– ?Por homicidio en primer grado? Ni hablar, imbecil -replico el inspector. Y lo empujo pasillo adelante, hacia el ascensor que los llevaria a los calabozos, donde dejarian al adolescente unas horas mientras se llevaba a cabo el inevitable papeleo.
El segundo inspector se detuvo junto a Robinson y se sacudio los restos de la refriega del traje.
– Es probable que tenga razon, joder. El muchacho al que disparo esta en coma, pero es probable que se salve, aunque a partir de ahora su vida no sera demasiado buena. Tendremos que reducir los cargos a intento de homicidio y agresion con arma mortal. Que mundo, ?eh, Walt? Disparas a alguien por unos miserables cincuenta dolares de
Walter Robinson los observo desaparecer de su vista y penso que entendia todo eso. En su mundo, un nino que se quedaba solo en casa y se caia de una ventana, o un adolescente que intentaba asesinar a alguien y esperaba quedar impune, eran hechos cotidianos. Estos delitos no tenian nada de espeluznante, exclusivo ni excepcional. Ocurrian y punto. Al dia siguiente habria otros delitos similares. Fijo los ojos en la puerta de la sala de interrogatorios donde los dos viejos supervivientes y un ex policia esperaban a que volviera con unos cafes para seguir contandole una historia de tanto odio y maldad que le estaba costando asimilarla. Nada de lo que le habian dicho le resultaba familiar. Lo unico que sabia era que se trataba de una manera de matar espeluznante, y se pregunto si no habria una Sombra al acecho en el pasado de cada persona.
«?Como se encuentra a un criminal que no es como ningun otro criminal?», se pregunto de repente.
Y penso que era una buena pregunta. Lo que no sabia era que Simon Winter se habia hecho exactamente la misma pregunta unos dias antes.
«?Como encontraras a este hombre? Encuentra su error; ha de haber cometido uno en algun momento. ?Como encontraras su error? Entiende a la Sombra, conocelo, y veras cuando cometio un error. ?Conocerlo? ?Que clase de hombre odia como el?»
Esta pregunta lo hizo resoplar con fuerza. No sabia la respuesta, pero sospechaba que aquellos ancianos que lo esperaban en la sala de interrogatorios podrian explicarselo.
Sacudio la cabeza y se dijo que estaba pensando demasiado. Procuro evitar que lo afectara. Se dirigio deprisa a su mesa. Habia una llamada que ardia en deseos de hacer.
Espy Martinez descolgo antes de que terminara el primer timbre.
– ?Si?
– Espy…
– Dios mio, Walter, te he llamado un monton de veces.
– Lo se. Perdona. Estaba en una escena del crimen, y ahora estoy con unas personas en una sala de interrogatorios.
Se detuvo, y ambos estuvieron callados un momento.
– Queria hablar contigo -dijo Robinson-. Solo hablar.
– Eso estaria bien -sonrio Martinez, aliviada-. Hablar solo de ti y de mi. De nosotros. O tal vez del tiempo…
– Hace mucho calor…
– ?Que tal de deportes? ?Ganaran los Dolphins el campeonato?
– Buena idea, pero deporte equivocado -respondio Robinson con una sonrisa de oreja a oreja.
– De acuerdo, ?que tal del futuro?
– ?Del nuestro? ?O del de Leroy Jefferson?
– Buena pregunta. El maldito Leroy Jefferson.
– Empiezas a hablar como un policia -sonrio Robinson-. Quiza deberiamos llamarlo J. Leroy Jefferson. O J. L. Jefferson, para que suene mas autentico.
– Supongo que es inevitable -dijo Espy a la vez que sacudia la cabeza-. El trabajo es lo primero. Fui a ver a Alter y su encantador cliente. Que hombre tan agradable el senor Jefferson. Extrovertido y simpatico. Hace que veas con optimismo el mundo en que vivimos.
– ?Tan mal te fue?
– ?Sabes que es Leroy Jefferson? Un testigo.
– ?Vio el asesinato? ?Estaba alli?
– Si. Y como el buen ciudadano que aspira a ser, acto seguido robo a la pobre Sophie Millstein. Su cadaver ni siquiera se habia enfriado aun.
– Dios mio, que…
– El problema es que el asesino era…
– Un hombre blanco de cierta edad -solto Robinson.
– ?Como has…?
– Creo que sera mejor que vengas y oigas a las personas que tengo en una sala de interrogatorios -dijo Robinson despacio.
– ?Pero como has…? No estoy segura de entenderlo, pero voy para ahi.
– Habia un viejo en el apartamento la noche del crimen, el vecino de Sophie Millstein, un ex policia. Me dijo que estaba asustada, que tenia miedo de alguien a quien habia conocido cincuenta anos atras. Cincuenta anos y en otro mundo. Y yo, en lugar de prestarle atencion, no le hice ni punetero caso. Asi que cuando recibimos la prueba del poligrafo, y volvi aqui y repase las notas y vi su nombre… Bueno, es una posibilidad muy remota, pero a lo mejor tenia motivos para estar asustada. ?Maldita sea!
– ?Que?
– No es la primera regla de un inspector de Homicidios, pero deberia serlo, joder.
– ?A que te refieres?
– A escuchar a todo el mundo, y no descartar nada solo porque no parece encajar de entrada, porque puede que luego lo haga.
– ?Crees que sera una buena pista? ?Algo bueno? Me encantaria mandar a freir esparragos a Alter y su cliente.
– No te hagas ilusiones, Espy. Tenemos a unos ancianos asustados y quizas a un asesino como no he visto nunca. Como nadie ha visto nunca. -Se detuvo, vacilante, mientras le daba vueltas a la idea-. Pero si el jodido Leroy Jefferson lo vio -anadio-, entonces tenemos algo que podemos usar.
Espy Martinez se levanto con rapidez.
– Muy bien -dijo-. Salgo para ahi.
– Estupendo. Date prisa. Los abuelos podrian empezar a estar agotados.
– Y despues…
Robinson sonrio y su voz se animo un poco.
– Bueno, despues podemos ir a comentar el caso, o lo que quieras. Me parece recordar que la ultima vez que comentamos el caso, la cosa fue, bueno, muy agradable. Pero si quieres hablar del tiempo, que diablos, veremos adonde nos lleva eso.
Ella se sonrojo y sonrio de oreja a oreja. Colgo, metio unos documentos en el maletin y salio a toda prisa de su oficina. Era tarde y solo quedaban unos cuantos fiscales y algunas secretarias. Bajo deprisa las escaleras mecanicas paradas del Palacio de Justicia, paso por delante de salas vacias y oscuras, y saludo al guardia de la puerta principal, que apenas alzo la vista de su ejemplar de
Su entusiasmo pudo mas que su miedo habitual; corrio hacia su coche con la sensacion de que avanzaba, si no hacia alguna solucion, por lo menos hacia el origen de algunas respuestas a muchas preguntas.
Simon Winter observo en silencio como el rabino y Frieda Kroner repetian pacientemente su historia a la joven de la fiscalia. Capto una o dos miradas entre Espy Martinez y Walter Robinson, y sospecho que habia algo mas que una amistad profesional entre ambos, pero no le preocupo, solo tomo nota mental de que Espy Martinez parecia tan bonita como la hija de su casero, y esto le dio algo de envidia. En cuanto a el, intervino lo menos posible.
Cuando salio a colacion la muerte de Herman Stein, los dos supervivientes se giraron hacia el, esperando que
