pero ella era un regalo que yo no estaba seguro de merecer. Nada me interesaba mas que mis presuntuosos suenos, y senti cierta desgana, quizas fuera autosuficiencia, por iniciar a Lucrecia en mis secretos.

Sin embargo, los palidos placeres de la amistad, y pensar y escribir acerca de mis suenos, no era todo lo que en aquel tiempo yo me sentia capaz de hacer. Siendo todavia un hombre joven, era natural que yo convirtiera parte de mi inquietud en actividad. A pesar de todas mis perplejidades intimas, queria vivir mas activamente -con la advertencia de que no me inclino por ninguna ocupacion util, remunerable o formativa. Fue entonces cuando, en lugar de una vida de accion, me dispuse a desarrollar una breve carrera de actor. A traves del grupo reunido por Frau Anders y presidido ahora por Lucrecia, su hija, conoci a algunos realizadores cinematograficos independientes y empece a trabajar con ellos. Mi primer trabajo fue la revision de guiones para un joven fotografo que estaba realizando algunos cortometrajes sobre la vida nocturna de la ciudad. Se rodaron cuatro: uno sobre las barcazas que subian y bajaban por el rio, otro sobre los amantes en el metro a medianoche, un tercero sobre la prefectura de policia y el ultimo sobre el barrio arabe proximo a la universidad. Despues escribi un guion original sobre una monja. Se filmo, pero los cambios y cortes efectuados no recibieron mi aprobacion. El trabajo sobre este guion me llevo un ano; escribo con mucha lentitud. Durante este tiempo desempene tambien algunos pequenos papeles de actor.

Finalmente, como actor, mas que como escritor, me gradue en Cine Comercial. Transcurria la primera decada del cine sonoro y, si bien los directores extranjeros pueden reclamar los primeros lugares en el cine mudo, entonces el cine de mi pais era, o asi lo creo, el mejor. Nunca desempene, ni aspire a tener, papeles de primer orden, pero tambien evite figurar entre las multitudes como extra. Represente los papeles de mayordomo y de galan cortesano en dos comedias romanticas, el de hermano mayor en un melodrama familiar y el de maestro patriota en una pelicula sobre el reclutamiento de escolares al final de la Primera Guerra Mundial.

Al interpretar un papel me gustaba imaginarme a mi mismo introduciendo una subrepticia nota al pie de pagina en el auditorio. Cuando debia representar el papel de un bienintencionado amante, trataba de insinuar una promesa de crueldad en mis abrazos. Cuando representaba a un villano, procuraba dotarlo de ternura. Cuando me arrastraba, llegaba a imaginar que volaba. Al bailar, que era cojo.

La necesidad de contradecir, por lo menos interiormente, parece haber crecido en mi durante este periodo. Mientras en mi comportamiento cotidiano raramente contradecia los deseos de los demas, excepto cuando estaba plenamente convencido de estar en lo cierto, cada palabra que oia me hacia pensar en su contraria. Esta era la razon por la que actuar fue una ocupacion tan feliz para mi. Actuar era un dichoso compromiso entre la palabra y el hecho. Un papel puede condensarse en una palabra o frase unica; una palabra o frase puede extenderse hasta convertirse en un papel completo. «?Mayordomo!», «No te amo», «Libertad, igualdad y fraternidad», para dar solo unos pocos ejemplos. Y mientras representaba el papel, enunciando la palabra o frase, podia pensar en todo lo contrario con impunidad.

Por supuesto, no podia menos que desear papeles que por si mismos ejemplificaran estas contradicciones. Queria representar a un gordo sudafricano, cuyas achatadas fosas nasales temblaban con disgusto ante la fragancia floral de una mujer blanca. Queria representar a un pintor, ciego de nacimiento, que oye el murmullo de los colores en los tubos de pintura y se considera musico. Queria representar a un fuerte y genial politico que, cuando los prosperos granjeros de su pais estaban afligidos por la sequia, enviaba las reservas de grano de la nacion como obsequio a los millones de indios hambrientos. Lamentablemente, estos papeles no se presentan todos los dias. Son necesarios mas escritores que los creen. Jean-Jacques podria haber escrito papeles como estos, de haber querido; pero su arte estaba al servicio de otros fines -una idea de comedia, a la vez mesurada y extravagante, ante la que me he mostrado siempre demasiado solemne o no muy capaz de apreciarla.

?Por que no escribia yo estos papeles? podria pensarse. Y ?por que me dedique a la interpretacion? No era que sintiera, repentinamente, al aproximarme a mi trigesimo aniversario, la falta de una profesion. No, la verdad era que yo disfrutaba con aquello (y soy capaz de disfrutar de muchas maneras). No debo omitir, sin embargo, que el goce estaba tamizado por la vanidad. La vanidad jugaba seguramente su papel en mi preferencia por actuar mas en el cine que en el teatro. Pero disfrutaba con el hecho de que en una pelicula, el papel y mi representacion eran indisolubles, uno y el mismo, mientras que, en el teatro, el mismo papel ha sido y sera representado por muchos actores. (?Son las peliculas, en este aspecto, mas semejantes a la vida real de lo que el escenario puede ofrecer?) Ademas -otro rasgo de vanidad- lo que uno hace en la pelicula se recuerda y es tan imperecedero como el celuloide, mientras que las representaciones teatrales no dejan rastro.

Tambien preferia el cine al teatro porque no hay auditorio presente, fuera de los companeros de trabajo, ni tampoco aplausos. De hecho, no solo no hay audiencia, sino que tampoco hay realmente una actuacion. Actuar en una pelicula no es como hacerlo en una obra teatral, donde, a pesar de las interrupciones de los ensayos, la representacion es continua, acumulativa y llena de movimientos y emociones consumados. La denominada actuacion, en el cine es, por el contrario, algo mucho mas parecido a la quietud, a la pose, con destino a una secuencia de fotos fijas, como las que aparecen en las fotonovelas que leen las dependientas y amas de casa. En una pelicula cada escena esta subdividida en docenas de encuadres distintos, cada uno de los cuales no encierra mas que una linea o dos de dialogo, una unica expresion en la cara del actor. La camara crea el movimiento, anima estos breves momentos paralizados, como el ojo del sonador, que es al mismo tiempo espectador de su propio sueno.

El cine me parece un arte mucho mas riguroso que el teatro, un arte que me permite hallar una profunda analogia con los modos de obrar cuyo modelo inicial tome de mis suenos. No quiero decir con esto que ver un film, en la oscura sala donde uno puede entrar de improviso, en cualquier momento, sea como entrar en un sueno. No estoy hablando del sueno como la libertad de tiempo y de espacio que tiene la camara cinematografica. No me refiero ahora a la experiencia del espectador, sino a la del actor: para actuar en las peliculas se debe olvidar la pasion y reemplazarla por una especie de frialdad extrema. Esto es facil, hasta necesario, porque las escenas no se ruedan consecutivamente; el actor que trabaja ante la camara no se encuentra impulsado por las emociones casi naturales que se acumulan a lo largo de una representacion teatral.

La unica ventaja que reconozco al teatro sobre el cine reside en la posibilidad de repeticion de un mismo papel, noche tras noche, muchas mas veces que el numero de tomas que un director precisa para quedar satisfecho con la toma efectuada y pasar a la siguiente. Y mientras en cada toma el actor trata de mejorar su actuacion (el periodo que en teatro corresponde a los ensayos), una vez realizada correctamente, el encuadre ha concluido. En el teatro, cuando el actor ha logrado una buena interpretacion, esta preparado para representarla, una y otra vez, tantas como el publico acuda a ver la obra. Esta es la analogia final entre la representacion y mis suenos. Las cosas que sabemos hacer bien son las que repetimos una y otra vez, y todavia son mejores las que tienen en si mismas una forma esencialmente monotona: bailar, hacer el amor, tocar un instrumento musical. Por suerte pude apreciar este rasgo en mis suenos. Tuve el tiempo y las repeticiones suficientes para llegar a ser habil en este arte. Llegue a ser un buen sonador, mientras que nunca llegue a ser un actor sobresaliente.

A traves de mis amigos cineastas llegue a conocer a Larsen, el famoso director escandinavo, que trabajaba en la integracion del reparto para una pelicula basada en la vida de un fascinante personaje de la historia de mi pais. Este individuo, que podria ser identificado por la mayoria de mis lectores, era un noble, de inmensa fortuna y titulo aristocratico, que lucho en su juventud junto a la devota muchacha campesina que libro a la nacion de un odiado invasor, y posteriormente fue denunciado como apostata, hereje y criminal. Por su apostasia, por su herejia y por sus crimenes, que incluian haber conducido a su castillo, violado y asesinado a cientos de ninos, fue juzgado y enviado a la guillotina. Antes de su ejecucion se arrepintio total y conmovedoramente de sus crimenes y fue perdonado por la iglesia y llorado por el pueblo.

Lei el guion, y manifeste mi fuerte interes por el proyecto. Larsen me hizo una prueba para el papel del confesor asignado al noble despues de su arresto. Le gusto mi actuacion y me adjudico el papel. Hubiera preferido un papel de menor importancia, por ejemplo, uno de los jueces, que me habria ocupado menos tiempo, pero Larsen insistio en que mi cara era exactamente la que el habia imaginado para el celoso cura que se desvela por el arrepentimiento del noble.

Trabajar en esta pelicula me ocupo la mitad del ano siguiente. Nos instalamos en el sur y la mayor parte de la pelicula se rodo en un pequeno pueblo de granjeros, proximo al castillo del noble, el mismo castillo en que habia vivido, ahora en ruinas y visitado solo por escolares y adolescentes enamorados, y hasta el que habia conducido a sus victimas varios siglos antes. La vida social del lugar era aburrida. Tuve un tierno affaire con la hija del alcalde, a quien solia citar clandestinamente en un cobertizo abandonado, en las afueras del pueblo. Pase bastante tiempo tambien con el cura del pueblo, discutiendo sobre religion y politica. Pero era dificil escapar a la compania de mis colegas. En el pueblo habia solo un hotel, pequeno, y los actores y

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