y su jodido jefe, Lasser, recibiran el mismo formulario por la manana -anadio.
– ?Estas cubriendo todos los frentes, Tommy?
Alter lo fulmino con la mirada.
– ?Crees que seria la primera vez que representamos a un desgraciado que ha creido que un inspector de Homicidios era su mejor y unico amigo de verdad en todo el punetero mundo, y enseguida ha abierto la boca y ha ido a parar al corredor de la muerte? ?Crees que seria la primera vez que un inspector de Homicidios que quiza no tenia las mejores pruebas del mundo ha ido al juicio y, una vez en el estrado, ha dicho: «Si, senoria, el acusado renuncio verbalmente a todos sus derechos constitucionales y me confeso este asesinato. Si, en privado, senoria, sin ningun problema…» ?Pues sabes que te digo, Walter?
– ?Que, Tommy?
– Que esta vez no pasara.
Robinson se sintio sin fuerzas. Ansiaba aire fresco, una brisa constante que lo llevara como a un marinero a la deriva hasta su casa y su cama. Se sintio de repente como un hombre que al final de una partida de poquer que ha durado toda la noche baja los ojos y ve que el dinero le ha disminuido y que las cartas que tiene delante no son mas que un farol inutil.
Aun asi, no pudo evitar anadir con rabia:
– ?Sabes que, Tommy? Este tipo es el malo de la pelicula. Es un toxicomano, un psicopata y un mal bicho. Caera. ?No tienes ya un par de clientes en el corredor de la muerte? ?Cuantos, Tommy? ?Dos, tres?
– Solo uno -susurro Alter con amargura.
– ?De veras, Tommy? Habria jurado que tenias mas…
– Si, los tenia.
– Oh, claro. Ya lo recuerdo. Supongo que deberiamos decir que uno de esos clientes fue victima de la corrosion natural, ?no, Tommy? ?No te parece una forma bonita, segura y razonable de describir a alguien que ha acabado en la silla electrica?
– Vete a la mierda, Walter.
– ?Verdad que habia matado a un policia?
– Si.
– El sistema no tiene demasiada simpatia por los asesinos de policias, ?verdad? Debio de resultarte dificil presentar el alegato final al jurado. Intentar que doce personas miren con buenos ojos a un cabron que le metio una pistola en la boca a un policia despues de desnudarlo y que le dio tiempo para rezar una oracion. Una oracion antes de morir, ?no fue eso lo que dijo ese cabron? Pero apreto el gatillo antes de que el policia llegara a la mitad del Padrenuestro. ?No fue asi, Tommy?
– Lo sabes muy bien.
– Bueno, supongo que ya has empezado a preparar el alegato final para el jurado de Jefferson. ?Has pensado algo especial que explique la buena razon que tenia ese hijoputa para estrangular a una anciana? Y diria que Jefferson ha tenido suerte de que lo unico que hizo esta noche fue destrozar el brazo de un policia y acabar con su carrera. Pero el resultado es el mismo, ?no?
– ?Que quieres decir?
– Que va a ir a parar al mismo sitio.
– ?Al corredor de la muerte? No estes tan seguro.
– No. Me referia al infierno.
– No estes tan seguro -repitio Thomas Alter con frialdad. Sus labios habian perdido su media sonrisa habitual y habian adoptado una dureza que Robinson reconocio de haberle visto en una docena de repreguntas. Noto que perdia el control, como un coche que patina en una carretera mojada por la lluvia. Sabia que Alter era un adversario formidable y que enfadarlo era un error. Pero dejo que el agotamiento y la frustracion de la noche guiaran sus respuestas y le replico.
– No, Tommy. Me apuesto lo que quieras. Es ahi donde ira a parar.
– Puede. Pero no por esta mierda de caso.
– ?Ah, no? Tengo el movil, la oportunidad, un complice encubridor y un testigo presencial, y te apuesto cincuenta dolares a que estas totalmente equivocado, letrado.
Robinson habia tratado de morderse la lengua, pero no habia podido. El cansancio y la decepcion lo dominaban y le habian obligado a dejar escapar informacion que deberia haberse guardado.
– ?De veras, inspector? -El abogado imito la voz de Robinson-. Asi que lo tienes todo cubierto.
– Bueno, ya lo veremos, ?no crees?
– Si, Walter. Ya lo veremos.
Se miraron desafiantes. Alter hablo primero.
– Le han salvado la pierna, ?sabes? Pero solo eso. Salvado y nada mas. Quiza pueda andar algo, pero no volvera a moverla como antes… -Suavizo su tono como si quisiera disminuir la gravedad de lo que estaba diciendo.
– Se me parte el alma.
– Si. Bueno, yo no esperaria que un hombre que va a pasarse el resto de la vida cojeando y con dolores cooperara demasiado con quienes le hicieron eso.
– No necesitamos su cooperacion. Lo unico que necesitamos es que vaya adonde debe estar: el corredor de la muerte.
– No podrias estar mas equivocado, Walter -sonrio de nuevo Alter, que hablo con la seguridad pomposa de un estafador.
Robinson sacudio la cabeza y se volvio, penso que ya casi era de dia y que, si tenia suerte, cuando se dirigiera en coche a su casa por la carretera, el sol estaria saliendo en South Beach y llenaria el aire a su alrededor de franjas de luz clara que disiparian la rabia acumulada durante la noche, lo que le permitiria pensar libremente en Espy Martinez.
En la fiscalia del condado todos se habian pasado dos dias aclamandola. Ser dura en un juicio era una cosa; serlo en el mundo real te hacia ganar un nivel de respeto totalmente distinto. Los demas ayudantes se habian dedicado a buscarle motes (Senorita Cok, Pistola Rapida, Alegrame el Dia Martinez), procurando encontrar uno que cuajara.
Hasta Abraham Lasser habia hecho uno de sus escasos peregrinajes desde su oficina por el laberinto de mesas y puestos de trabajo para aplaudir a Espy Martinez por su exito, lo que, si lo pensaba bien, era extrano: su jefe y sus companeros de trabajo la felicitaban por estar sana y salva. Lasser habia asomado su cabeza rizada por la puerta y habia entonado con voz cantarina:
– Ah, la joven Annie Oakley, supongo.
Y despues de estrecharle la mano y darle una palmadita en la espalda, le habia levantado el brazo como si fuera un boxeador que ha ganado un combate y le habia susurrado que deberia asegurarse de que Leroy Jefferson recibiera la maxima condena; una pena que obstaba mencionar. Luego, ese mismo dia, habia hecho circular por toda la oficina un memorando en el que alababa a Espy Martinez por haber pensado con rapidez (aunque ella se preguntaba que habia pensado con rapidez) y recordaba a los demas ayudantes que ellos tambien eran miembros de las fuerzas de seguridad del pais y deberian ir armados de forma adecuada en los momentos adecuados para poder actuar de modo adecuado en las circunstancias adecuadas tras una valoracion adecuada de la situacion, como ella habia hecho. No aclaraba a que se referia con «adecuado».
A Espy le gustaba toda esa atencion, que la distraia de lo que estaba haciendo. Cuando Robinson la llamo, sintio una gran agitacion, como si el fuera un elemento clave de lo que habia ocurrido.
– ?Como va todo, Espy?
– Bueno, los companeros insisten en silbar la melodia de
El inspector solto una carcajada.
– Tenemos que vernos para empezar a atar el caso.
– Lo se -contesto Espy-. Es que no he podido concentrarme.
– ?Ha hablado con Tommy Alter?
– Aun no. Bueno, de hecho, una vez. La lectura de cargos de Jefferson se hizo
– Esta manana le tome las huellas dactilares. Alter estaba ahi, pero no dijo nada, se limito a observar.
