Pense por que podia haberme dicho esto, pues entiendo que las libertades del sueno nos permiten las fantasias mas irregulares y cripticas. Y me sorprendio que este hombre excepcional encontrase algo en mi vida vulgar que lo sorprendiera.

– ?Sabes? -continuo-. Yo no sueno. Encuentro intolerable la lenta destilacion de mi sustancia en los suenos, de modo que he ordenado mi vida de forma que pueda incorporarle la energia distraida normalmente en sonar. Lo que escribo origina mi sustancia onirica, la prolonga jugando con ella. Entonces repongo la sustancia en el ambiente de cafe, en la intriga politica del salon, en las extravagancias de la opera, en la comedia de situaciones del encuentro homosexual.

– Hasta ahora yo tampoco habia sonado.

– Pero ahora que has empezado -dijo sonriendo- no has tomado el buen camino. Tu sueno contiene demasiada habladuria, tal como me lo has contado. Si tienes que sonar, el silencio es lo mejor. Debes guardar silencio si estas absorto en algo. -Rio-. Tal vez yo mismo soy demasiado hablador para sonar.

Jean-Jacques no solo era muy hablador, sino tambien infatigable; se paseaba y movia rapidamente, siempre aparentando querer ir a alguna parte; sin embargo, nunca parecia tener prisa en marcharse. Su manera de hablar era similar: hablaba muy rapido, velozmente pero con seguridad y presuncion. Si su pronunciacion tenia algun rasgo peculiar, este era su extraordinaria precision. Me pregunte intimamente si el haria algo en silencio -si escribia en silencio, si hacia el amor en silencio, si robaba sin palabras.

Pedimos otros dos conacs.

– ?Crees que alguna vez me explicare este sueno? -le pregunte.

– Puedes explicarte un sueno con otro sueno -dijo pensativo-. Pero la mejor interpretacion de tu sueno seria la que encontraras en tu vida. Debes mejorar tu sueno.

Finalmente me recordo que se estaba haciendo tarde y que el placer y el negocio lo reclamaban. Mientras yo pagaba nuestra consumicion, se alejo despidiendose y vi como sacaba una pulsera dorada de su bolsillo y se la ponia en la muneca.

Esta conversacion con Jean-Jacques me animo a perseguir mi sueno mas sistematicamente. En el abandono de todo prejuicio, que habia adoptado como mi camino hacia la certidumbre, dificilmente podria ignorar este singular encuentro.

Imagine que ya habia sonado antes mi «sueno de las dos habitaciones». Tal vez lo habia sonado cada noche. Pero no recordaba mi sueno. Si habia sombras de personas o situaciones en mi mente al despertar, tan pronto como me levantaba de la cama y me lavaba, las sombras se desvanecian, y el dia y sus obligaciones parecian ser continuacion de la noche anterior, antes de acostarme. Ninguna contra-imagen me acechaba mientras dormia.

A menudo habia pensado en las razones por las que no sonaba. Quiza mi personalidad se formo tardiamente. Sin embargo, el advenimiento de los suenos no me tomo completamente por sorpresa. A traves de los libros y las conversaciones con mis amigos me familiarice con el habitual repertorio de los suenos: suenos de estar atrapado en el fuego, suenos de caidas, suenos de llegar tarde, suenos de volar, suenos persecutorios, suenos sobre la propia madre, suenos de desnudez, suenos de matar a alguien, suenos de conquista sexual, suenos de ser sentenciado a muerte. Ni este, ni ninguno de los suenos que le siguieron, dejaron de incluir algunos de estos tipicos dilemas de sueno. Lo extrano y memorable acerca de los suenos no era su originalidad, sino la impresion que me producian. Mis suenos anteriores, si habia tenido alguno, eran facilmente olvidados. Este sueno y los que siguieron eran indelebles. Estaban escritos, para decirlo de alguna manera, por una mano firme y con un lenguaje diferente.

Como dije, mi primer recurso fue la interpretacion. Desde el principio, no acepte el sueno como un obsequio, sino como una tarea. El sueno tambien me provoco una cierta reaccion de antipatia. Por lo tanto, trate de dominarlo por el conocimiento. Cuanto mas pensaba en el sueno, mayor era la responsabilidad que sentia. Pero las multiples interpretaciones que deduje no la eludieron. Estas interpretaciones, en lugar de reducir la presion del sueno durante el dia, la aumentaban.

La verbosidad del sueno, que Jean-Jacques me habia senalado, le daba un caracter enteramente diferente a la idea que yo tenia de los suenos. Muchos suenos muestran. El mio hablaba.

Mi vanidad no estaba herida porque el sueno, profiriendo voces de mando, me mostro a mi mismo sin fuerzas ni orgullo. Sabia que el sueno era voluntario, porque yo lo habia imaginado, e involuntario por la posicion que me fue ordenado asumir, sin querer ni comprenderlo.

Trabaje sobre mi sueno.

Una vez, durante uno de mis viajes, estando en un pueblo montanoso, habia observado a una mujer en un parto dificil. Uno se preguntaba como habia hecho el amor para llegar hasta ella. Ella estaba obviamente sorprendida de que por algun acto propio hubiera podido causarse un dolor tan grande. Rechazaba cualquier ayuda -es decir, no lograba entender lo que sus parientes, vecinos y la misma comadrona querian de ella cuando trataban de ayudarla. Estaba hundida en si misma.

Su marido se acerco a la cama metalica y trato de tomar su mano. No la rechazo. Pero sus sentidos estaban vueltos hacia si misma; solo los nervios interiores de su piel funcionaban. Estaba sola en la abultada concha de si misma.

Hubo un periodo posterior a mi primer sueno en el que sentia lo que he descrito acerca de esta mujer: pesadez, encierro. No sabia como liberarme. La interpretacion era mi cesarea y Jean-Jacques mi complaciente partera. La mayor parte de este tiempo estuve tranquilo. No sentia dolor. El sueno no fue una pesadilla. Sin embargo, este sueno me cambio. Las investigaciones acerca del mundo y sus opiniones se deshicieron, cuando volvi a investigarlo.

La mujer que habia sufrido en el parto habia cometido ya un acto extremo: habia dormido con su marido y concebido un nino. El dolor que ahora sufria era solo el resultado logico de aquel acto. Pero yo parecia cosechar sin haber sembrado nada. Este sueno no fue querido. Se engendro por si mismo.

Este sueno fue mi primer acto inmoderado.

CAPITULO III

Es dificil explicar lo que ocurrio en los meses siguientes. Durante mucho tiempo, no paso una sola noche sin que se me presentara alguna variacion sobre el sueno original. A veces, la mujer se rendia a mi abrazo. A veces, era yo quien tocaba la flauta y golpeaba al banista. A veces, la mujer me dejaba ir con la condicion de que llevara conmigo las cadenas. A veces, yo no bailaba para ella. A veces, la mujer permanecia con el banista y se abrazaban ante mis ojos culpables. Pero siempre, al final del sueno, yo lloraba; y siempre despertaba con un superficial impulso de jubilo que guiaba mi jornada entera. No hice grandes adelantos en mis meditaciones matinales sobre el sueno. Estas generosas variaciones sobre el guion original llegaron a dificultar mis tareas de interpretacion. Ya no sabia si era amo o esclavo en mis suenos. Se me ofrecia mas de lo que yo podia entender.

El sueno de mi encarcelamiento en las dos habitaciones limito mi vida, de modo que cada vez pensaba mas y sabia menos. Asi, cuando mi padre visito nuevamente la ciudad, olvide por unos dias ir a verlo. No me quejo de esta obsesion del sueno: afortunada la mente que tiene algo mas en que ocuparse que sus propios disgustos. Pero la mente necesita la ocasional recompensa del entendimiento. Estaba exhausto por mis inutiles esfuerzos dirigidos a la comprension del sueno, y pensaba si sabria como actuar una vez que lo hubiera entendido. Finalmente, tome en serio el consejo de Jean-Jacques y pense menos en la interpretacion del sueno, y mas en lo que deberia hacer con el. Dado que el sueno me asalto, seria yo ahora quien lo asaltara. Considere los ejercicios y prohibiciones ordenados en el sueno. Me compre un traje de bano negro y una flauta que pinte de color cobre. Pasee descalzo por la habitacion. Aprendi el tango y el fox-trot. Conquiste la simpatia de varias mujeres renuentes.

El puente que construi entre mi sueno y mis ocupaciones diarias fue mi primer ensayo de una vida interior. No me sorprendio descubrir que las exigencias de una vida interior modifican las actitudes ante el mundo y, particularmente, hacia las otras personas. La pequena galeria de personajes de mi sueno ocuparon un lugar entre mis parientes y amigos. Eran quizas mas parecidos a los miembros de mi familia, a los que ya no veia pero cuya

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