– Estoy solo -respondio el a la vez que sacudia la cabeza.

– Yo sere amiga tuya -dijo Lucy, lo que provoco una sonrisa en el hombre. Eso la hizo sentir culpable porque sabia que era mentira, debido en parte a la situacion desesperada de aquel retrasado, y en parte a ella misma, porque le gustaba enganar a un hombre que era poco mas que un nino y que envejeceria pero no maduraria nunca.

De nuevo en su despacho, Lucy suspiro.

– Bueno -dijo-. Supongo que la esperanza de encontrar alguna prueba era demasiado.

Parecia desanimada, pero Peter era mas optimista.

– No, no -replico-. Hemos averiguado algo. Que el angel ponga algo en un sitio y se tome despues la molestia de llevarselo nos revela algo sobre su personalidad.

A Francis le daba vueltas la cabeza. Notaba que le temblaban las manos porque su interior, que solia ser una confusion de turbias contracorrientes, le ofrecia ahora una punta de claridad.

– Cercania -anuncio.

– ?A que te refieres?

– Eligio al retrasado por varias razones: porque sabia que Lucy lo interrogaria, porque era facil endilgarle una prueba en su contra, porque no era alguien que pudiera amenazarlo. Todo lo que el angel hace tiene una finalidad.

– Creo que tienes razon -dijo Lucy-. Y ?que nos indica eso?

– Nos indica que no se esta precisamente escondiendo. -La voz de Peter sono fria.

Francis gimio, porque esta idea le dolio como un golpe en el pecho. Se balanceo atras y adelante. Por primera vez, Peter comprendio que lo que para el y Lucy era un ejercicio de inteligencia consistente en superar a un asesino listo y dedicado, para Francis podia ser algo mucho mas dificil y peligroso.

– Quiere que lo busquemos -dijo, y las palabras le dolieron-. Disfruta con todo esto.

– Bueno, pues tenemos que ganar la partida -dijo Peter.

– No tenemos que hacer lo que el espera, porque lo sabe -apunto Francis-. No se como ni por que, pero lo sabe.

Peter inspiro hondo y los tres guardaron silencio para asimilar lo que Francis habia dicho. Peter no creia que el momento fuera el adecuado, pero no se le ocurria ninguno mejor y cualquier demora podria empeorar las cosas.

– No me queda mucho tiempo -anuncio despacio-. En los proximos dias me llevaran de aqui. Para siempre.

25

Rode por el suelo y note la madera noble contra la mejilla mientras combatia los sollozos que me sacudian el cuerpo entero. Toda mi vida habia pasado de una soledad a otra, y el mero recuerdo del instante en que oi decir a Peter que me dejaria solo en el hospital me sumio en una profunda desesperacion, igual a la que habia sentido en el edificio Amherst anos atras. Supongo que desde el momento en que nos conocimos supe que yo estaba destinado a quedarme atras, pero aun asi oirlo de primera mano fue como un punetazo en el pecho. Existen ciertas tristezas que no abandonan nunca el corazon de uno por mucho tiempo que pase, y esta era una de ellas. Escribir las palabras que Peter dijo esa tarde volvio a despertar toda la desesperacion que los farmacos, los tratamientos y las sesiones terapeuticas habian ocultado tantos anos. Mi dolor estallo y me destrozo por dentro.

Gemi como un nino hambriento abandonado en la oscuridad. Mi cuerpo se convulsiono con el impacto del recuerdo. Echado en el suelo frio como un naufrago arrojado a una playa desconocida, cedia la total futilidad de mi historia y deje que todos los fracasos y errores encontraran su voz en un sollozo incontrolable, hasta que, exhausto, me calle por fin.

Cuando el terrible silencio de la fatiga lleno el aire, distingui una distante risa burlona que se desvanecia entre las sombras. El angel seguia cerca, gozando con cada filigrana de dolor que yo sentia.

Levante la cabeza y gruni. Seguia cerca. Lo bastante cerca para tocarme, lo bastante lejos para que no pudiera agarrarlo. Notaba como la distancia se reducia milimetro a milimetro a cada segundo. Era su estilo. Esconderse. Evadirse. Manipular. Controlar. Entonces, en el momento propicio atacaba. La diferencia era que, esta vez, el blanco era yo.

Me recobre, me puse de pie y me seque las lagrimas con la manga. Me gire a uno y otro lado para buscar por la habitacion.

– Aqui, Pajarillo. Junto a la pared.

Pero no era la voz siseante, asesina, del angel, sino la de Peter.

Me volvi. Estaba sentado en el suelo, apoyado contra la pared de la escritura.

Parecia cansado. No, eso no es del todo correcto. Habia superado el agotamiento para llegar a un ambito distinto. Llevaba el mono manchado de hollin y polvo, y la cara sucia, surcada de sudor. Su ropa estaba desgarrada, y tenia las botas de trabajo cubiertas de barro y hojarasca. Jugueteaba con el casco plateado, que hacia girar entre las manos como si fuera una peonza. Pasado un instante, con el casco dio unos golpecitos en la pared.

– Te estas acercando -comento-. Supongo que no comprendi lo aterrado que tenias que estar del angel. No vi venir lo que hiciste. Menos mal que uno de nosotros estaba loco. O lo bastante loco.

Incluso con toda la suciedad que lo cubria, la tranquilidad de Peter seguia presente. No pude evitar sentir alivio. Aun asi, me puse de cuclillas frente a el, lo bastante cerca para poder tocarlo, pero no lo hice.

– Esta aqui-susurre-. Nos esta escuchando.

– Ya lo se. Que se vaya a la mierda.

– Esta vez viene por mi. Como prometio entonces.

– Ya lo se -repitio.

– Necesito tu ayuda, Peter. No se como combatirlo.

– Tampoco lo sabias antes, pero lo dedujiste -respondio mi amigo. Esbozo una ligera sonrisa por encima de su agotamiento, por encima de toda la suciedad acumulada.

– Ahora es diferente -indique-. Antes era…

– ?Real?

Asenti.

– ?Y esto no lo es?

No supe que contestar.

– ?Me ayudaras? -insisti.

– No se que necesitas, pero hare lo que pueda. -Peter se levanto despacio. Por primera vez, observe que tenia el dorso de las manos carbonizado, ensangrentado y en carne viva. La piel suelta le colgaba de los huesos y tendones. El bajo los ojos y se encogio de hombros.

– No puedo impedirlo -comento-. Cada vez es peor. No le pedi que entrara en detalles porque crei comprenderlo. En el silencio que se produjo, se volvio y echo un vistazo a la pared. Sacudio la cabeza.

– Lo siento, Pajarillo -musito-. Sabia que te haria dano, pero no lo dificil que seria.

– Estaba solo -comente-. A veces me pregunto si hay algo peor en el mundo.

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