– ?Si?

– Bueno, le habria costado hacerlo asi. Por las manos, ?sabe? Todos esos anos trabajando con joyas finas. Todos esos grabados precisos, esos toques delicados. Al final le produjeron artritis en las manos. Apretar un gatillo, especialmente con el pulgar, le habria resultado muy doloroso.

– ?Se lo comento a la policia?

– Por supuesto. Pero respondieron que mi padre estaba deprimido y solo, y que los suicidas se sobreponen a sus limitaciones fisicas. Imagino que es cierto.

Hubo un silencio y los dos esperaron, como pendientes de que el otro lo rompiera.

– ?Que mas? -pregunto por fin Simon.

– Puede que no fuera nada, pero me extrano muchisimo.

– ?Que?

– La policia no le dio importancia, pero los familiares ven estas cosas con otros ojos, ?sabe?

– ?De que se trata, profesor?

– La nota de suicidio.

– ?Que pasa con ella?

– Bueno, estaba escrita en el estilo de mi padre. Directo y al grano. Como le dije, preciso. Era exactamente lo que habria escrito si hubiera decidido matarse. Estaba en paz con sus hijos desde hacia mucho tiempo. Nosotros sabiamos que nos amaba y el sabia que le amabamos. No habia nada que anadir a eso, a no ser que se enrollara, y ese no era su estilo, senor Winter. No, el era directo. Directo y conciso.

– Comprendo.

– No -solto con brusquedad el profesor-, no lo comprende. La nota… esa maldita nota… -La amargura impregno su voz. Aun asi, prosiguio-. ?Que es una nota de suicidio, senor Winter? Un mensaje. Una declaracion final. Las ultimas palabras. Puede que solo incluya unas pocas palabras, pero son fundamentales, ?no?

– Por supuesto.

– De modo que acepta la premisa de que mi padre intentaba decir algo. Que era su ultimo mensaje para mi, mis hermanos y sus nietos, a quienes amaba. Y en medio de la tristeza y la soledad en que vivia a pesar de nuestros intentos de acercarlo mas a nosotros, era su declaracion final en este mundo.

– Si.

– Entonces digame por que -pregunto despacio el profesor, que habia bajado el tono de voz debido a la desesperacion y la confusion renovadas-, digame por que despues de tantos anos de matrimonio, no escribio la h final en el nombre de mi madre.

– ?Perdon?

– Es Hannah, con h final, senor Winter. No Hanna. «Mi querida Hanna»… pero mal escrito. Mal escrito por un hombre exacto y preciso. Digame, pues, ?que mensaje contiene esta omision? ?Le dice algo a usted?

Lo hacia. Pero Simon Winter no respondio las preguntas angustiadas del profesor.

12 En un mundo perfecto

El plan era sencillo: Lion-man seria el policia uniformado. Llamaria una vez, anunciaria su presencia y se apartaria mientras un inspector cedido por el departamento de Robos de South Beach arrancaria los cerrojos de uno o dos mazazos. Este era un culturista a tiempo parcial apodado Lenador y estaba acostumbrado a que lo llamaran para participar en las detenciones que requerian la destruccion rapida de una puerta cerrada. Despues, el equipo de detencion, dirigido por Walter Robinson, entraria en el numero 13.

Espy Martinez penso que, en un mundo perfecto, el sospechoso se encontraria medio atontado -ya que estaria drogado o dormido-, y ademas desorientado debido al ruido y al miedo. Se mostraria docil y pasivo, y dispuesto a rendirse sin ofrecer resistencia.

Estaba sentada en el oscuro asiento trasero de un coche de policia sin distintivos, contemplando el mundo nocturno tenido de negro y gris que formaba el deteriorado bloque de edificios de viviendas protegidas. Nunca habia estado en ningun sitio parecido a Apartamentos King, especialmente pasada la medianoche. Las farolas abrian surcos lastimosos en la noche, como si al arrebatarle porciones diminutas de oscuridad pudieran retrasar el deterioro que minaba los bajos edificios de tres plantas. A pesar de la hora que era, podia oir palabrotas gritadas y el llanto esporadico de un nino. Un momento despues de haber llegado, le parecio oir un disparo que, procedente de algun lugar mas alla de la hilera de farolas, pasaba silbando como un mal pensamiento perdido. Apenas alcanzaba a distinguir un grafito pintado en una pared del edificio de pisos:

«En la 22 mandan los Sharks.» Supuso que esa era la banda callejera que extorsionaba a los comercios y controlaba el trafico de drogas en la Vigesima Segunda Avenida.

«En un mundo perfecto», penso otra vez.

Y se estremecio a pesar del calor asfixiante.

Robinson se volvio justo entonces y vio como lo miraba expectante.

– ?Seguro que quiere estar aqui? -le pregunto.

– Es mi trabajo -asintio.

– Su trabajo es encerrar a Leroy Jefferson. Su trabajo esta en una sala de justicia, a partir de manana por la manana, cuando se haga la lectura de cargos a ese cabron por el asesinato de esa pobre anciana, vestida con un elegante traje azul de raya diplomatica y ese viejo maletin de piel, y diciendo «Senoria esto, senoria aquello y la fiscalia solicita que se le deniegue la fianza»… No tiene por que estar aqui.

– No -nego con la cabeza-. Si que tengo que estar. Quiero estar.

Robinson sonrio y senalo los apartamentos.

– Espy, ?por que querria alguien estar aqui, en este mundo olvidado de Dios, si no es por obligacion?

Le sonrio y ella le correspondio.

– Vale -dijo-, tomo nota. -Acto seguido, dejo de sonreir y anadio en voz baja-: Necesito ver todo el proceso. De cabo a rabo. De principio a fin. Desde que empieza hasta que acaba. Es mi forma de trabajar.

– Bueno, si insiste…

– Insisto.

– Entonces, espere aqui hasta que lo hayamos esposado. Suba y observe como le leo sus derechos. Si presencia la detencion, tal vez podamos evitar las acusaciones habituales de brutalidad policial de la Oficina del Defensor Publico.

Ella asintio de nuevo. Robinson la miro detenidamente y se pregunto que intentaria demostrar. Estaba claro que no pretendia impresionarlo: eso ya lo habia hecho. Pero se dio cuenta de que Espy Martinez tenia algun otro motivo para estar alli, y sospecho que no tardaria mucho en averiguarlo. La siguio contemplando cuando giro un poco la cabeza para recorrer con la mirada el patio abierto de los Apartamentos King. Se permitio fijarse un instante en su perfil, en la curva que describio su cabello al deslizarsele hacia la mejilla y en la forma juvenil con que se lo aparto de la cara. Luego, se volvio en su asiento y desenfundo el arma, una pistola de 9 mm. Comprobo el cargador y se aseguro de llevar el arma de reserva.

– Muy bien -dijo.

– ?Cual es? -pregunto Espy.

– El ultimo de la izquierda -respondio Robinson y alzo la vista hacia el edificio-, cerca de la escalera. Segundo piso.

Ella siguio su mirada con los ojos. Habia una escalera exterior en cada extremo del bajo edificio rectangular. Un pasillo al aire libre recorria longitudinalmente cada una de las tres plantas. Penso que era un conjunto de edificios especialmente feo, y se pregunto como habria conseguido su distinguido nombre de Apartamentos King.

«Es la politica del abandono», penso.

Desvio la mirada justo cuando Robinson volvia a enfundarse la pistola en la sobaquera. Intento imaginar por un instante como seria para el o para el sargento Lion-man, o para cualquier otro policia negro, ir en mitad de la noche a ese lugar a detener a otro hombre negro por el homicidio en primer grado de un blanco. Queria preguntarselo a Robinson, pero no podia. No en ese momento. Asi que dijo unas palabras que parecieron surgirle de algun lugar olvidado en su interior:

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