– Muy bien -dijo Francis levantando una mano-. Te dejare en paz.
El otro parecio ponerse tenso, con todo el cuerpo tirante.
– Si, eso esta bien -gruno-. Y me asegurare de ello.
Francis vio venir el puno y logro levantar el antebrazo lo suficiente para evitar que le diera en la mejilla. Por un momento vio estrellitas, y el impulso le hizo girarse hacia atras, tambaleante, y tropezar con una silla. De hecho eso le fue bien, porque hizo que el hombre fornido fallara su segundo punetazo, un gancho de izquierda que paso silbando cerca de la nariz de Francis, lo bastante como para que notara su calor. Francis se volvio a echar hacia atras y la silla cayo al suelo, mientras el otro se abalanzaba para asestarle otro golpe, que esta vez le dio en el hombro. El hombre tenia la cara colorada de furia, y su rabia impedia que su ataque fuera acertado. Francis cayo de espaldas con tal fuerza que, al chocar contra el suelo, perdio el aliento. El hombre fornido se situo a horcajadas sobre su pecho, amenazante, mientras Francis daba patadas inutiles y con los brazos se protegia de la lluvia de golpes furiosos y alocados que le caian encima.
– ?Te matare! -bramaba-. ?Te matare!
Francis se retorcia e interponia sucesivamente el brazo derecho y el izquierdo para paliar el aluvion de punetazos, consciente solo en parte de que no le habia golpeado fuerte y a sabiendas de que si el hombre dedicara siquiera un microsegundo a considerar las ventajas de su ataque, seria el doble de mortifero.
– ?Dejame en paz! -grito Francis en vano.
A traves del estrecho espacio entre sus brazos vio como el hombre se incorporaba un poco para dominarse, como si de repente se diera cuenta de que tenia que organizar el ataque. Seguia colorado pero, de golpe, su rostro expreso un proposito y una logica, como si toda la furia acumulada en su interior se canalizase hacia un solo torrente.
– ?Para! -chillo una vez mas Francis, indefenso, con los ojos cerrados.
Comprendio que iba a hacerle mucho dano y retrocedio. Ya no sabia que palabras gritaba para que aquel bruto se detuviera, consciente solo de que no significaban nada ante la rabia que sentia por el.
– ?Te matare! -repitio el hombre. Francis no dudaba que queria hacerlo.
El hombre solto un grito gutural y Francis procuro apartar la cabeza pero, en ese segundo, todo cambio. Una fuerza como un potente viento los sacudio a ambos y se formo un lio frenetico de punos, golpes y gritos. Francis se desplazo hacia un lado, consciente de que ya no tenia el peso de su atacante sobre el pecho y que estaba libre. Rodo por el suelo y gateo hacia la pared, desde donde vio que el hombre fornido y Peter estaban enzarzados en un cuerpo a cuerpo. Peter lo rodeaba con las piernas y habia conseguido sujetarle una muneca con la mano. Sus palabras se habian convertido en una cacofonia de gritos, y rodaron juntos por el suelo. La cara de Peter reflejaba una feroz rabia mientras retorcia el brazo del hombre. Y, en el mismo instante, otro par de misiles cruzo de repente la vision de Francis: los hermanos Moses se precipitaban a la refriega. Se produjo un momentaneo coro de gritos hasta que Negro Grande logro agarrar el otro brazo del hombre fornido a la vez que le cruzaba la traquea con un grueso antebrazo y lo retenia mientras Negro Chico separaba a Peter a empellones.
El hombre fornido soltaba palabrotas y epitetos medio asfixiandose y lanzando salpicaduras de baba.
– ?Negrazas de mierda! ?Soltadme! ?Yo no he hecho nada!
Peter resbalo hasta el suelo y quedo con la espalda apoyada contra un sofa y las piernas extendidas. Negro Chico lo solto y se reunio con su hermano. Ambos dominaron con pericia al hombre, quien, con las manos a la espalda, pataleo un momento antes de rendirse.
– ?Sujetenlo fuerte! -oyo Francis procedente de un lado. Evans blandia una jeringa hipodermica en la puerta-. ?No lo suelten! -insistio mientras tomaba un poco de algodon impregnado de alcohol y se acercaba a los dos auxiliares y al hombre histerico, que volvio a retorcerse y forcejear.
– ?Iros a la mierda! -grito colerico-. ?Iros a la mierda! ?Iros a la mierda!
El senor del Mal le limpio un trocito de piel y le clavo la aguja en el brazo con un unico movimiento que denotaba mucha practica.
– ?Iros a la mierda! -bramo el hombre de nuevo, por ultima vez.
El sedante causo efecto con rapidez. Francis no estaba seguro de cuantos minutos, porque la adrenalina y el miedo le habian hecho perder la nocion del tiempo. Pero en unos momentos el hombre se relajo. Entorno los ojos y una especie de inconsciencia fue apoderandose de el. Los hermanos Moses tambien se relajaron, lo soltaron y se levantaron dejandolo en el suelo.
– Traed una camilla para transportarlo a aislamiento -indico el senor del Mal-. En un minuto, estara fuera de combate.
El hombre gruno, se retorcio y movio los pies como un perro que sonara que corria. Evans sacudio la cabeza.
– Menudo desastre. -Alzo los ojos y vio a Peter en el suelo, recobrando el aliento y frotandose la mano, que tenia la marca roja de un mordisco-. Tu tambien -ordeno con frialdad.
– ?Yo tambien que?
– Asilamiento. Veinticuatro horas.
– ?Que? Yo no hice nada salvo separar a ese cabron de Pajarillo.
Negro Chico habia vuelto con una camilla plegable y una enfermera. Sujeto al hombre y empezo a ponerle una camisa de fuerza. Mientras lo hacia, dirigio una mirada hacia Peter y sacudio la cabeza.
– ?Que tenia que hacer? ?Dejar que ese tio diera una paliza a Pajarillo?
– Aislamiento. Veinticuatro horas -repitio Evans.
– No voy a… -empezo Peter.
– ?Que? ?Me desobedeces? -Evans arqueo las cejas.
– No. Solo protesto -aclaro Peter tras inspirar hondo.
– Ya conoces las normas sobre las peleas.
– El estaba peleando. Yo solo intentaba sujetarlo.
Evans se acerco a Peter y meneo la cabeza.
– Una distincion exquisita. Aislamiento. Veinticuatro horas. ?Quieres ir por las buenas o por las malas? - Levanto la jeringa. Francis supo que queria que Peter tomara la decision incorrecta.
Peter controlo su rabia a duras penas y apreto los dientes.
– Muy bien-dijo-. Lo que usted diga. Aislamiento. Vamos alla.
Se puso de pie con dificultad y siguio diligentemente a Negro Grande, quien habia cargado al hombre fornido en la camilla con la ayuda de su hermano y se lo llevaban de la sala de estar.
Evans se volvio hacia Francis.
– Tienes un cardenal en la mejilla -comento-. Pidele a una enfermera que te cure.
Y se marcho sin mirar siquiera a Lucy, que se habia situado en la puerta y en ese instante dirigio a Francis una mirada inquisitiva.
Esa noche, en su reducida habitacion de la residencia de enfermeras en practicas, Lucy estaba sentada a oscuras tratando de analizar los progresos de su investigacion. El sueno le era esquivo, y se habia incorporado en la cama, con la espalda apoyada contra la pared, mirando al frente e intentado distinguir formas familiares en la penumbra. Sus ojos se adaptaron despacio a la ausencia de luz pero, pasado un momento, pudo distinguir las siluetas del escritorio, la comoda, la mesilla de noche y la lampara. Siguio concentrandose y reconocio las prendas que habia dejado al azar en la silla cuando se habia desvestido para acostarse.
Penso que era un reflejo de lo que le estaba pasando. Habia cosas conocidas que aun asi permanecian ocultas en la oscuridad del hospital. Tenia que encontrar un modo de iluminar las pruebas y los sospechosos. Pero no se le ocurria como.
Echo la cabeza atras y penso que habia embrollado mucho las cosas. Al mismo tiempo, a pesar de no tener nada concreto, estaba convencida de que se hallaba peligrosamente cerca de alcanzar su meta.
Trato de imaginar al hombre que estaba buscando, pero, como las formas de la habitacion, se mantuvo indefinido y esquivo. Penso que el mundo del hospital no se prestaba a suposiciones faciles. Recordo decenas de momentos, sentada frente a un sospechoso en una sala de interrogatorios de una comisaria o, despues, en una sala de justicia, en que habia observado todos los detalles, las arrugas de las manos, la mirada escurridiza, la forma en que ladeaba la cabeza, para obtener el retrato de alguien caracterizado por la culpa y el crimen. Cuando estaban sentados frente a ella siempre resultaban muy evidentes. Los hombres que interrogaba tras la detencion y durante el juicio lucian la verdad de sus acciones como un traje barato: de modo inconfundible.
Mientras seguia absorta en la oscuridad, se dijo que tenia que pensar de una forma mas creativa. Mas