estara perdido para siempre. -Sonrio para ocultar su tristeza-. Es como si tu y yo hubieramos elegido nuestros problemas. Los escogimos de una forma perversa, neurotica. Pero Francis se los encontro. No son culpa suya, no como en tu caso y el mio. El es inocente, lo que es mucho mas de lo que puede decirse de mi.

Lucy apoyo la mano en el antebrazo de Peter, como para corroborar la verdad de sus palabras. Peter permanecio inmovil un instante, como un perro de caza que acecha a su presa, con el brazo casi abrasado por la sensacion del contacto. Luego retrocedio un paso, como si no pudiera soportarlo. Sonrio y suspiro, aunque volvio la cara, incapaz de obligarse a ver lo que podia ver.

– Tenemos que encontrar al angel -dijo-. Y tenemos que hacerlo enseguida.

– Estoy de acuerdo -corroboro Lucy y lo miro con curiosidad, porque vio que no se trataba de una simple manera de darle animos.

– ?Que pasa?

Antes de que Peter pudiera contestar, Francis, que habia estado reflexionando en silencio sin prestar atencion a los demas, alzo los ojos y se acerco a los dos.

– He tenido una idea -anuncio-. No se, pero…

– Pajarillo, tengo que decirte algo… -repuso Peter, pero se interrumpio-. ?Que idea?

– ?Que tienes que decirme?

– Eso puede esperar -dijo Peter-. ?Y tu idea?

– Estaba muy asustado -explico Francis-. Tu no estabas alli y estaba muy oscuro, y tenia el cuchillo en la mejilla. El miedo te desordena tanto las ideas que no te deja ver nada mas. Estoy seguro de que Lucy lo sabe, pero yo no lo sabia y eso acaba de darme una idea…

– Francis, procura ser mas coherente -pidio Peter como haria con un alumno de primaria: con carino, pero interesado.

– Un miedo asi te lleva a pensar solo en una cosa: en lo asustado que estas, en que pasara, en si volvera y en las cosas terribles que el angel ha hecho y que podria hacer. Sabia que podia matarme y yo solo queria huir a esconderme en algun sitio seguro.

Lucy atisbo lo que estaba dando a entender.

– Adelante -lo animo.

– Pero todo ese miedo oculto algo que deberia haber visto.

– ?Que? -asintio Peter.

– El angel sabia que tu no estarias ahi esa noche.

– El registro. O lo vio en persona u oyo que me habian llevado a aislamiento…

– De modo que la situacion era ideal para el ayer por la noche, porque no queria tratar con los dos a la vez, creo. Es solo una suposicion, pero me parece logica. En cualquier caso, tenia que hacerlo ayer por la noche porque la situacion era perfecta para darme un susto de muerte…

– Si -coincidio Lucy-, tienes razon.

– Pero mato a Bailarin. ?Por que? -pregunto Peter.

– Para demostrarnos que puede hacer cualquier cosa. Para subrayar el mensaje: corremos peligro. -La idea de que Bailarin hubiera muerto simplemente para recalcar algo lo inquietaba de verdad, pero se refugio en la luz brillante del pasillo y en la compania de Peter y Lucy. Ellos eran competentes y fuertes, y el angel era cauteloso con ellos porque no estaban locos ni eran debiles como el. Exhalo despacio y prosiguio-Pero son riesgos. ?Suponeis que tenia otra razon para estar en el dormitorio ayer por la noche?

– ?Que clase de razon?

Cada pensamiento de Francis parecia resonar en su interior, mas profundo y mas lejano, como si estuviera al borde de un abismo que solo auguraba la inconsciencia. Cerro los ojos y vio una luz roja cegadora. Formo con calma cada palabra porque de pronto comprendio lo que el angel necesitaba del dormitorio.

– El hombre retrasado… El tenia algo que le pertenecia…

– La camiseta ensangrentada.

– Eso quiere decir que… -Francis se interrumpio y miro a Peter, que se volvio hacia Lucy Jones.

No tuvieron que expresar su conformidad en voz alta. En unos segundos, los tres habian cruzado el pasillo y entrado en el dormitorio.

Tuvieron la suerte de que el hombreton retrasado estaba sentado en el borde de la cama, cantando en voz baja a su muneco. Al fondo del dormitorio habia vanos pacientes mas, la mayoria acostados, mirando por la ventana o al techo, desconectados de todo. El retrasado alzo los ojos hacia los tres y sonrio. Lucy se acerco.

– Hola -dijo-. ?Te acuerdas de mi?

El hombre asintio.

– ?Es tu amigo? -pregunto.

Asintio de nuevo.

– ?Y es aqui donde dormis los dos?

El hombre dio unas palmaditas en el colchon, y Lucy se sento a su lado. A pesar de lo alta que era la fiscal, parecia pequena junto al hombre retrasado, que se corrio un poco para dejarle mas sitio.

– Bien, aqui vivis los dos…

El hombre volvio a sonreir.

– Vivo en el gran hospital -afirmo con voz titubeante.

Las palabras se desprendieron como rocas de sus labios. Cada una era deforme y dura, y Lucy imagino que el esfuerzo para articularlas era colosal.

– ?Y es aqui donde guardas tus cosas? -pregunto.

El hombre asintio con la cabeza.

– ?Ha intentado alguien hacerte dano?

– Si -respondio despacio el retrasado, como si esa sola palabra pudiera alargarse para significar algo mas que una mera confirmacion-. Tuve una pelea.

Lucy inspiro hondo y antes de hacerle otra pregunta vio que los ojos del hombre se habian llenado de lagrimas.

– Tuve una pelea -repitio, y anadio-: No me gusta pelear. Mi mama me dijo que no me peleara. Nunca.

– Un sabio consejo -afirmo Lucy. No tenia ninguna duda de que aquel hombre podia hacer mucho dano si se lo permitia a si mismo.

– Soy demasiado grande. No debo pelear.

– ?Tiene nombre tu amigo? -pregunto Lucy senalando el muneco.

– Andy.

– Yo soy Lucy. ?Puedo ser amiga tuya tambien?

El asintio y sonrio.

– ?Me podrias ayudar? -Lucy vio que fruncia el entrecejo, como si le costaba entender eso-. He perdido algo -aclaro.

Con un grunido, el hombre parecio indicar que el tambien habia perdido algo alguna vez y que no le habia gustado.

– ?Podrias buscarlo entre tus cosas?

El dudo y se encogio de hombros. Se inclino y, con una sola mano, extrajo de debajo de la cama un arcon verde estilo militar.

– ?Que he de buscar? -pregunto.

– Una camiseta.

Entrego el muneco a Lucy con cuidado y abrio el arcon. Lucy observo que no estaba cerrado con llave. Encima de todo, habia calzoncillos y calcetines doblados, asi como una fotografia suya junto a su madre. Tenia los bordes gastados de tanto manirla. Debajo habia unos vaqueros y un par de zapatos, unas camisetas y un jersey de lana verde oscuro un poco raido.

La camisa ensangrentada no estaba. Lucy miro a Peter, que meneo la cabeza.

– Desaparecida en combate -comento este en voz baja.

– Gracias -dijo Lucy al hombre-. Ya puedes volver a guardar tus cosas.

Espero a que cerrara el arcon y volviera a empujarlo bajo la cama, y luego le devolvio el muneco.

– ?Tienes mas amigos aqui? -le pregunto senalando el dormitorio.

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