– Si hay algo que Lionel sepa hacer, es que una jovencita en apuros se sienta mejor… -dijo Rodriguez a Espy, dandole un codazo a su companero.

– Tengo alguna experiencia, senora -afirmo Anderson con aire burlon.

Luego ambos sargentos entraron en la primera sala de interrogatorios. Robinson sonrio a Martinez.

– No es que sea una mision muy dificil -dijo-. Esta bien, ?lista para infundir el temor a Dios y al sistema penal en el senor Reginald Johnson? Vamos.

Robinson entro directamente en la habitacion. Martinez apresuro el paso para permanecer junto a el.

Johnson alzo la vista y fruncio el ceno.

– ?Ha llamado a mi abogado?

– ?Que numero has dicho que tenia, Reggie? -pregunto Walter Robinson.

El perista gruno.

– ?Y esta quien es? -pregunto-. No la he visto antes.

– ?Estas seguro?

– Claro que estoy seguro. ?Quien es?

Robinson sonrio y se inclino hacia delante, acercando su rostro al del perista como un padre a punto de darle un bofeton a un crio.

– Vamos a ver, Reggie -susurro-, estoy seguro de que la has visto en tus pesadillas, porque representa un problema muy grande para tu gordo culo. Ella es la persona que te va a meter entre rejas, Reggie. Directamente a la prision de Raiford. A la sombra las veinticuatro horas, y alli no habra nadie tan dulce como tu Yolanda. De hecho, estaras de suerte si no acabas convirtiendote en la Yolanda de alguien. ?Lo captas, Reggie?

Aquellas palabras parecieron clavar al fornido hombre al respaldo de la silla. Miro rapidamente a la joven fiscal.

– Tu peor pesadilla, Reggie -repitio Robinson.

– Yo no he hecho nada. No se nada de ningun asesinato.

– ?Eso es cierto?

– ?Acaso cree que pregunto a todos los tipos que entran por mi puerta de donde sacan lo que me traen? Todo lo que hago es inventarme el precio y rellenar el impreso. No necesito hacer preguntas.

– Tal vez no, pero si que sabes quien te trajo ese collar. El que Yolanda penso que era tan bonito que tuvo que colgarselo al cuello.

Johnson no respondio enseguida.

– No estoy obligado a hablar con la policia de mis negocios. Si lo hiciera, no habria negocios -dijo por fin, balanceandose hacia atras en su silla y cruzando los brazos sobre el pecho, como si aquella afirmacion fuese su ultima palabra.

– Oh, si que puedes -replico Robinson-. Porque tu negocio es ahora mi negocio y tu problema.

Johnson fruncio el ceno pero guardo silencio.

Espy Martinez, sentada en una silla en un extremo de la mesa, observaba la actuacion del detective: como andaba por detras del sospechoso, se inclinaba sobre el sin pronunciar palabra, luego retrocedia y finalmente arrastraba una silla cerca de el. Observo a Robinson como si este fuera un actor experimentado en un escenario. Cada movimiento que hacia, cada gesto, cada tono que asignaba a cada palabra, estaba calculado para conseguir un efecto. Observo como desestabilizaba al sospechoso, despojandole habilmente de su arrogancia y obstinacion. Estaba fascinada, preguntandose cuando se suponia que tenia que intervenir en la actuacion y dudando si estaria a la altura de las mismas habilidades que mostraba el detective.

Walter Robinson siguio mirando fijamente a Reginald Johnson; entorno los ojos, sin parpadear, hasta que el hombre aparto la cara abruptamente espetando una obscenidad.

– ?Mierda! ?Que no se nada de ningun asesinato, joder! -exclamo con un ligero temblor en su voz.

El detective dejo que su silencio se prolongase, sin quitar la vista del sospechoso. Al cabo exhalo aire lentamente, haciendo que su aliento silbase en el aire enrarecido de la sala.

– Tal vez este equivocado… Tal vez este equivocado contigo, Reggie -dijo Robinson con calma.

Jonhson se dio la vuelta, sorprendido por el repentino cambio de actitud del policia.

– Tal vez estaba equivocado. ?Tu que crees, Reggie? ?Estaba equivocado?

– Si. Estaba equivocado -asintio el hombre, impaciente.

Sin quitar los ojos al perista, Robinson pregunto:

– ?Y usted que piensa, senorita Martinez? ?Cree que estoy equivocado con Reggie?

Ella no estuvo segura de que se suponia que tenia que responder, pero, con la voz mas impersonal y fria que pudo impostar, dijo:

– Usted nunca se equivoca, detective.

– Ya, pero tal vez esta vez si lo haya hecho con el viejo Reggie.

– No lo creo, detective -afirmo Martinez.

– ?Estoy equivocado, Reggie? -pregunto de nuevo.

– ?Que si, mierda! ?Esta equivocado!

Robinson siguio mirando duramente al sospechoso. Dejo que las falsas esperanzas cobrasen vida en la pequena sala.

– Todo este tiempo he pensado que Reggie solo habia cogido algo de mercancia robada del hombre equivocado. Y ?sabe?, senorita Martinez… ?Sabe?, tal vez me haya equivocado en este punto -Fruncio el ceno mirando a Johnson-. Tal vez no hubo ninguna persona que entrara en su tienda a ultimas horas de la noche del pasado martes, impaciente, ansioso, jadeando y dispuesto a hacer cualquier trato, ?verdad, Reg? No, tal vez no hubo ningun cliente de ultima hora. Quizas me he equivocado de medio a medio en este punto, Reggie… -Hizo una pausa para que sus palabras inquietasen al sospechoso-. No, tal vez no hubo ningun otro hombre. Tal vez mantener el ritmo de vida que Yolanda te impone con sus vestidos de diseno, para poder conducir un coche caro y comprar bonitos muebles para una casa nueva y elegante, bueno, tal vez pensaste que seria necesario trabajar un poco mas. Tal vez pensaste que tu vieja caja registradora pedia estar un poco mas llena. Y para lograrlo lo unico que tenias que hacer era coger el viejo G-75 que te llevaria directamente a Miami Beach, y entonces empezaste a cometer todos aquellos robos. Lo hiciste bastante bien, ?verdad, Reggie? Hasta que la anciana del pasado martes se desperto de golpe y entonces te buscaste un problema, ?eh, Reg? Un problema serio. La mataste, ?no es asi, Reggie? ?No fue asi como sucedio?

Robinson apunto con un dedo al rostro del estupefacto Johnson.

– ?Tu la mataste, bastardo hijo de puta!

Reginald Johnson lo miro con los ojos como platos, retrocediendo de miedo.

– ?Yo no he matado a nadie! ?Ya se lo he dicho! ?Yo no se nada de eso!

De repente, Robinson se inclino y agarro las manos de Johnson, obligandolo a colocarlas con las palmas hacia arriba sobre la superficie con un sonoro golpe.

– Eres fuerte, Reg. Tienes unas manos muy grandes. No tendrias ningun problema para estrangular a una ancianita, ?no? ?Lo hiciste!

– ?No se nada de ningun asesinato, ni de ninguna anciana!

Intento retirar las manos pero el detective tiro de el hacia delante, haciendole perder el equilibrio y mirandolo de nuevo fijamente, aun con mas dureza.

En el silencio que se produjo en aquel instante, Espy Martinez sintio una subita oleada de calor. Las palabras parecian surgir de otra persona y no de ella, pero oyo como resonaban en la sala:

– Recibir bienes robados, de dos a cinco anos. Una condena facil, seguridad media. Luego tenemos el robo con allanamiento, de cinco a diez. Esto es un poco mas serio, pero al cabo de un tiempo podras salir por buen comportamiento, tal vez solo cumpliras tres anos. Pero luego esta la agresion. Te has metido en un buen lio, Reggie. Dios, no conoces al fiscal del condado, realmente odia que los ancianos sean agredidos. Asi que con esto te caen de diez a quince. Y tal vez el juez crea oportuno retener la jurisdiccion del caso y no acceda a concederte la libertad condicional, dada la situacion. Asi que el buen comportamiento no va a…

Espy hizo una pausa para recuperar el aliento. Vio que el sospechoso se revolvia en su silla. Era como si todas

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