que habia sido una de sus presas. Y sin embargo se las arreglo para de alguna manera dar la vuelta a aquella ecuacion y emerger de acontecimientos que habian dejado huella en todo el que habia tenido relacion con ellos. El era algo enteramente distinto, un jugador singular del juego del mal.
Simon cerro otro grueso libro de historia con un golpe que reverbero por toda la sala.
«Si no logro entender a este hombre, aunque solo sea un poco, volvera a escaparseme -se dijo-. No es un tipo que en su vida haya cometido dos veces el mismo error.»
Se hundio un poco mas en su sillon y apoyo la cabeza entre las manos. De pronto se imagino a si mismo de pie frente a su apartamento, junto al querubin de la trompeta, la noche anterior, y se pregunto que le habia hecho pensar que pasaba algo raro.
?La suerte? ?El instinto? ?El sexto sentido de un detective entrado en anos?
Winter exhalo el aire despacio.
No habia habido ningun ruido. Ninguna pisada. Ninguna respiracion atormentada.
No habia una sola luz encendida que hubiera debido estar apagada. Ni ninguna ventana abierta que hubiera debido estar cerrada. Habia encontrado la puerta de atras desencajada solo despues de haberse convencido de que la Sombra se hallaba dentro.
Aquella noche habia sido como cualquier otra. La oscuridad abrazaba el calor. La ciudad continuaba vibrando igual que todas las noches.
Lo unico que estaba fuera de lugar era que un hombre con un cuchillo le estaba esperando, y que si no se hubiera visto subitamente invadido por una antigua sensacion de peligro y miedo, ya no estaria buscando a la Sombra. Se pregunto de donde le habria venido dicha sensacion, y no lo supo, pero si supo que seria necio pensar que iba a volver a tener la suerte de que acudiera a su rescate como habia hecho la noche anterior.
«Deberias estar muerto, Simon Winter», se dijo.
De pronto levanto la vista y escudrino la sala repleta de ancianos que leian libros, revistas, periodicos. Algunos simplemente estaban sentados, perdidos en ensonaciones de tiempos lejanos. Sus ojos se agrandaron y experimento una subita punzada de miedo.
«?Estas aqui? ?Estoy persiguiendote yo, o me persigues tu a mi?»
Lucho contra el impulso de levantarse y echar a correr, cobro animo para sus adentros y se obligo a examinar a todas las personas que tenia al alcance de la vista. El hombre del sombrero que leia atentamente el
Winter se levanto a medias y miro a su espalda, a la gente que habia en otros asientos, en otras mesas, parcialmente oculta por las pilas de libros y los cubiculos de lectura. Luego volvio a acomodarse en su sillon y se tomo unos instantes para recobrar el dominio de si mismo.
Sonrio.
«?Como has dado conmigo?»
Conocia la respuesta: a traves de Irving Silver.
«Pero ?que te ha dicho? Lo suficiente para que hayas decidido matarme.»
«Pero ?que es lo que sabes sobre mi en realidad? No estuviste suficiente tiempo dentro del apartamento, ?verdad? No habia senales de que hubieras podido descubrir quien soy en realidad. Los cajones no estaban saqueados. La ropa estaba sin tocar. No encontraste el arma, y sigues sin saber que la tengo y que pienso utilizarla, y que en otro tiempo, hace mucho, era un experto con ella, y que dudo que me fallara si tuviera que recurrir a la antigua camaraderia que habia entre ambos. No, ibas a matarme meramente porque pensabas que yo representaba una amenaza, y te resultaba mas facil hacer eso que otra cosa.»
Simon Winter afirmo con la cabeza. Cabron engreido.
«Pero no te resulto tan facil como creias, y ahora seguramente andas un poco preocupado, y eso es algo que me va a venir muy bien a mi. Y probablemente querras saber mas cosas de mi, ?no es cierto? Bueno, pues puede que te resulte mas dificil de lo que crees. Asi que, al menos de momento, estas a oscuras. Quiza no tanto como yo, pero de todas maneras estas tanteando en la oscuridad, y eso puede que te fuerce a asumir ciertos riesgos que normalmente no asumirias.»
Winter sintio que lo inundaba un sentimiento de dureza.
«Ellos siempre eran faciles, ?verdad? Unas veces eran jovenes asustados y otras viejos atemorizados, pero siempre se sentian desesperados y perdidos, y tu nunca fuiste asi, ?verdad? No, tu siempre conservabas el control. Pero cometiste un error cuando mataste a Sophie Millstein, porque ni te imaginaste que su vecino fuera a levantarse contra ti. En ningun momento imaginaste que en este ancho mundo pudiera haber alguien que considerara que dar contigo fuera un reto tan inmenso como tu consideras que lo es permanecer oculto. Y jamas se te ocurrio que ese hombre que ha decidido darte caza proviniera de un mundo que no conoces. Y yo tambien se mucho sobre la muerte, tal vez tanto como tu, porque yo tambien soy viejo y no me queda tanto tiempo que me importe, lo cual me hace imprevisible y tambien me convierte en un hombre peligroso, y tu nunca te has enfrentado a un hombre peligroso, ?verdad?»
Winter alargo la mano, cogio un boligrafo y un cuaderno de paginas amarillas y empezo a escribir unas notas para si mismo.
«?Que es lo que se? -se pregunto. Y se respondio-: Mas de lo que creo.
»Se que eres viejo pero que quizas aparentas ser mas joven. Se que eres fuerte, porque los anos te han tratado bien.
»?Por que matas? Para permanecer oculto.»
Winter hizo una pausa. «Eso no es suficiente, ?no? Ahi hay mucho mas que la simple intencion de mantenerte seguro, ?a que si?»
Sonrio. «Disfrutas con ello, ?verdad? ?Te gusta la idea de que alguien pueda reconocerte? Cuando Sophie Millstein te descubrio frente a la heladeria en el centro comercial Lincoln Road, no te produjo ningun escalofrio de miedo, ?verdad que no? No, el escalofrio que sentiste fue de placer, porque estabas de caza una vez mas y eso es lo que te gusta, ?verdad?»
Entonces se le ocurrio una idea horrible, y por un segundo le temblo el boligrafo sobre el cuaderno. «A lo mejor Sophie Millstein no te descubrio por accidente. A lo mejor tu llevabas un tiempo persiguiendola. Y a los otros tambien. ?A cuantos?»
Le rechinaron los dientes. Cuando todo parece apuntar en una direccion, de pronto surgen otras posibilidades. Se advirtio a si mismo: «Cinete a lo que este al alcance de tu mano.»
Muy bien. Siguio hablando consigo mismo, maniobrando a traves del laberinto de contradicciones que podia ser la Sombra. «Muy bien, ?que mas sabes? Se que no le da miedo la policia, porque fue
La respuesta se le revelo de inmediato: «Porque no es un delincuente.»
«Si yo descubriera hoy como te llamas, ?que me diria tu nombre? Que nunca te han detenido. Que nunca te han tomado las huellas dactilares. Que nunca han introducido tu nombre en un banco de datos de delincuentes por ser sospechoso de ningun delito. Que nunca has enganado a la hora de pagar impuestos. Que nunca te has retrasado en un pago ni has dejado de abonar un prestamo ni has devuelto tarde un coche de alquiler. Que nunca te han parado por conducir bebido. Que ni siquiera te han puesto una multa por exceso de velocidad. Has llevado una existencia discreta invisible; una vida ejemplar con una unica excepcion: tu matas a personas.»
Simon Winter exhalo el aire despacio. Afirmo con la cabeza para si. «Eso es lo que hace que te sientas seguro. Sabes que la policia opera en un mundo circunscrito por la rutina.» Se acordo de la famosa frase de Claude Rains en la pelicula
Apoyo el cuaderno sobre el reposabrazos del sillon. Se pregunto si Walter Robinson habria conseguido que preparasen el retrato robot. De pronto lo invadio el deseo de ver al hombre del que habia estado tan cerca y durante tan pocos segundos en la oscuridad de su apartamento. «Estoy empezando a entenderte, Sombra - susurro para sus adentros-. Y cuanto mas te entiendo, mas luz arrojo sobre tu sombra.»
Miro los libros esparcidos a su alrededor y de pronto se le ocurrio una idea. «Estoy buscando en el sitio que