o juro que llevare al diablo a Viterbo y os comeremos vivo!

Cuando oyo la amenaza, el fraile volvio y saco del bolson el frasquito de santos oleos que su abad le habia dado para el camino. Y asi el comandante recibio la extremauncion y se mantuvo muy sereno un rato, mirando a Romanino. Sus ultimas palabras antes de morir fueron:

– Alumbra alto, hijo mio.

Con razon, Romanino no sabia que pensar del condenado anillo.

Obviamente era maligno y habia matado a su abuelo, pero tambien habia pertenecido a su padre, Romeo. Al final decidio quedarselo y guardar el cofre donde nadie pudiera encontrarlo, de modo que bajo al sotano y despues a losbottini para esconderlo en algun rincon oscuro al que nadie fuese jamas. Nunca les hablo de el a sus hijos por miedo a que su curiosidad desatara de nuevo sus demonios, pero escribio en papel toda la historia, la sello y la guardo con los demas documentos familiares.

Muy probablemente Romanino no descubriera la verdad sobre el anillo en toda su vida y, durante muchas generaciones, el cofre permanecio oculto en losbottini, bajo el palacio, intacto, sin que nadie lo reclamase. Aun asi, los Marescotti siempre pensaron que un mal antiguo anidaba de algun modo en la casa y, en 1506, la familia decidio vender el edificio. El cofre con el anillo, como es logico, se quedo donde estaba.

Cientos de anos despues, otro anciano Marescotti iba paseando por sus vinedos un dia de verano cuando, de pronto, se topo con una ninita. Le pregunto en italiano quien era y ella le respondio, tambien en italiano, que se llamaba Giulietta y tenia casi tres anos. Al anciano le sorprendio mucho porque, por lo general, los ninos le tenian miedo, pero aquella le hablaba como si fuesen viejos amigos y, cuando empezaron a caminar, lo cogio de la mano.

Ya en la casa, vio que una joven hermosa tomaba cafe con su mujer, y habia alli otra nina atiborrandose debiscotti. Su esposa le explico que la joven era Diane Tolomei, la viuda del viejo profesor Tolomei, y que habia ido a hacerles algunas preguntas sobre los Marescotti.

El abuelo Marescotti trato muy bien a Diane Tolomei y respondio a todas sus preguntas. Queria saber si era cierto que su familia descendia de Romeo Marescotti a traves de Romanino, y el le contesto que si. Tambien le pregunto si estaba al tanto de que Romeo Marescotti era el Romeo de Shakespeare, y le dijo que tambien lo sabia. Despues le pregunto si sabia que la familia de ella descendia de Julieta, y el respondio que si, que lo sospechaba, dado que era una Tolomei y habia llamado Giulietta a una de sus hijas. Pero, cuando le pregunto si imaginaba el motivo de su visita, le contesto que no tenia ni idea.

Entonces Diane Tolomei le pregunto si el anillo de Romeo se encontraba aun en su poder. El anciano Marescotti le dijo que no sabia de que le hablaba. Ella le pregunto si no habia visto nunca una cajita de madera que en teoria contenia un tesoro maligno o si habia oido a sus padres o a sus abuelos hablar de ella. El anciano le respondio que jamas habia oido a nadie mencionar esa caja. Diane se mostro algo decepcionada y, cuando el quiso saber de que iba todo aquello, ella le dijo que quiza era mejor asi, que tal vez no convenia que resucitara todas aquellas cosas antiguas.

Como es natural, el abuelo Marescotti repuso que ella le habia hecho muchas preguntas y el las habia contestado todas, asi que ya era hora de que tambien ella le resolviera algunas dudas. ?De que clase de anillo hablaba y por que suponia que el debia conocerlo?

Lo que Diane Tolomei le conto primero fue el relato de Romanino y el fraile de Viterbo. Le explico que su marido habia estado investigando aquello toda su vida y que habia sido el quien habia encontrado los expedientes de la familia Marescotti en el archivo de la ciudad y descubierto las notas de Romanino sobre el cofre. Menos mal que Romanino tuvo la prudencia de no ponerse el anillo -anadio-, pues no era el su legitimo dueno y le habria hecho mucho dano.

Antes de que Diane pudiera proseguir con sus explicaciones, el nieto del anciano, Alessandro -o, como lo llamaban ellos, Romeo-, se acerco a la mesa para robar unbiscotto. Cuando Diane cayo en la cuenta de que era Romeo, se emociono mucho y dijo:

– Es todo un honor conocerte, jovencito. Mira, quiero presentarte a alguien muy especial. -Se subio al regazo a una de sus hijas y dijo, como si hablara de la octava maravilla del mundo-: Esta es Giulietta.

Romeo se metio elbiscotto en el bolsillo.

– Lo dudo mucho -replico-. Lleva panales.

– ?No! -protesto Diane Tolomei, bajandole el vestidito a la nina-. Son braguitas. Ella ya es una nina mayor, ?verdad, Jules?

Romeo empezo a recular con la esperanza de poder escaquearse, pero su abuelo lo detuvo y le pidio que se fuese a jugar con las dos ninas mientras los adultos tomaban cafe. Asi lo hizo.

Mientras tanto, Diane les hablo al anciano Marescotti y a su esposa del anillo de Romeo; les explico que era el sello del joven y que este se lo habia regalado a Giulietta cuando su amigo, fray Lorenzo, los habia casado en secreto. Por esa razon, la legitima heredera del anillo era Giulietta, su hija, e insistio en que debia recuperarlo para poner fin a la maldicion de los Tolomei.

Al abuelo Marescotti lo dejo fascinado la historia de Diane, sobre todo porque, aunque obviamente ella no era italiana, parecia apasionarle todo lo acontecido alli en el pasado. Lo sorprendio que aquella norteamericana moderna creyese que pesaba una maldicion sobre la familia -una maldicion medieval, nada menos-, y que incluso pensara que su marido habia muerto como consecuencia de ella. Podia entender que deseara acabar con la maldicion para que sus hijas pudieran crecer sin que esta pendiese sobre sus cabezas. Parecia creer que sus pequenas se hallaban particularmente expuestas, quiza porque tanto su padre como su madre eran Tolomei.

Como es logico, el abuelo Marescotti lamentaba no poder ayudar a aquella joven viuda, pero Diane lo interrumpio en cuanto empezo a disculparse.

– Por lo que dice, senor, deduzco que el cofre del anillo sigue alli, oculto en losbottini, bajo el palazzo Marescotti, intacto desde que Romanino lo escondio hace mas de seiscientos anos.

Marescotti no pudo evitar reirse a carcajadas, golpeandose las rodillas.

– ?Todo esto es absurdo! -dijo-. Me cuesta creer que siga alli y, en caso contrario, sera porque esta tan bien escondido que nadie puede encontrarlo, ni siquiera yo.

Para persuadirlo de que fuese a buscar el anillo, Diane le dijo que, si lograba encontrarlo y se lo daba, ella le entregaria a cambio algo que los Marescotti posiblemente tambien querian recuperar y que llevaba demasiado tiempo en poder de los Tolomei. Le pregunto si sabia de que le hablaba, pero el respondio que no.

Entonces, Diane saco una foto del bolso y la puso en la mesa delante de el. Marescotti se persigno al verla. No era solo uncencio antiquisimo, sino que era el mismo del que tanto habia oido hablar a su propio abuelo, un cencio que jamas creyo que llegara a ver, o tocar, porque no era posible que aun existiese.

– ?Cuanto hace que tu familia nos oculta esto? -inquirio con voz temblorosa.

– Tanto como su familia nos ha ocultado el anillo,signore. Coincidira conmigo en que es hora de que devolvamos estos tesoros a sus legitimos duenos y pongamos fin al maleficio que nos ha dejado a ambos en tan lamentable estado.

Como era de esperar, al abuelo le ofendio ese ultimo comentario y empezo a proclamar en voz alta todas las bendiciones que lo rodeaban.

– ?Acaso insinua -le dijo Diane inclinandose sobre la mesa y cogiendole las manos- que no hay dias en los que siente que lo observa con ojos impacientes una fuerza todopoderosa, un antiguo aliado que espera que haga lo unico que de verdad le queda por hacer?

Esas palabras impresionaron a sus anfitriones, que guardaron silencio un momento, hasta que, de pronto, se oyo un gran alboroto en el granero y Romeo se acerco corriendo, cargado con una de sus invitadas, que se revolvia en sus brazos. Giulietta se habia cortado con un bieldo, y la abuela de Romeo tuvo que coserle la herida encima de la mesa de la cocina.

Los abuelos no se enfadaron con Romeo por lo sucedido. Era mucho peor: les horrorizaba que su nieto causara dolor y destruccion alla adonde fuera. Tras oir el relato de Diane Tolomei, empezo a angustiarlos que de verdad tuviese las manos malditas, que algun viejo demonio lo poseyera y que, igual que su antepasado, viviese una vida -breve- de violencia y tristeza.

El abuelo Marescotti se sentia tan mal por lo que le habia ocurrido a la pequena que le prometio a Diane que haria cuanto pudiera por encontrar el anillo. Diane se lo agradecio y le dijo que, aunque no lo lograra, ella volveria pronto a llevarle elcencio para que al menos Romeo tuviera lo que le pertenecia. Para ella

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