tambien le dijo que tenia en su poder elcencio de 1340 e iba a hacer un experimento: queria tumbar en el a su pequena Giulietta y a un nino llamado Romeo, porque pensaba que asi repararia de algun modo los errores del pasado. Fray Lorenzo no estaba seguro de que eso funcionara, pero estaba dispuesto a intentarlo. Acordaron que Diane volveria al cabo de pocas semanas para que pudiesen ir juntos en busca de la tumba, pero, por desgracia, ella no regreso.

Cuando Eva Maria le conto todo esto a Umberto, el penso que el plan podria funcionar, porque sabia que Diane guardaba un cofre con documentos importantes en el banco del palazzo Tolomei, e intuia que alli habria alguna pista para encontrar la entrada secreta a la tumba.

– Creedme -dijo Umberto, quiza percibiendo mis malas intenciones-, lo ultimo que queria era implicaros en todo esto, pero, quedando tan solo dos semanas…

– Asi que me tendiste una trampa y me hiciste creer que era cosa de tia Rose -conclui, cada vez mas cabreada con el.

– ?Y yo que? -chillo Janice-. ?A mi me hizo pensar que habia heredado una fortuna!

– ?Chorradas! -replico Umberto-. ?Dad gracias de que seguis vivas!

– Supongo que yo no encajaba en tus maquinaciones -continuo Janice, cabreadisima-. Jules siempre fue el cerebrito.

– ?Ya estamos! -espete con desden-.Yo soy Giulietta, y yo estaba en peligro…

– ?Basta! -bramo Umberto-. Nada me habria gustado mas que manteneros al margen, os lo aseguro, pero no habia otra forma de hacerlo, asi que le pedi a un viejo amigo que vigilara a Juliet para asegurarme de que estaba a salvo…

– ?Te refieres a Bruno? -inquiri, espantada-. ?Crei que queria matarme!

– Su mision era protegerte -me contradijo Umberto-. Por desgracia, quiso sacarle partido a la situacion. - Suspiro-. Lo de Bruno fue un error.

– ?Por eso lo… silenciaste? -quise saber.

– No hizo falta. Sabia demasiado sobre demasiada gente. Esos tipos no duran mucho en el trullo.

Incomodo con el tema, Umberto paso a resumir diciendo que todo habia salido conforme al plan en cuanto habia logrado convencer a Eva Maria de que yo era su nieta y no una actriz contratada para camelarla y conseguir que lo ayudara. Tal era su recelo que incluso le pidio a Alessandro que entrase en mi habitacion del hotel a por una muestra de ADN, pero, en cuanto tuvo la prueba de mi identidad, se dispuso a organizar la fiesta de inmediato.

Recordando todo lo que fray Lorenzo le habia dicho, Eva Maria le pidio a Alessandro que llevase al castello Salimbeni la daga de Romeo y el anillo de Giulietta, pero no le dijo por que. Sabia que, si su ahijado albergaba la mas minima sospecha de lo que pretendia, lo estropearia todo llamando a loscarabinieri. De hecho, habria preferido mantenerlo al margen de sus planes, pero como, en realidad, era Romeo Marescotti, lo necesitaba para que, sin saberlo siquiera, desempenara su papel ante fray Lorenzo.

Pensandolo bien, admitio Umberto, habria sido preferible que Eva Maria me hubiera puesto al tanto de sus planes, o de parte de ellos, pero solo porque la cosa salio mal. Si yo hubiera hecho lo que esperaban -beberme el vino, acostarme y quedarme dormida-, todo habria ido sobre ruedas.

– ?Un momento! -dije-. ?Insinuas que me drogo?

Umberto titubeo.

– Solo un poco. Por tu propia seguridad.

– ?No me lo puedo creer! ?Es mi abuela!

– Si te sirve de consuelo, a ella no le hacia gracia, pero yo le dije que era el unico modo de manteneros al margen, a Alessandro y a ti. Por desgracia, el tampoco se lo bebio.

– ?Espera, espera…! -objete-. ?El me robo el libro de mama de la habitacion del hotel y te lo dio a ti anoche! ?Lo vi con mis propios ojos!

– ?Te equivocas! -Se mostro molesto de que lo contradijera y algo sorprendido de que yo hubiera presenciado su reunion secreta con Alessandro-. El no era mas que un mensajero. Alguien le dio el libro ayer por la manana, en Siena, y le pidio que se lo llevara a Eva Maria. Alessandro no sabia que era robado, de lo contrario habria…

– ?Ya, ya! -lo interrumpio Janice-. Menuda estupidez. Fuera quien fuese el ladron, ?por que no se llevo el cofre entero? ?Por que solo el librito?

Umberto guardo silencio un momento. Luego dijo, muy sereno:

– Vuestra madre me conto que el codigo estaba en el libro. Me dijo que si le ocurria algo… -No pudo seguir.

Todos guardamos silencio un rato, hasta que Janice suspiro y dijo:

– Bueno, me parece que le debes una disculpa a Jules…

– ?Jan! -la interrumpi-. Dejalo estar.

– Pero mira lo que te ha pasado… -insistio.

– ?Ha sido culpa mia! -replique-. Fui yo la que… -No supe como seguir.

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