ejercito? ?Por que no puedes comportarte? ?Por que no hay quien te ame?
– Mis padres creen que tengo que hacer algo con mi vida. Eso fue lo que provoco la discusion.
– ?Es consciente, senor Petrel, de que obtuvo muy buenos resultados en sus estudios? Excelentes, por extrano que parezca. Quizas sus esperanzas no fueran tan infundadas.
– Supongo que no.
– ?Por que discutio entonces?
– Una conversacion asi nunca es tan razonable como se cuenta despues -respondio Francis, y eso hizo sonreir al doctor.
– Ah, senor Petrel, supongo que tiene razon en eso. Pero no entiendo como esta discusion subio tanto de tono.
– Mi padre estaba resuelto.
– Usted lo golpeo, ?verdad?
– El me golpeo antes -obedecio Francis.
Gulptilil hizo otra anotacion. Francis se revolvio en el asiento. El medico alzo los ojos hacia el.
– ?Que esta escribiendo? -quiso saber Francis.
– ?Importa eso?
– Si. Quiero saber que esta escribiendo.
– Solo son unas notas sobre nuestra conversacion.
– Creo que deberia ensenarme lo que esta escribiendo. Creo que tengo derecho a saber que esta escribiendo.
El medico no respondio, asi que Francis prosiguio.
– Estoy aqui, he contestado sus preguntas y ahora yo le hago una. ?Por que esta escribiendo cosas sobre mi sin ensenarmelas? No es justo.
Se removio y tiro de las ataduras que lo sujetaban. Notaba que el calor de la habitacion aumentaba, como si hubieran subido la calefaccion de golpe. Forcejeo un momento para intentar liberarse, pero no lo consiguio. Inspiro hondo y volvio a desplomarse en el asiento.
– ?Esta nervioso? -pregunto el medico tras unos instantes de silencio. Era una pregunta que no requeria respuesta.
– Eso no es justo -repitio Francis, intentando infundir tranquilidad a su voz.
– ?Es importante la justicia para usted?
– Si. Por supuesto.
– Si, quiza tenga razon en eso, senor Petrel.
De nuevo guardaron silencio. Francis oia sisear el radiador y penso que quizas era la respiracion de los auxiliares, que seguian a sus espaldas. Se pregunto si una de sus voces podria estar intentando captar su atencion susurrandole algo tan bajo que le costaba oirlo. Se inclino hacia delante, como para escuchar mejor.
– ?Suele impacientarse cuando las cosas no le salen como quiere?
– ?No le pasa a todo el mundo?
– ?Cree que deberia lastimar a la gente cuando las cosas no salen como a usted le gustaria, senor Petrel?
– No.
– Pero se enfada.
– Todo el mundo se enfada a veces.
– Ah, senor Petrel, en eso tiene toda la razon. Sin embargo, el modo en que reaccionamos a nuestro enfado es fundamental, ?no? Creo que deberiamos volver a hablar. -El medico se habia inclinado hacia el para imprimir algo de complicidad a su actitud-. Si, creo que seran necesarias mas conversaciones. ?Seria eso aceptable para usted, senor Petrel?
No contesto. Era como si la voz del medico se hubiera apagado, como si alguien le hubiera bajado el volumen o como si sus palabras le llegaran desde una gran distancia.
– ?Puedo llamarte Francis? -pregunto el medico.
De nuevo no respondio. No se fiaba de su voz, porque empezaba a mezclarse con las emociones que le crecian en el pecho.
– Dime, Francis -pregunto Gulptilil tras observarlo un instante-, ?recuerdas lo que te pedi que recordaras hace un rato, durante nuestra conversacion?
Esta pregunta parecio devolverlo a la habitacion. Alzo los ojos hacia el medico, que exhibia una mirada inquisitiva.
– ?Como?
– Te he pedido que recordaras algo.
– No me acuerdo -solto Francis con brusquedad.
– Pero tal vez podrias recordarme a que dia de la semana estamos -dijo el medico con la cabeza ligeramente ladeada.
– ?Que dia?
– Si.
– ?Es importante?
– Imaginemos que lo es.
– ?Esta seguro de habermelo preguntado antes? -Francis procuraba ganar tiempo, porque aquel simple dato parecia de repente eludirlo, como si se escondiera tras una nube en su interior.
– Si -contesto el doctor-. Estoy seguro. ?A que dia estamos?
Francis se lo penso, mientras se debatia con la ansiedad que de repente se encaramaba a sus demas pensamientos. Ojala alguna de sus voces acudiera en su ayuda, pero siguieron silenciosas.
– Creo que es sabado -aventuro con cautela. Pronuncio cada palabra despacio, vacilante.
– ?Estas seguro?
– Si -contesto con escasa conviccion.
– ?No recuerdas que yo te hubiera dicho que era miercoles?
– No. No seria correcto. Es sabado. -La cabeza le daba vueltas, como si aquellas preguntas le obligaran a correr en circulos concentricos.
– No -corrigio el medico-. Pero no tiene importancia. Te quedaras un tiempo con nosotros, Francis, y tendremos oportunidad de volver a hablar sobre estos temas. Estoy seguro de que en el futuro recordaras mejor las cosas.
– No quiero quedarme -contesto Francis, sintiendo un panico repentino mezclado con desesperacion-. Quiero irme a casa. De verdad, creo que me estan esperando. Se acerca la hora de cenar, y mis padres y hermanas quieren que todo el mundo este en casa entonces. Es la norma de la casa, ?sabe? Tienes que estar a las seis, con la cara y las manos lavadas. Nada de ropa sucia si has estado jugando fuera. Preparados para bendecir la mesa. Tenemos que bendecir la mesa. Siempre lo hacemos. Algunos dias me toca a mi. Tenemos que dar gracias a Dios por la comida que tenemos en la mesa. Creo que hoy me toca. Si, estoy seguro. De modo que tengo que irme, no puedo llegar tarde.
Notaba como las lagrimas le anegaban los ojos y los sollozos le entrecortaban las palabras. Esas cosas le pasaban a un reflejo exacto de el, no a el, que estaba algo distanciado del Francis real. Lucho para que todas esas partes de el mismo se reunieran en una sola, pero era dificil.
– ?Quiza quieras hacerme alguna pregunta? -dijo Gulptilil con delicadeza.
– ?Por que no puedo volver a casa? -tosio la pregunta entre lagrimas.
– Porque la gente te tiene miedo, Francis, y porque asustas a la gente.
– ?Que clase de sitio es este?
– Un sitio donde te ayudaremos -aseguro el medico.
Gulptilil dirigio la mirada a los dos auxiliares y les dijo: